Adán Schulz o el cuento de nunca empezar

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La máquina de respiración asistida emite un continuo y punzante beep cada medio segundo. Es una máquina blanca, con una pantalla de cristal líquido verde y negro. Al lado, el soporte del suero con la bolsa transparente llena, burbujea muy de vez en cuando, llevando algunas gotas de suero a través de un tubo hasta el catéter que tiene clavado en la muñeca mi compañera de habitación, que tiene la cabeza completamente cubierta por una venda a la que le han practicado unos agujeros para la nariz y una raja para la boca (los ojos no están tapados y son de color verde agua), una pierna escayolada hasta donde me deja ver la sábana, de la que salen unos tubos que llegan hasta otras máquinas electrónicas, algunas con ruedas y otras sujetas a la pared por una especie de carril que me recuerda al sistema que utilizan algunos museos de arte moderno para colgar sus cuadros con hilos de pescar. Yo estoy tapado con una sábana idéntica a la de mi compañera pero con menos cosas dentro. Solo está mi cuerpo, ataviado con una bata verde abierta por detrás. Tengo los pies muy fríos. Mi brazo derecho también tiene un catéter incrustado en la muñeca y las uñas moradas. Me duele la cabeza como nunca me ha dolido y tengo el pelo grasiento. Me duelen los ojos por detrás como cuando esnifas demasiado pegamento. Yo no tengo tantas máquinas alrededor como mi compañera de habitación, que debe haber resbalado desde lo alto de un rascacielos y caer en un campo de cardos. Lo mío es mucho más sencillo: no recuerdo nada. No recuerdo ni siquiera haberme dejado crecer esta barba tan lamentable de, por lo menos, un mes. Me duele el culo. Me vuelvo a desvanecer... justo... ahora.


Chirría la puerta y un doctor entra. Tiene el pelo canoso y cortado a capas, igual que Javier Nart, pero no tiene gafas, ni barba de tres días. No se si alguno de los dos votará a Democracia Nacional. No me interesa. Tiene una mandíbula cuadrada y prominente y los labios carnosos y rojos, como si acabara de beberse el segundo café de la mañana. Lleva unos papeles en un portafolio agarrados con una pinza de hierro y acciona sin parar el botoncito de su bolígrafo de plata. Clic, clic, clic, clic, clic... a este hombre se le debe haber olvidado que esto es un hospital o va de listo como su peinado me hace intuir. Empieza a mirar las máquinas de mi alrededor, especialmente una que no sé para que sirve y emite un leve zumbido solo perceptible por el enfermo en la soledad y la quietud de la noche, lo suficientemente audible como para no dejarte dormir tranquilo y eliminar el nerviosismo. El doctor sigue apuntando cosas en su portafolio mientras mira el nivel del suero y los números de las pantallas de las máquinas. Bostezo y suspiro todo a la vez.
El doctor se percata de mi presencia y pone cara de interesante.
-Hombre, al fin despierta, Adán. Lleva dos días enteros durmiendo desde su Despertar. ¿Puede oírme? ¿Puede verme? ¿Cuántos dedos tengo aquí?
Demasiadas preguntas estúpidas en una misma frase-. Sí. Sí y dos.- el doctor sonríe profesionalmente-. Muy bien. Imagino que no sabrá qué demonios le ha pasado en los últimos meses.
-¿Meses?
-Sí, llevas aquí exactamente desde... ? mira su portafolio-. Desde el 17 de Septiembre. Estamos a... ? mira su reloj de pulsera dorado-. 22 de Noviembre.
-No jodas...
-No jodo pero sí. Has estado dos meses y tres días en coma. Despertaste hace dos días pero enseguida te volviste a dormir, esta vez no tan profundamente, y bueno, todos esperábamos que despertaras mañana al mediodía. En casos como el tuyo, el segundo sueño no suele durar más de tres días. Pero te has adelantado por lo que veo. ¿Te duele algo?
-Me duele todo lo que tengo dentro de la cabeza. Tengo los ojos al rojo vivo y parece como si pinzaran el cerebro. Tengo la boca tan reseca que creo que no puedo vocalizar bien.
-No se preocupe enseguida vendrá la enfermera con un poco de agua.
-Gracias. ?El doctor sigue examinando mis números mientras yo miro el techo color hueso con un acabado en gotelé perfecto, el mejor que he visto en mi vida. A saber que coño me ha pasado para acabar de esta manera. Empiezo a estar asustado.
-¿Alguien de mi familia o de mis amistades se encuentra enfermo?¿Hemos tenido un accidente?
-Nada de eso. Eres el único implicado. ? No le pregunto nada más, no me apetece nada enterarme, no tengo la cabeza para aguantar sermones o llorar. Miro la mesita que está a la izquierda de la cama, junto a una ventana que no se puede abrir por ningún lado y me muestra un cielo azul limpio de nubes. Hay un jarroncito muy pequeño y negro con tres flores dentro, algo pachuchas. No tengo ni idea que tipo de flores son. Solo se que no son rosas ni margaritas ni tulipanes. Quizás sean crisantemos con lo cual, me cago en la puta madre de quién las haya traído porque los crisantemos se les ponen a los muertos. No creo que sean crisantemos.
Al lado hay una foto en la que salgo con mi madre, ambos sonriendo de frente, con los brazos por encima. Ahí tenía 19 años y un peinado horroroso. Mi madre tenía un extraño brillo en la mirada. El extraño brillo que tenía hasta que se murió mi padre. Luego ya no brillaba en absoluto, se convirtió en una especie de plato decorativo de metal dorado, no muy lustroso y oxidado por el paso del tiempo.
No hay nada más encima de la mesita. Ni mi cartera ni mi reloj ni mi teléfono móvil. Cierro los ojos. Dejo que el tiempo pase. Oigo los pasos del doctor que se aleja. La puerta chirría pero no oigo el portazo final. Me concentro en los beeps que emite la máquina de la persona con la que comparto la habitación. Estoy en una planta en la que nadie habla. Nadie grita. De vez en cuando se escucha algún sollozo lejano y los carros de las limpiadoras y sus zuecos cloqueantes. Ojalá pudiera estar aquí el resto de mi vida. Como una gallina ponedora. Cierro los ojos de la mente, con los que imagino lo que está ocurriendo en los pasillos y en las otras habitaciones y vuelvo a desvanecerme... justo... ahora.











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Resulta que la persona que tengo al lado en la habitación es una chica de 24 años que se llama Eva y tiene unos ojos color verde agua impresionantes.
Lleva en esta habitación dos meses más que yo y me vio llegar completamente entubado y con cara de estar descansando como nunca en la vida. Me dice que no está aquí por lo mismo que yo, aunque todavía no se lo que me ha pasado a mí y le he dicho que aún no me lo cuente. Dice que lo suyo fue un accidente desde el mismo día de su nacimiento. Dice que nació en el seno de una familia de clase media no muy bien estructurada. Su madre no tenía opinión sobre nada y su padre tenía demasiadas opiniones erróneas sobre todas las cosas, especialmente las que salían en los telediarios. Dice que es la típica persona que reniega de todo en cuanto ve un pequeño atisbo de indiferencia, uno de esos hombres que se creen superdotados pero que todo lo que hacen en la vida acaba mal o peor. También bebía mucho alcohol y lo echaban de todos los trabajos o arruinaba sus propias inversiones. Y tenía la mano un poco larga. Dice que su madre, la pobre, todos los días lloraba pero que luego iba como si nada al supermercado y charlaba con la cajera rubia, su amiga Matilde, sobre la lechuga o la manzana golden. Dice que a ella no le ha pegado nunca. Dice que ahora está muerto. Dice que ella siempre ha sido una chica muy callada menos en situaciones límite como esta, que no puedo verle la cara por las vendas. Solo los ojos color verde agua. Estudió en una escuela muy pobre que no tenía para tizas de colores y las tizas blancas eran de esas cuadradas y mantecosas que son una mierda. Dice que sus asignaturas favoritas eran Lengua y Literatura y Ciencias de la Naturaleza, porque le encantan los insectos y todos los bichos en general menos los que se arrastran. Desde muy pequeña ha sentido un gran cariño y una gran afinidad hacia las cucarachas, porque se crían en ambientes siempre hostiles y sobreviven incluso a catástrofes nucleares. Aunque dice que está empezando a odiar a las cucarachas de origen americano, que dice que son las que tienen el cuerpo más alargado, las patas un poco mas largas y son de color tierra rojiza. Dice que es el animal más fuerte de la Tierra, capaz de existir en casi cualquier ecosistema y que se reproduce mucho y en cualquier situación, dando lugar a horribles plagas. Dice que la cucaracha americana está invadiendo el mundo poco a poco y yo pienso lo mismo a partir de hoy. Dice que la cucaracha española es más pequeña, mas redondeada y negra. Mucho más graciosa que la cucaracha americana aunque por desgracia mucho menos común, ?y es que los americanos están invadiéndonos en todos los ámbitos de la vida y la muerte?. Dice que pasó la mayoría de su infancia diseccionando sapos e insectos, principalmente cucarachas americanas. También arañas. De pequeña tenía una cápsula de esas que vienen dentro de los huevos kinder llena de ojos de arañas (ahora la gente utiliza esas cápsulas, que entre todas se podría llegar hasta la luna y que tardarán en disolverse en el medio ambiente muchos miles de millones de años, para esconder drogas) Dice que solo tenía una amiga y ambas estaban locas y se toqueteaban el cuerpo la una a la otra descubriéndose mutuamente. Es la única amiga fiel en la que todavía puede confiar y es que ya se sabe que los flujos vaginales han unido a mucha gente ( a tanta como ha separado) Dice que estudió la carrera de biología y se especializó en insectos por no-se-qué universidad de no-se-dónde. Y que también asistía a clases de interpretación.. Y tenía novio por aquel entonces. Un chico alto que estudiaba ingeniería química. Dice que se dieron su primer beso mientras hablaban de las características de la reproducción por esporas. Dice que murió en un accidente de tráfico. Dice que se vino a esta ciudad a trabajar en lo que fuera con tal de salir de la casa de su padre y sobrevivir por su cuenta sin tener que dar explicaciones a nadie. Acabó la carrera. Encontró un trabajo como modelo de dientes y como ayudante de la doctora en un centro veterinario. Luego hizo un master en comunicación animal y otro en tratamiento con delfines y consiguió un buen puesto de trabajo en el acuario, como criadora de delfines y algunas especies inferiores más. Dice que ?hasta el día del accidente? seguía trabajando allí y que han venido a verla todos sus compañeros y le han traído una foto donde salen los dos delfines bajo su tutoría. Me enseña la foto en la que puedo ver a dos delfines con cara de cachondos sosteniendo sendos balones de playa rojos. Veo como le resbala una lágrima por el ojo derecho y se consume contra la venda mientras dice ?ay mis niños?. Dice que su accidente ha sido mucho peor que todos los años que llevaba soportando a su padre juntos. Dice que iba con su moto a 120 Km/h por la circunvalación cuando un camión saltó la mediana, descontrolado, y fue derecho hacia ella. Suerte que pudo esquivarlo en el ultimo momento, si no, no estaría viva ahora contándome todo esto. Pero no pudo hacer lo mismo con el coche que tenía delante y que estaba parado en el arcén debido a otro vehículo pesado que se saltó la mediana momentos antes por culpa de un accidente múltiple que tuvo ocasión en los carriles de la otra parte de la autovía. Dice que impactó de lleno contra la parte trasera del coche parado en el arcén y salió disparada por encima a gran velocidad, atravesando la zanja que separaba la autovía de un terraplén rocoso, en el que cayó casi 150 metros después. Dice que se rompió las dos piernas. Que el fémur derecho lo tenía a la vista. Que el codo derecho lo tenía hecho trizas. Que el casco se rajó por tres sitios diferentes y que un trozo de piedra caliza afilado se le incrustó en el abdomen. Dice que la han operado dos veces de ambas piernas y el codo derecho para ponerle clavos, una vez del abdomen para coserla por dentro. La tuvieron que operar otra vez porque tenía el hígado terriblemente afectado y no se regeneraba, así que se lo trasplantaron. Luego la operaron por ultima vez de la cabeza, para ponerle correctamente el cráneo, que se había hundido un poco por la parte de la izquierda. También le reconstruyeron algunos dientes. Lo ultimo que me dice me sume en una tristeza rara: ?me alegro de tenerte como compañero de habitación. Eres Adán Schulz, ¿verdad?. Siempre me caíste bien, a pesar de todos esos libros de mierda que has sacado últimamente, se que hay algo más detrás de esos personajes reales y esa sorna hiriente. Quizás pueda averiguar de qué se trata antes de que te marches de aquí, quién sabe... bueno, ya he hablado bastante, seguro que te has dormido por la parte de la universidad y has despertado con la carnaza del accidente, da igual, no tiene importancia.?
-¿sueles hablar tanto o es que estás nerviosa?
-Lo sabía, te has dormido. Dije antes que soy muy tímida y no hablo casi nunca, solo en situaciones especiales y raras, como ahora, que parezco una momia y tu has salido de un coma.
-Ah, sí, si que lo recuerdo. Y no me he dormido en ningún momento. Ya he dormido suficiente ¿no crees?
-Sin lugar a dudas. ¿Sabes? No ha venido por aquí mucha gente a verte. Solo un viejo simpático con una mujer guapa y tu madre, una señora encantadora. Hemos estado hablando mucho sobre ti y sobre todo en general. Dice que siente un orgullo especial hacia ti y tu forma de ganar tanto dinero. Ya sabes, la mujer es de otra generación y hay cosas que no entiende del todo. Pero te quiere mucho, esas flores de tu mesita y la foto, las trajo ella.
-Aham, ya decía yo. ¿Y cuándo fue la ultima vez que vino alguien?
-Si no recuerdo mal fue el otro día, después de que despertaras y te volvieras a dormir por dos días enteros. Era tu madre. Luego a las cuatro o cinco horas, cuando tu madre se marchó, vino de nuevo el señor mayor aquel, con una botella de champaña y dos copas, y bueno, se llevó una pequeña desilusión al verte dormido.
-Jajaja, el viejo Seoane. Es mi editor. El cabrón seguro que se está frotando las manos porque piensa que voy a escribir un best-seller sobre esta mierda. El ultimo libro no ha vendido una mierda y ahora va a sacar una recopilación de relatos de la juventud. Imagino que estará un poco acojonado por la situación y verá todo esto como carnaza autobiográfica.
-La verdad es que a mi no me gustan nada los libros metafísicos y místicos sobre experiencias de ultratumba, el coma, y todas esas mierdas. Odio a Paulo Coelho a Jodorowski y muchos más. Me parecen unos moñas. No pensarás escribir nada de todo esto ¿verdad?
-Bueno, hasta hace un segundo me lo estaba planteando. Serías un personaje magnífico sobre el que escribir muchos folios secundarios durante mi estancia en el hospital.- sonrío y ella me ve de reojo. Tiene un poco rojo uno de los dos ojos, debido a que tiene que estar siempre mirando de forma forzada porque no puede moverse ni un milímetro.
-Gracias por la parte que me toca. Pero no sé.
-Yo sí se. Creo que me voy a levantar, se te van a saltar los ojos si sigues mirando de esa manera. ? Miro alrededor de mi cuerpo para ver si algún otro cable está pegado a mí. Solo el del suero y uno que controla mi pecho, así que, me muevo despacito, notando como todos los huesos crujen de mala manera. Me mareo un poco. El estómago se repliega sobre sí mismo como intentando encontrar la cuarta dimensión. Estoy sentado en la cama y estoy descalzo. No veo ningún tipo de zapatilla por aquí. Pongo los pies en el suelo que está muy frío. Pienso que me vendrá bien. Hago fuerza con los gemelos, con los glúteos, con todos los músculos de cintura para abajo, incluso el pene y mis huevos en forma de cerebritos. Tengo muy poco equilibrio y me agarro al soporte del suero (como todos los enfermos que se pueden ver por el pasillo) para no caer. Suspiro. Gimo. Resoplo. Al fin estoy en posición vertical después de dos meses. Me muevo muy lento como si estuviera drogado.
-Bueno, las piernas me siguen funcionando. ? Doy tres pasos cortos y me acerco a la cama de mi compañera Eva. Por suerte la máquina que controla mi pecho está entre las dos camas y el cable me permite arrimarme un poco. Me doblo un poco hacia delante para acercarme a su cara y mirarle los ojos y la frente, de la que sobresalen unos cabellos rubios naturales, de esos que brillan como si de oro se tratara bajo el sol y se ponen de color verde en una piscina con demasiado cloro. ? Joder, eres guapísima, ¿no?
-Bueno, creo que sí. ? si no tuviera todos esos trapos podría ver como se pone colorada-. Fea no soy. Y según me han dicho los doctores no tengo ninguna lesión en la cara, solo una cicatriz en la mejilla de unos cuatro centímetros, pero me dijeron que no me preocupara que no era una cicatriz fea, que me daba un toque interesante.
-Tienes suerte de estar viva, Julia. ? Me enderezo para no babear.
-Lo se, todos los que han venido a visitarme me han dicho lo mismo. Así que, no eres tan raro como crees ser en tus libros. ? suelta una risilla pequeña y amortiguada por las vendas.
-¿Podrías sacar un momento la lengua por el agujero de tu vendaje? Me hace mucha gracia cuando alguien saca la lengua a través de una careta o una mascara. Soy un poco fetichista. ? Vuelve a sonreír de la misma manera que lo haría un esquizofrénico a través de un cojín. Y saca la lengua entre las vendas. Una lengua rosa y brillante, muy fina y con la punta casi afilada. Pienso en las babillas que impregnan las vendas. Noto un cosquilleo en mis partes. Sonrío y vuelvo a tumbarme en mi cama, escondiendo una terrible erección. ?No tengo remedio?, pienso.
-Retiro lo de antes.
-¿Qué no eres fea?
-No. Que sí que estás como una puta cabra. ? Estallo en carcajadas y ella casi también. Todo es tan bonito que me duele el pecho y la cabeza, toda la inmensidad de la cabeza.
?Un placer conocerte?, digo.
Si me concentro mucho puedo escuchar el sonido de un contrabajo en algún local bop de Chicago y ver a Jack Kerouac y Neal Cassady sudando y diciendo sin parar ?¡vamos, sí, vamos!?.Conversaciones de mierda.




Vuelve a chirriar la puerta y entra una enfermera gorda y patizamba con un vaso de agua.




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El mundo da muchísimo asco. No hace falta ser un erudito para darse cuenta de esto. Tampoco hace falta leer ni un solo libro. De hecho, me cago en todos los putos libros de este puto mundo también. El caso es que esto no puede continuar así mucho tiempo, algo tiene que estallar y espero que sea pronto porque me aburre no hacer nada. Y tampoco me dejan hacer mucho. Toda esta mierda que nos rodea, estas calles céntricas con gentuza para arriba y para abajo, todas las bolsas llenas de consumismo por la cara. Todas estas paradas de autobús, estos postes de la luz. Las infinitas marcas de café descafeinado. La ropa de marca que sirve para algo más que para resguardarse del frío. Los teléfonos móviles. La necesidad de comprar y comprar y poseer dinero para cualquier cosa. La necesidad de comer, cagar, pagar y dormir. En general, toda esta puta mierda, no nos conduce a nada bueno. No nos guía por la senda oportuna, ni de coña. El hombre no es una especie social, por mucho que nos intenten engañar desde todos los puestos fronterizos materializados en periódicos, revistas, libros, telediarios, cuñas publicitarias, programas tertulia, obras de teatro y canciones de seis minutos. Que no nos jodan más, compañero. El hombre es una puta mierda de engendro baboso. No se merece nada bueno desde hace muchísimo tiempo. No estamos capacitados para convivir y comunicarnos. Eso si que no. Me niego a pasar por el aro de toda esa mierda ensayista de ?bendita la madre naturaleza que nos dio el don del lenguaje?. Que os jodan a todos, maricones. El lenguaje humano no es más que un enorme malentendido infinito. ¿O acaso alguien en este puto mundo se siente comprendido, entendido y tenido en cuenta? Ya huele.
Y es que no somos más que parásitos de otros parásitos menores de nuestra propia especie. No estamos en el planeta Tierra sino para destruir y destruir. Y que vengan todos los dioses de todas las religiones del mundo, cogiditos de la mano, a explicarme la concepción del Universo. Venga, cabrones, continúo esperando alguna mentira sustancial y mínimamente creíble.

Parece que no viene nadie.

Que sepais todos que no hablo desde lo alto de ningún trono erróneo, desde donde no se puede ver la tierra que piso porque algún rayo de sol me deslumbra. Ni mucho menos. Hablo desde el subsuelo con la boca tocando el barro, y pensad lo que querais. Pensad exactamente lo que os salga del culo porque no me importa lo más mínimo el pensamiento humano. ¿Dónde están todos los premios de lotería que me prometieron?
Que nadie olvide que todos hemos nacido y seguiremos naciendo aleatoriamente. Sin haber superado ningún control de calidad y sin saber la mierda que nos espera.

Solo quiero estar tranquilo en alguna isla desierta sin preocupaciones y sin familia. Creo que me lo merezco ese premio de consolación. Espero no tener que volver a repetirme y ceñirme a los hechos.

No más fe, Adán Schulz, no más fe

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s días siguientes son una fatalidad. Preguntas y más preguntas. Todos los conocidos que no deben darLote el pésame, dándote el pésame. Pero yo, hago gala de mi coraza bukowskiana, como dije no hace mucho.
Un periódico progresista me ha contratado para el suplemento de los domingos. Media página para expresar mi opinión sin ?limitaciones?. Entre comillas. Muy entre comillas todo. Se van a ir a tomar por culo.
Esta misma tarde me ha llamado el viejo Seoane diciendo que mañana tiene una cita con Claudia, la diseñadora de la Fnac, para concretar un asunto de portadas. Al parecer el viejo Seoane a conseguido publicar unos mini relatos que han estado olvidados muchos años por sus cajones. Unos mini relatos de mierda que escribí durante la época de periodista. No pienso ir a la Fnac, pero le pido el e-mail de Claudia para hacerle ?unas propuestas?. Para llevar a cabo un proyecto mucho más atractivo de lo que el viejo Seoane pueda tener en la cabeza.

Hago caso omiso de lo que me dice mi ángel de la guarda y paso varios días colocado de metanfetamina. Siempre que tomo esa mierda, me paso dos o tres días sin poder dormir, francamente emocionado ante la idea de estar vivo y muerto a la vez. Se que tengo suerte, porque el 80% de la gente que la prueba, repite y repite y repite y repite hasta que se mueren de sobredosis o matan a sus padres en el sótano con un hacha. Muchos pueden llegar a estar sin dormir 15 días. Yo solo tres o cuatro, no está mal. El caso es que es una puta mierda a la que solo acudo cuando no tengo nada mejor que hacer. Cuando no tengo ideas nuevas y estoy solo -debería plantearme el hecho de que siempre estoy solo- y no veo mejor manera de pasar el tiempo ni de dejar que la Humanidad siga su tortuoso camino de espinas, lágrimas, confeti y cubatas de ron al atardecer, mientras las muchachas se refrescan los traseros gelatinosos en piscinas de mancomunidades construidas bajo el manto protector de algún boom inmobiliario que ha dejado de tener sentido, de la misma forma que ha dejado de tener sentido las fachadas de sus propios edificios con esos colores burdeos y ocre y esa ?originalidad de búnker? de su construcción.
Le he mandado un extenso mail a Claudia diciendo tonterías, imagino, porque estaba borracho y no recuerdo casi nada. Yo y mi manía de no guardar borradores. Supongo que le he escrito cosas extrañas y metafísicas para intentar bajar sus defensas y traspasar sus muros de contención. Seguro que le he contado lo nihilista y equilibrista que soy. Lo poco que me gusta la vida y el planeta Tierra. Lo que odio tener que ir al supermercado a comprar siempre los mismos productos de primeras marcas sabiendo que sólo lo hago porque salen en anuncios caros por la televisión. Lo mucho que me duele el estómago todos los putos días ?pensaba que era de tomar café descafeinado pero me equivocaba, porque también me duele cuando tomo café normal y cuando tomo un vaso de leche templada con galletas después de un plato de lentejas con cebolla, chorizo, patata y pimiento- entre las cinco y las ocho de la tarde. Lo muchísimo que molo.
No espero encontrar respuesta de más de tres líneas en menos de dos semanas, así que he decidido bajar a la calle y poner fin a este encierro. Voy a ir al cine. O al teatro. O a la ópera. O al cementerio... a veces me gustaría ser pederasta para tener algo mejor que hacer. Para recrearme. Para siempre.





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He decidido ir a casa de un amigo que hace mucho que no veo. Como seis meses. Uno de esos amigos que no sabes ni como aguanta ahí sin morirse de asco.
Justo cuando tengo el dedo a un centímetro del timbre, decido dar media vuelta. Ya intenté una vez volver atrás en el tiempo como si no hubiera pasado nada y todavía recuerdo los resultados. No pienso volver a insistir con mi pasado. No voy a ser por más tiempo víctima de nadie, solo de mí mismo. El único cabrón que merece la pena aquí soy yo, joder.
He vuelto a casa. Me preparo un whisky con whisky y me lo bebo de un trago, notando como un ejército de hormigas incandescentes corre por llegar cuanto antes al búnker de mi estómago, asaltarlo, volarlo y mucho después, reconstruirlo con su banderita en lo alto. Estoy cansado de esperar algo que no se ni como se llama. Estoy cansado de mostrarme tan nihilista. Noto como pierdo neuronas por cada minuto que paso en este mundo y en esta habitación. Cada x tiempo se me nubla más la vista porque mi retiro perpetuo se ha convertido en un infierno personal e intransferible, como una tarjeta de crédito.
Voy al mueble de la cocina y cojo la caja de myolastán. Solo quedan seis pastillas, que lanzo al interior de mi boca y mastico con las muelas, escuchando el crujido de los dientes al chocar con otros dientes y con trozos de pastillas amargas que van poniéndome la lengua blanca y pastosa. Me preparo otro whisky con whisky y me lo bebo de un trago, junto con la compota de pastillas y las babas amargas. Cierro los ojos y dos lágrimas caen por los raíles que ya tienen fijados en mis mejillas. Tiemblo de miedo. Voy hasta el cajón donde tengo las drogas. Entre otras cosas tengo una bolsa llena de marihuana hasta arriba. Necesito expulsar de mi interior toda esta ponzoña. Necesito una purga. Tiro toda la marihuana al suelo y sintiendo como mis lágrimas mojan algunos cogollos, me arrodillo como un perro y empiezo a masticar y a tragar toda la marihuana que soy capaz en el menor tiempo posible. Me pica la garganta y los ojos y la nariz, que también moquea como un grifo abierto. Me vienen arcadas pero continúo tragando compulsivamente, como un perro tragaría hierbas en mitad del parque. Se me nubla la vista un poco más. Empiezo a sentirme muy pequeño e insensible. Ya no queda marihuana por el suelo, solo algunas pequeñas partículas que no llaman mi atención y soy un ewok malvado y albino que solo quiere destruir mundos y violar a todos sus habitantes con una sonrisa amarilla y lubricada como un piano demasiado viejo. Me levanto y doy un largo trago a la botella de whisky. Despego el labio inferior de la boca de la botella y el contenido empieza a caer por mi cuello, empapando la camisa. Levanto el brazo y dejo que el alcohol purifique mi cara y sobre todo mis ojos. Tengo que desalojar estas visiones culpabilizadoras y grecolatinas. Esa es mi necesidad, pero me escuecen los ojos como nunca me han escocido y veo todo borroso y de color whisky añejo. No parece que funcione. Porque mis ojos se han convertido en las cataratas del Niágara. La botella está vacía. Tengo miedo. Me dejo caer encima del sofá de 1200 euros. Levanto los brazos y me miro las palmas de las manos. Están completamente blancas y las rayas por las que se dobla la carne, completamente rojas como ríos de sangre en un relato bíblico. Los pelos de mis brazos han desaparecido y ahora solo veo el músculo. Odio tener cuerpo y ocupar espacio aunque cada vez sea más y más pequeño. Me mareo. Me vienen arcadas de nuevo, pero las aguanto, saboreando el vómito que intenta salir del estómago. Ya no se si estoy llorando solución salina o whisky escocés. Tengo la cara pegajosa y me cuesta abrir y cerrar la boca y los ojos. De hecho, uno de ellos tiene las pestañas pegadas y no puedo abrirlo bien porque me da miedo arrancarme el párpado. Con el que me queda abierto veo muy borroso y está tan rojo como un tomate secado al sol. Me gustaría escuchar unos acordes de guitarra ahora mismo, pero no alcanzó a ver donde está el mando a distancia del equipo de música. Tiemblo. Tengo frío. Tengo hambre. Me gustaría ver lo que está ocurriendo en el interior del cerebro. Me gustaría ver mis neuronas con sus dendritas. Me gustaría abrazarlas a todas y decirles ?tranquilas chicas, lo habéis hecho muy bien, no es vuestra culpa. Soy yo?. Miro el reloj de mi muñeca y no lo entiendo, todas las agujas son del mismo tamaño y los números no se están quietos. Hoy ha sido un día muy corto que ha pasado muy deprisa. ¿Qué estará haciendo el resto del mundo justo ahora? Creo que me estoy muriendo. Espero que esté nevando sobre el Nepal y un par de trenes se hayan chocado en la estepa rusa. Espero que ardan todos los bosques. Estoy escapando. Hasta la próxima. Todo muy contradictorio, ¿verdad? Debe ser medianoche...











?Pero así como hay naturalezas que tienden a levantar fiebre ante la más leve enfermedad, estas que llamamos ?suicidas? y que son siempre muy perceptivas y sensibles tienden a entregarse intensamente a la fantasía del suicidio ante la más pequeña afección?

Hermann Hesse


Adán Schulz, el flojo

En situaciones de sorpresa, para bien o para mal, y ante la idea de la muerte, mi reacción primera siempre es de manual. Mas bien de novela negra o diario beatnik. Intento reforzar mi coraza exterior mediante cigarrillos, whisky y grandes dosis de desesperanza general, también llamada metafísica urbana barata. Mi boca se muestra fruncida permanentemente y mi supuesta pasividad no es debida a otra cosa que no sea el miedo. Miedo a estar muerto y miedo a estar vivo. Y es curioso, porque no temo a la muerte, ni siquiera a mi posible muerte trágica y/o rocambolesca. A lo que le temo es a la muerte violenta de las personas de mi entorno. A la muerte prematura de la gente que es querida y deja a otras personas sumidas en un mar de lágrimas. Y es por eso por lo que pienso que nunca podría suicidarme. Aunque pueda pensar que la muerte es la liberación, que la muerte es la válvula de escape ideal para alguien como yo, que no aprecia la espiral incandescente infinita de ciertas cosas y no encuentra verdaderas razones para descojonarse de risa andando solo por la calle, por poner un ejemplo. Por todo esto, la noticia de la muerte de Andrea me afectó. Y también me traumatizó en cierta manera, al pensar que nunca más volvería a verla. Que nunca más volveríamos a follar. Puro egoísmo y egocentrismo. Lo confieso, en realidad la vida de Andrea me importa mucho menos que la suspensión hidráulica de mi coche. Pero me jode que se muera porque nunca más se quitaría las bragas en mi coche y se las arrojaría a un vagabundo. Jamás volvería a beber coca cola directamente de la botella poniendo los labios de tal manera que...
Mi mejor disfraz es La Contradicción.
Odio a Edgar Allan Poe,
Nevermore.

Tras tomarme dos Analgilasa, un Myolastán y una cerveza, acudí a la comisaría con mi camisa arrugada de la noche anterior, tan obnubilado que parecía uno de esos caballos con calesa que solo pueden mirar al frente sin distracción alguna. Así que, fui derecho al primer hombre con uniforme que se cruzó en mi visión recta de francotirador. Dicho hombrecillo menudo, gordo y barbilampiño, me condujo hasta el despacho del comisario, un despacho muy pequeño, marrón, con olor a café sólo sobre vaso de plástico.

Me encontré con que el comisario Andrés Ortiz no era como yo pensaba. El comisario es un hombre muy alto, pulcramente afeitado y perfumado, trajeado y con corbata. Con un pelo al más puro estilo Matías Prats hijo. Tiene una de esas caras serias y cuadradas de las teleseries americanas. De esas que parecen tener la frente de plástico como Christian Bale. Y fuma. Fuma mucho según los datos obtenidos de su fiel amigo el cenicero. Yo también fumo mucho desde hoy mismo. Doce cigarrillos para ser exactos.
-Hola, soy Adán Schulz. ? me acerco a la mesa y me siento sin preguntar en una silla de madera con más años que su puta madre.
-Hola. ?nos apretamos las manos?. Andrés Ortiz. Ante todo quisiera decirle que siento mucho lo que ha ocurrido. Sé que no es un momento sencillo para usted pero lo siento, por ofensivo que pueda parecer, es usted el principal sospechoso ahora mismo. ?creo que se da cuenta de la humedad que adquieren mis ojos y de la palidez de mi rostro. Levanta las palmas de las manos en gesto psicológico?. Pero no tiene de que preocuparse. Personalmente confío en usted. He leído sus libros y me cae bien. Le veo incapaz de cometer una barbaridad como la que ha tenido lugar en el apartamento de la Señorita... ??¿He leído sus libros?? ¡Pero qué puta mierda es esta! Se queda pensando una milésima de segundo-... Andrea.
-Joder. No sé qué decir. Solo sé que si en algún momento de mi vida pierdo la cabeza y arremeto contra el mundo, tenga usted por seguro de que Andrea sería, sino la última, la penúltima persona sobre la que fijaría mi objetivo. ?Mi mirada no consigue despegarse del suelo del despacho de la comisaría, que muy a pesar de lo que pueda decir Ray Lóriga, no es de linóleo. ?Ostia puta, Andrea era una tía de puta madre.
-Pues se ve que no todo el mundo opina como usted, señor Schulz. ?coge unos papeles de la mesa y los mira?. Según el informe que tengo entre mis manos, anoche, entre las 5 y las 6 de la madrugada alguien la asaltó en su vivienda. ¿Dónde y con quién estuvo usted ayer a esa hora?

Tengo la frente y el labio superior empapados de sudor. Y es sudor frío como el de las películas y los relatos policíacos.
-Joder, anoche me puse como una cuba, solo recuerdo cosas sueltas. Ayer por la tarde estuve en una firma de libros en la Fnac hasta las nueve o nueve y media de la noche. Allí acudió Andrea y al acabar de firmar, fuimos a su casa a beber algo, ya sabe... Puse cara de niño al que pillan meando las cartas de sus vecinos.
-Eh... imagino que se refiere a la farlopa. Le han encontrado bastante cantidad en la sangre.
-Bueno, no me atrevía a decirlo, pero sí. Fuimos a su casa porque Andrea siempre tiene farlopa de calidad. Nos hicimos unas rayas y unos cubatas de Martini. No somos malagente, comisario, nos gusta divertirnos. Pero mírame, no soy ningún santo, me gusta beberme unos cubatas y hacerme unas lonchas cuando lo veo oportuno, no creo que le haga mal a nadie. Solo a mí mismo.
-Chist, -vuelve a levantar las manos- tranquilo, lo que haga usted con su vida no es asunto mío de momento. Tampoco ha venido usted acusado de posesión, venta o tráfico de estupefacientes. Estamos investigando el asesinato de su amiga Andrea. Ya sabemos que las drogas halladas en su apartamento fueron compradas por Andrea, igual que sabemos a quién se las compraba y que estaba haciendo ese tipo entre las 5 y las 6 de la mañana.
-Comprendo. ?mi cara se puso más roja que un tomate secado al sol?. Como le estaba diciendo antes, fuimos a su casa antes de ir a cenar. Ella había reservado mesa en algún sitio que no recuerdo. Déjeme pensar...
-Tanaka. 22:30. No fueron.
-Correcto, no fuimos, ahora empiezo a recordar más cosas. Estuvimos en su casa mucho rato, ya sabe, follando y tal. Imagino que eso empeora las cosas porque le habrán encontrado infinidad de fluidos y pelos míos al... ?trago saliva?... al cuerpo de Andrea.
-No se preocupe, continúe.
-Pues no puedo decirle exactamente hasta qué hora estuvimos en su casa porque encadenamos unos cuantos cubatas, pero recuerdo que Andrea dijo que ya no llegaríamos al restaurante, por lo tanto, hasta más de las diez de la noche. De todas formas, a esas horas ya habíamos perdido todo el apetito. Estuvimos charlando y bailando y nos hizo gracia la idea de ir a un bar que se llama Scloe a hacer el ganso y provocar a la gente. Recuerdo que nos echaron al poco tiempo porque montamos un espectáculo erótico-festivo en un reservado. Cogimos un taxi. ?fijo la mirada en un abrecartas que descansa en la mesa del despacho junto a un montón de hojas en blanco y un montón de hojas escritas a máquina y pienso que debería clavárselo en los putos ojos por mirarme de esa manera tan gay y profesional a la vez. Debería extender mis alas gigantes de moscardón y salir zumbando por la ventana- Todavía recuerdo las miradas del conductor a través del retrovisor. Andrea era una chica extremadamente sexy y le gustaba divertirse incluso más que a mí.
-Le agradezco todos sus detalles, continúe.
-No puedo continuar mucho más. A esas alturas la farlopa dejó de hacer efecto y me subió todo el alcohol de golpe. Probablemente acudiríamos a mi casa, aunque no tengo ninguna visión de mi apartamento. Puede que estuviéramos en otro garito de mala muerte.
-Tengo un testigo que asegura haberle reconocido sobre las 4 de la mañana en un pub llamado Estrellas, con una mujer que encaja con la descripción de Andrea.
-Sí, tiene razón ese testigo. Recuerdo ese antro. Todo lleno de babosos y putas. Recuerdo que tuve que firmar algún autógrafo y me invitaron a speed. Lo siento, no fue una noche muy lúcida para mí. Después de ese antro si que no recuerdo nada, de hecho esta mañana me he despertado en una habitación del hotel Bruselas. ¿Lo conoce?
-Sí. Imagino que estaba solo cuando despertó.
-Sí.
-Ninguna señal de un posible acompañante o una nota manuscrita...
-Que va. Nada.
-De acuerdo, de momento eso es todo. Le agradezco su colaboración y me temo decirle que es necesario que no salga usted del país sin antes avisarme. Es pura rutina, ya sabe que no podemos dejar ningún cabo suelto.
-Entiendo. No se preocupe, estoy a su entera disposición. Cualquier cosa que haga falta... ?realmente este tío da asco y no va a llegar a ningún sitio en la investigación. Apostaría la cabeza.
-Muchas gracias, si quiere añadir usted algo más... ?miró sus informes.
-Pues sí, que es el peor día de mi puta vida.
-Lo siento Señor Schulz.
-Adán.










9





(Si antes odiaba a la gente porque sí, ahora odio a la humanidad completa porque me sale de los huevos.
Tengo una terrible sensación física de malestar. Como si me hubieran quemado el culo con un mechero de gasolina.
Nadie merece vivir y ser libre. Somos el cáncer de piel del planeta Tierra. La escoria del Universo. Y nos reproducimos como dientes de león.
Deberíamos estar todos quemados. Quemados y muertos.)