Adiós, compañeros, adiós.

Hoy es el dia que podria escribir cualquier cosa.
Podria decir lo de siempre
lo de que la gente me cae mal de entrada
y lo de que odio a las mujeres de tobillos gordos
como butifarras con demasiado trafico.
O no.
Tambien podria decir
que me sigue doliendo la espalda
a pesar del relajante muscular,
que no tengo ganas de comer,
que he dejado plantado mi primer whopper,
que aun no he hecho la maleta,
que esta tarde tengo que cargar una cocina
hasta un cuarto piso sin ascensor,
que es el ultimo dia de mis primeros dias.
Podria contaros que anoche estuvimos hablando
durante cuatro horas desde la cama.
Os diria que improvisé un ensayo sobre Depeche Mode
y otro sobre Marilyn Manson.
Maldije a la adolescencia.
Maldije a las vacas góticas y, otra vez,
sus tobillos ibericos.
Hablé de trilogias, de club de fans,
de excesos, de desaparición, de guarradas.
También podría contaros que
me quedan dos piedrecitas de farlopa
y sin ganas las aspiraré,
que tengo que ir al banco a por la tarjeta,
pedirles las contraseñas para comprar por internet,
sufrir con la evaporación de mis ahorros,
darme cuenta de que no tengo trabajo,
sonreir y volver a casa.
Podría confesaros que el ultimo sabado
como empadronado en Valencia
solo me bebi 1'33 litros de cerveza,
dos Oklahomas y una cocacola.
Que estuve con Esther y un amigo
en un garito con importantes carencias arquitectónicas
y diseñadora hortera en la puerta.
Podría apuntaros, a modo de dardo envenenado con leche condensada,
que no era la unica hortera pero sí la unica millonaria.
Podría empezar a comentaros que las cosas siempre se dañan
por el simple paso del tiempo
y hay que tomar partido,
partido de verdad,
antes de que sea demasiado tarde
y nos arrepintamos de cosas que nunca hemos hecho.
Podría deciros a todos, lectores visibles, invisibles y Lucia Etxeberria
que os metais los premios por el culo
porque cuando yo consiga alguno
os buscaré a tal efecto.
Os diría que lo dejo todo atrás por amor,
por infinitos tipos de amor
que me hacen sentir vainilla,
y no quiero entrar en detalles,
en más detalles.
Todos sabemos que me gustan las perchas,
las tetas meadas,
la cocacola con mucho hielo,
los labios gorditos,
las drogas,
el dinero,
el tiempo muerto,
los pepinillos con sabor a anchoa
y follar como un perro abandonado
que ve de lejos las luces de la perrera.
Me gusta la guerra de mis mundos
pero no me gusta no hablar nunca.
No me gusta que la gente grite
no me gusta el olor del vinagre,
las cacerolas pegadas,
el ron,
el tabaco,
la marihuana,
el olor a pies,
los pelos en las piernas,
las risas de vieja puta,
los comentarios estupidos,
las bocas abiertas como moscas,
la falta de dinero
no me gustan las manchas
de carmín pero sí el carmín,
sobretodo ese nuevo que es vibrador.
Aqui solo hay putas y maricones.
Como veis todo seguirá igual
por los siglos de los siglos.
Yonkis aladas
que los demás os llaman Musas,
yo os digo Mantis.
Os maldigo Mantis.
Deseadme suerte.
Deseadme, putas!

Ciudad Abecedario sin revisar

-No me esperes levantada -dijo con su mejor cara de actor de cine- , no volveré hasta bien entrada la noche ? si vuelvo.
Mientras escuchaba el ruido de sus propias botas al andar hacia la puerta, X, su mujer desde hacía dos semanas se giró como si no hubiera nadie en la habitación y al mismo tiempo que recordaba que estaba a punto de acabarse el zumo de naranja, prosiguió con la pedicura.
Estaba anocheciendo cuando Z salió de la casa y bajó los tres escalones de granito después de echar el cerrojo. Encendió un cigarrillo, le dio dos caladas de 5 atmósferas y apretó el botón de la apertura electrónica de su coche.
Casi en la otra punta de la ciudad, K cubre toda la superficie del cuello de L con la mano izquierda mientras con la derecha le hunde la boca de su pistola plateada en el estómago. -Maldito cabrón, piensas que no me iba a dar cuenta nunca, ¿verdad? Piensas que puedes joder a mis espaldas y salir airoso. Piensas que toda la puta ciudad está llena de penosos como tú. ¡Maldita sea, piensas demasiado!
Suena un disparo. Z apura en su cigarrillo una última chupada y lo lanza por la ventanilla haciendo que chisporrotee al caer sobre el asfalto a más de cien kilómetros por hora. El coche de Z es negro y tiene marcas de barro alrededor y en las ruedas. Piensa en X. Desde que está casado con ella su vida parece ir cuesta abajo. Puede que sea una mujer bastante gilipollas, que lea demasiadas revistas de cosméticos y que se pase el día haciendo bizcochos con diferentes mermeladas baratas pero, es una mujer adorable y el hecho de que siempre espere a su marido levantada, con la mesa puesta, no es tan malo al fin y al cabo. Z es un poco quisquilloso en cuanto a libertades y licencias.
-Es demasiado tarde para pedir ayuda, muñeca. Me temo que voy a follarte el culo y no vas a poder impedírmelo con esos gritos que nadie oye -R ha violado a catorce menores en lo que va de año. Su víctima de hoy se llama T, hija de Y, cajera de supermercado. T es una chica escuálida y pequeña. Tiene trece años y muchas pecas.- Relájate si no quieres que te duela más ? -R es gordo. Es cuatro de marzo.
En esta ciudad nadie conoce a nadie pero todos saben que tienen un vecino pederasta y un compañero de trabajo gay. Es la lata de sardinas más degenerada y pervertida que la personificación nos deja imaginar. Todos son culpables hasta de ser inocentes.
Todos menos T, hija de Y, que no tiene nada que ver con la gente de la ciudad. Ella es libre. Es inocente. Es santa a pesar de que su madre sea cajera y tuviera que seguir una terapia de doce pasos para desengancharse del caballo cuando estaba preñada. Hasta hace media hora, ambas eran felices y estaban bien. Ahora: solo Y.
Se oyen gemidos en el cielo y el infierno. Z sigue conduciendo hasta que ve un hueco entre dos coches rojos y aparca, se enciende otro cigarrillo con sus dos caladas de fondo de mar y sale disparado hacia la oficina donde trabaja. Hoy ha venido a hacer horas extras gratis porque tiene que acabar unos informes urgentes. Entra por la puerta, saluda al guardia de seguridad -hola M, que tal la noche.- saca un café expresso de la máquina de ídem, sube en ascensor los tres pisos pertinentes y se sienta en su butaca de cuero negro. Enciende su ordenador, mira la foto de su mujer, al lado del teclado y vuelve a pensar en ella. Quizás el matrimonio no sea la salvación pero de momento no parece ir tan mal. Z es un cowboy de sobremesa. John Wayne en el papel protagónico como El Oficinista.
Se abre un portal dimensional en las afueras de la ciudad. Cerca del polígono industrial sur. Rayos de colores y humo con olor a azufre. Un solo obrero presencia la escena. Se queda ciego y sordo al instante. En menos de cinco segundos muere. Le ha estallado el corazón. Del agujero espacio-temporal sale un hombre de casi dos metros de altura, pelo sucio y chupa de cuero de los años setenta. Tiene bigote de morsa y huele especialmente mal a meados. Su nombre es D de Dios. Bosteza. Hacía tiempo que no tenía que solucionar un problema personalmente. Se rasca los huevos. Acabemos cuanto antes, se dice.
Acabemos cuanto antes, se escucha en todas las televisiones mundiales en un lapso de un segundo, entre interferencias. Todas las emisoras de radio durante ese mismo segundo dejan de emitir tonterias y propagan la buena nueva: Acabemos cuando antes.
W es radioaficionado y también ha escuchado la palabra divina. La voz le resulta familiar e inmediatamente piensa en su padre muerto que le está mandando un mensaje desde el más allá.
Todo esto pasa en un segundo, a partir del cual, la ciudad sobre la que nos centramos, sigue con su habitual ritmo frenético al mismo tiempo que apático. Parece que nadie quiere hacer lo que hacer, no le gusta, pero no puede dejar de hacerlo. Bueno, al fin y al cabo, no es muy diferente del mundo real.
K está corriendo por los callejones de la zona centro de la ciudad. Se ha guardado su pistola plateada en el pantalón y corre hacia su coche antes de que la policía acuda al lugar del crímen. Ha matado a un hombre importante dentro del triángulo de la mafia de la ciudad, no tardarán en acudir prensa, vagabundos, gatos, curiosos, policía, secuaces y ambulancia en ese orden. K tiene barba y ojos azules. Siempre lleva americana y zapatos sport. Le gusta verse como un insustituible hombre de negocios turbios al que no le gusta delegar responsabilidades. Piensa que cuantos menos ojos ven un gato negro, menos mala suerte habrá, y tiene razón.
Va tan ciego de adrenalina que no se da cuenta de su gran estatura y tropieza con sus propias piernas. El sombrero sale volando y justo al caer sobre el pavimento mojado de la acera derecha de una de las calles menos principales del centro de la ciudad, la pistola se dispara y una bala le atraviesa el pene, un huevo y se le clava en el abdomen.
Se escucha un disparo. R acaba de correrse en el culo de T. El semen se ha mezclado con la sangre. T se atraganta con los latidos de su corazón, directamente instalado en la garganta. Solloza, le duele hasta el alma. Recordará esta violación todos los días de su vida, que esperemos que sean muchos. R tras violarla le dice ?muñequita de mierda? y le da siete patadas en la boca y la nariz que hace que se le salten siete dientes y el tabique nasal se deforme como un interrogante. La sangre sale a borbotones entre los huecos de la encía. Se le mete en los ojos verdes. Llora y chilla antes de perder el conocimiento. R la sigue pateando varios minutos y luego le quema arranca los pezones con unos alicates oxidados. Abandona a T en esa caseta en medio de la nada en manos de la providencia. Esperemos que T salga de esta si Dios quiere.
Se escucha rechinar de dientes. Dios no quiere nada más que acabar lo que ha venido a hacer, aunque antes debería lavarse el pelo. Ha robado un coche del aparcamiento de una fábrica de muebles y se dirige hacia su objetivo. Aparca mal y pronto delante de la puerta, sube los tres escalones de granito que separan el césped de la vivienda y llama al timbre.
Se escuchan pasos tras la puerta, la mirilla se abre.
-¡Largo de aquí, mendigo de mierda! Mi marido está al llegar y como te vea ahí plantado te pateará el culo tan fuerte que desearás no haber nacido nunca.
-Abre la puerta X, soy yo.- la mujer de Z babea tras la mirilla, los ojos en blanco, el ojo del culo se le abre y se le cierra.
-Eres ? tú ? D ? de Dios.
-Yo soy, abre ya, me cago en ? ¡puta!
No hay nadie que entienda tanto a P como S. A S como P. Uña y carne: siamesas. Llevan 27 años unidas por la espalda. Comparten un tramo de columna vertebral y sus anos están tan cerca el uno del otro que al defecar una de ellas tiene que limpiar los dos. Han tenido varias relaciones sexuales con chicos, la mayoría de ellos pervertidos internautas amantes de las emociones fuertes. Mientras S tiene relaciones con B, uno de esos degenerados internautas, P, intenta leer una revista de cine con Tom Cruise en la portada.B le toca las tetas y le dice al oído a S que es una perra deforme. P se entera de todo y pide un poco de silencio, por favor, no puede leer con tanto ruido. B se pajea en la cara de S, luego le mete la picha en el coño. P pega un salto (dentro de todo lo poco que puede moverse) y grita ?¡hijo de puta, te has equivocado de coño!? a los tres segundos susurra ?no pares ??
Need you
Dream you
Find you
Taste you
Fuck you
Use you
Scar you
Break you
Lose me
Hate me
Smash me
Erase me
KILL ME


nine inch nails

ni siquiera un maldito post-it

No me contaron que me iba a doler la muela una vez al año.
No me contaron el tiempo perdido
ni los agobios estomacales
ni la ansiedad de la espera de gente o sustancias..
No me explicaron que llegaría el momento
en que me haría un hombrecito
y hombrecitos dentro de la cabeza
me dirían "no lo hagas, hazlo, no lo hagas".
No me dijeron de la existencia del dinero,
la necesidad
las castañas y el fuego.
No me avisaron de nada,
solo de que a partir de ahora
el tiempo pasaría rapido
muy rapido
y cuando quisiera darme cuenta
sería demasiado tarde
o de día.

Cabeza de Radio

En una habitación cuadrada pintada de azul utilizando diferentes cantidades de agua en cada brochazo y con lunares magenta esparcidos al azar sobre tres de las cuatro paredes. Sentado en un pequeño sillón de terciopelo verde, con los pies descalzos delante de la pantalla de un ordenador apagado sobre la que descansa uno de los tres altavoces Creative (dos satélites y un subwoofer). Voy fijando la vista en diferentes ricones o bodegones de objetos curiosos mientras con mi dedo índice derecho juego a dar vueltas al revólver sobre el envolvente arco de metal del gatillo haciendo que la linea imaginaria que sale de la punta del arma revolotee circunferencialmente sobre suelo, techo y paredes norte y sur. Una especie de noria salvaje y ultraveloz.
Una caja de madera de roble en forma de paralelepípedo ortoedro descansa toda su verticalidad sobre el rincón que une la pared norte con la oeste. Encima el otro altavoz satélite Creative repiquetea una melodía aguda por delante de dos botellas cuadradas de cristal transparente con tapones de corcho color corcho, llenas de una mezcla homogénea de agua y tinta china roja y rosa, respectivamente. Vuelvo la mirada hacia la esquina que une la pared Norte con la pared Este y veo dos cables blancos, uno que sale de un agujero de un centímetro de diámetro de la parte más alta de la pared Norte y pasa entre las bisagras de la puerta de la pared Este (una puerta color ocre deslucido con un cristal esmerilado con formas amorfas que me hacen recordar tréboles deformes) para llegar hasta la televisión de pocas pulgadas de la habitación contígua, y otro que sale de un enchufe del suelo y trepa toda la pared Norte y parte del techo (gracias a unos cáncamos lo bastante fuertes para no caerse) hasta llegar a una bombilla de luz amarilla que ahora mismo me deslumbra.
Puedo girar la cabeza y cambiar de campo visual tantas veces como quiera. Forma parte de la apuesta: la total libertad de elegir el momento adecuado con un retraso máximo de dos horas (tiempo que empieza a agotarse).
Si me giro 110 grados puedo ver una estanteria de madera de haya de siete estantes donde reposan de canto sesenta cd?s originales de música, ochenta y siete cdr?s de música y datos, treinta y cinco libros, revistas y objetos peculiares a modo de adornos no menos curiosos. Apoyado sobre dicha estanteria, un cacharro para hacer abdominales de color rojo y negro. El suelo es principalmente negro y con brillo.
No me gustan las apuestas y raro es el día que me veréis haciendolo. Pero hay ocasiones en las que no se puede vacilar, ni siquiera perder tres segundos. Por eso me permito girar el revólver sobre si mismo mirando los variados rincones de mi habitación y pensando, única y exclusivamente, en la forma de los mismos.
El teléfono movil Nokia está enchufado a la corriente eléctrica mediante su cargador (encima del subwoofer (encima de la cpu) de color negro con frente de tela ídem). Si alguien llamara ahora tiene un 90% de probabilidades de que salte el contestador tras oir cinco señales porque no me apetece escuchar nada que no salga de mis altavoces. Ni siquiera de mi garganta. Podría pensar en todo lo que tendría que haber hecho antes de coger la sartén por el mango y aceptar la apuesta.
La puerta del balcón está cerrada pero tengo frío. Es casi seguro que se acerca una ola de frío polar. Es probable que dentro de veinte años no haya verano pero no me preocupa. Si llamasen al timbre, estoy completamente convencido de que ni siquiera haría el amago de atender al telefonillo.
Pasan cinco minutos de la medianoche. Agarro con fuerza el revólver y miro su boca redonda y oscura como un culo, paso la lengua por el orificio de salida, meto la punta y aspiro como si fuera una pipa de agua hasta notar en el paladar un sabor metálico con un ligero aroma a pólvora. Miro la pequeña caja azul de una bombilla roja de 25 W encima del escritorio lleno de trastos, cajas transparentes de cd?s, diskettes y La Biblia. Meto el cañón del revólver todo lo profundo que puedo en mi boca hasta notar que estoy tocando la campanilla y los ojos se me llenan de lágrimas. Apunto un poco hacia abajo y dirigo el cañón con más puntería hacia el esófago y logro penetrarme oralmente tres centímetros más. El arco de metal que protege el gatillo golpea contra mis dientes inferiores. Miro la bola de espejos del techo y saco el arma.
No me gustaría tener que dar explicaciones de todo lo que hago o dejo de hacer.
Se me acaba el tiempo, tengo que proceder tal como estaba previsto. Compruebo que la ruleta tiene solo dos balas, le doy una vuelta al mismo y lo cierro con un movimiento de muñeca. El percutor está en posición de ataque.
Vuelvo a introducir el cañón del revólver en la boca y con ambos pulgares empiezo a apretar el gatillo, mirando un punto ciego entre la pared norte, al lado de tres lunares magenta. Pienso en Ruanda, en Sarajevo, en Bagdad. Pienso en la fatídica historia de la Humanidad. En las niñas vietnamitas violadas una y otra vez, en los negros del Bronx rajando una cara blanca y joven. Se que yo no tengo la culpa de nada y sonrío todo lo que me permite el revólver. Pienso en las mujeres, en el Titanic, en el World Trade Center arrasado, en los miles de folios que planeaban como dientes de león entre los cuerpos que se lanzaban al vacío y caían, como manzanas, encima de la cabeza del Planeta Isaac Newton.
Cuento hasta tres y aprieto con todas mis fuerzas el gatillo, mientras el percutor, en cámara lenta, recorre su corto camino como un martillo hacia un yunke, y mis ojos se fijan en el altavoz satélite Creative que susurra ?...no surprises, please?.

Todo ha terminado o acaba de empezar, porque no recuerdo haber nacido y, mucho menos, haber tenido vida.
Nunca sabré si he ganado la apuesta.

Ideas breves sobre la fluctuación de mi estado de desánimo

O como un leucocito perdido,
Quien sabe.
La fragilidad
O el desvarío
O el exceso de naturaleza muerta.
O como un terrón de azucar
Que se diluye
Y un parabrisas chirriante.
El estado de ánimo
Como paradigma del estado mental.
O un recorte de periódico
Con las letras cambiadas
Y el tubo de escape que se atraganta y tose.
La virtud
O la idea del Eterno Retorno
Como estilo de vitalidad.
Recibir dando
O el ruido monotono del intermitente
Que indica el camino hacia ningún sitio especial.
O un acorde límpio de órgano,
Del órgano de la catedral de Sevilla.
O un líquido semitransparente parecido al sémen
Con el que aliñar una ensalada de canónigos
Y palitos de cangrejo.
O una lágrima de bostezo que te calienta la cara.
Quien sabe.

Partes secretas

Te has ido esta mañana,
a tu casa
tus cosas y tu mundo real
pero no tengo miedo
porque creo en la pureza
en la simpología
y en la fluctuación
de lo efímero.

Salgo a la calle
y ya no tengo miedo

Curva 4

todo se resume en Ansia
y por muchos versos largos
o voces pasivas
que imagine
me basta una sola palabra
para describir mi estado de ánimo.

Porque cierro los ojos
y te veo durmiendo,
respirando despacio
y yo paso un dedo por tus labios
te relames y cambias de postura.

Porque cierro los ojos
y apareces bebiendo whisky con pajita
mirándome por encima del vaso
mientras yo me como las uñas desesperadamente
porque te encuentras
a dos sillas de distancia.

Porque cierro los ojos
y veo como te muerdes un dedo
para ver como mi diafragma explota
y me avalanzo sobre tí.

Porque cierro los ojos
y veo como te lamo los pies
y me dices que las uñas no las toque
y yo las toco
y saltas.

Porque cierro los ojos
y veo que, al fín,
has destruído mis
22 años anteriores.

Porque cierro los ojos
y te veo beber agua de mi boca
tragando salvajemente bocarriba
y somos cachorros de lobo
abandonados que nos mantenemos el uno al otro.

Por eso resumo la palabra Ansia
como
tiempo de espera
para ver con los ojos abiertos,
para continuar con nuestra maravillosa
lucha celular.

Acabo de darme cuenta
y estoy temblando:
me da vértigo la idea
de saber que siempre
te estaré esperando

CURVA 3

Cuando me miras
y yo miro tus ojos
olvido que lo que tú miras
es lo que yo nunca quiero ver
y miro las arrugas
de tus labios
e imagino que soy
un pez limpiafondos
enganchado para siempre

Cuando te lamo,
siempre que te lamo
verticalmente hacia abajo
y acabo anclado entre tus piernas
pienso en aquello que dije
de La Verdadera Disneylandia
y aunque mi madre me joda el poema
es necesario que sepas
que es tu alimento
el que nutre a partes iguales
mi decadencia
y mis ganas de ser mejor persona


Imagino que ahora
debería estar sonriendo.

Adán "sentimentalmente atrofiado" Schulz

17





No he vuelto a ver a Claudia después del ?incidente? de hace dos semanas en mi casa. Los pequeños cortes que me hice en los brazos y las piernas con los cristales del suelo, ya han desaparecido. No me queda ningún resto recordatorio de lo que aconteció. Mierda.
Hoy mismo le dan el alta a Eva y como su novio la ha dejado tirada tras el accidente (menudo ejemplar), voy a ir a recogerla yo mismo y la llevaré a su apartamento. Pronto podrá recuperarse del todo y volver a su trabajo con los delfines y esas mierdas que no comprendo. Puede que pueda comenzar de nuevo con su vida. Según me contó estos últimos dias, está en una especie de punto de inflexión y debe decidir.
Ayer salió una reseña de mi libro en todos los suplementos dominicales. Dicen que ?Adán Schulz se muestra más maduro que nunca, a pesar de ser uno de sus primeros escritos, rescatado por su editor.? Si alguien lo entiende, que venga y me explique. Estoy por llamar a la redacción de todas esas revistas de mierda de más de cien páginas en las que siempre ponen las mismas fotos de casas paralelepípedas decoradas con esmero ?mininihilista? y los mismos reportajes y entrevistas a personajes que nadie quiere saber lo que dicen. Pero no llamo, porque probablemente pronto me llamarán ellos. Jajaja.
El segundo café de la mañana termina de despertarme del todo y me prepara para salir a la calle, en dirección al hospital.
Odio contar escenas que ya han pasado. Así que prefiero no reproducir la conversación que tuvo lugar en esta misma habitación y que contó con mi madre como tertuliana, como mero mensajero o anfitrión. No voy a reproducir ninguna de las explicaciones de esa tarde. No merece la pena. Ya entenderéis mi bucle mental.

Hace un día magnífico. Son las once de la mañana y el sol está en lo alto, calentando todos los rincones de la ciudad con su brazo misericordioso. No hay ni una sola nube en el cielo, solo la lejana estela de humo blanco, que parece una uña cortada o un hilo de plata que está siendo atado alrededor de mares y continentes, y es la estela de un reactor. La cuidad ha despertado y se mueve como un enorme océano de aceite que bajo la superficie está dominado por las miles de autopistas que conforman sus corrientes líquidas. Hay un hombre vendiendo discos falsos sobre una manta roja muy parecida a las alfombras de las grandes celebraciones (lo cual conforma todo un elogio a la locura). Hay un hombre vendiendo cinturones de colores y juguetes manufacturados de ojos brillantes de muy distintas clases, entre las principales podemos destacar los ojos oscilantes de pupilas azules y sin pestañas, los ojos con pivote de pupilas marrones o verdes, los ojos litografiados de pupila negra y los ojos parpadeantes de pupilas azules y pestañas a elegir entre una amplia gama de negros y rubios, cuyo peinado (el del hombre) es lo más parecido a un nido de cigüeña. Hay un restaurante de comida turca con puertas batientes de madera pintadas de verde del que emana un embriagador aroma a curry. Hay una caja de ahorros atestada de mujeres. Un videoclub dominado por el color rojo, en cuya puerta, hay un display de cartón con la forma de Shrek, el ogro gordezuelo que te tiene que caer bien (a la fuerza) si quieres seguir perteneciendo al subgrupo social al que perteneces, entendiéndose la utilización del verbo pertenecer (segunda conjugación) como abreviatura de candado-de-doble-cierre-que-no-puedes-abrir. Hay un viejo sentado en un banco leyendo un periódico de férreas ideas políticas. Hay un chicle de fresa pegado sobre la acera junto a un papel de color amarillo deslucido que te invita a asistir a un curso de Pensamiento Positivo (primera sesión gratis). Hay un perro ladrando desde un balcón del primer piso. Hay un sonido persistente y ligeramente evolutivo de coches acelerando en la calle contigua, en la que se encuentra mi parking al lado de una joyería que ha sido tres veces asaltada en el último año. Me viene a la mente una escena de emboscada de principios del siglo pasado con bandoleros asaltacaminos como protagonistas.
Giro por la primera esquina a mano derecha mirándome los zapatos negros de piel de ante. Una especie de ?botitas socialistas?, si se me permite la expresión. Voy dando pasos grandes, escuchando el sonido de mis suelas sobre la acera. Mis pantalones de pana de color marrón oscuro se cimbrean acariciándome los muslos de esa manera tan especial y cariñosa en que un pantalón se cimbrea y te acaricia las piernas el primer día depués de una depilación intensiva de la zona haciéndote sentir ligeramente expuesto y desnudo como el primer día de primavera que utilizas camisetas de manga corta o el primer día de otoño que utilizas camisas de manga larga.
La escena va sucediendo con un tempo bajísimo, como filmada por una de esas cámaras ultralentas de documental de la BBC que graba las ondulaciones del cuello de un Ánade Real en vuelo o el disparo contundente de las mandíbulas de cierto pez que no recuerdo. Si alguien se fijara, podría llegar a ver como en mi sién, una pequeña vena tictactea al mismo ritmo que mi corazón y tres veces más rápido que mi caminar. Podría llegar a ver como mis ojos se tuercen a izquierda y derecha, como la señal luminosa del parachoques del coche fantástico, mirando todos los escaparates y todos los carteles que en las paredes están pegados. Asimilando la fuente de cada cartel, desaprovando las escasas dotes de mercantilismo de ciertos comercios de barrio, inspirando profundamente al recordar los ceros de mi tarjeta de crédito.


Ahora estoy dentro de mi coche, aparcado en el parking privado en el que una plaza de coche te sale por unos 12.000 euros. Ya he metido la llave en el contacto, solo falta girarla en ángulo recto, escuchar el motor encenderse, retroceder cuarenta y cinco grados de dicho ángulo de noventa, mirar instintívamente el retrovisor, carraspear, dejar el teléfono movil en el asiento del copiloto, encender el reproductor, subir el volúmen hasta el número treinta, pisar el embrague con el pie izquierdo, jugar con la marcha antes de meter primera (nunca me gustaron las marchas automáticas porque no te permiten impresionar a tus amigos con una bonita deceleración utilizando la propia aceleración y revolución de cada cambio manual), soltar despacio el embrague y hundir el pedal acelerador apenas unos cinco o seis grados con el pie derecho para salir del parking e ir hasta el hospital.
Nunca viene mal tener en cuenta todos estos actos que se realizan de forma automática porque nunca se sabe si los vas a volver a repetir y algunos de ellos te gustan.







18



Tardé media hora en llegar al hospital. Una vez en compañía de Eva y tras rellenar unos impresos y coger algunos objetos que le servían de distracción durante su largo encierro, nos dirigimos a su piso, a unos veinte minutos de mi hogar.
Era un piso pequeño y desordenado. De unos setenta metros cuadrados con paredes de tonos azulados. La cocina estaba revuelta pero sin platos en el fregadero. El salón estaba saturado de revistas médicas y veterinarias. Algunos libros yacían cerrados sobre el sofá, acumulando polvo. Me llamó la atención un cuadro de Tamara de Lempicka que colgaba junto al televisor, una mujer muy de moda en aquellos tiempos.
-Siento mucho que tengas que ver todo este desorden, qué vergüenza...
-Hace falta un poco de desinfectante en esta casa, no me extrañaría ver alguna que otra cucaracha americana por aquí. ?Eva estaba un poco desconcertada por la situación, porque no podía andar bien (utilizaba muletas), estaba la casa revuelta y se sentía encerrada en una tesitura que ella misma había provocado, contándole toda su vida a Adán, que al fín y al cabo no era más que un desconocido-. Era broma. Relájate, deberías estar felíz de volver a estar en tu pequeño hogar, rodeada de tus cosas. Venga, estírate en el sofá, tienes que tener los brazos cargados. ?Se acercó estrepitosamente hasta el sofá y se dejó caer como un sacó de arroz, esparciéndose caóticamente y acomodando sus pocas carnes a la horizontalidad-. ¿Quieres que te prepare un café? Quiero decir, si tienes café, podría preparar unas tazas.
-Sí, tiene que estar en aquel mueble de allí.-mientras ponía la cafetera en el fuego, utilizando un encendedor de cocina de esos que me hacen tanta gracia porque parecen un aturdidor de la policia versión light, Eva ordenó la mesita. Era una buena chica, quizás demasiado inteligente para no tener problemas mentales, pero buena chica al fín y al cabo y era la dueña de uno de los mejores cuerpos que he visto en mi vida (tal vez la razón principal por la que ahora estoy preparando café en la cocina grasienta de un piso de setenta metros cuadrados. Y es que nunca se puede confiar en el subconsciente ni hacerse el listo.).
Estuvimos charlando sobre muchísimas cosas. Tantas que ni recuerdo. Y llegó la hora de comer. La hora de hacer algo con nosotros. Mientras hablábamos del hijo de puta de su exnovio noté como se ponía tensa y empezaba a sudar.
-Necesitas un buen masaje, ven aquí. ?me acerqué a su posición y la ayudé a que se tumbara bocabajo en el sofá. Llevaba puesto una camiseta estrecha de algodón de color negro y unos pantalones vaqueros apretados y desgastados por el culo, de esos que ya se venden así y nunca comprenderé. Entre las arrugas finales del pantalón se podían ver unos pies pequeñitos y embutidos en calcetines de color rosa chicle con la parte del talón algo ennegrecida. No paraba de mover los dedos de los pies. Mientras le masajeaba la zona lumbar, empezó a hablar de una película:
-...¿no la has visto? Es un peliculón. Va de una profesora de piano que vive con su madre. La madre es una mujer terrible que la trata como si fuera imbécil. Una de esas madres rocambolescas del cine. Con una autoridad tremenda. Puro fascismo del hogar.
-Me quedo con esa frase para un posible relato.
-Vale. ?cada vez hablaba de forma más entrecortada, disfrutando de cada movimiento de mis manos y cada palabra sibilante-. Pues la mujer, dentro de su coraza, está destruída por culpa de la madre. Y se autolesiona con regularidad para intentar olvidar todo ese dolor psicológico que le produce la mujer que la trajo al mundo. Y conoce a un joven estudiante del que se enamora. ?empecé a hacer movimientos más férreos e intencionados y me vino a la mente una frase muchas veces repetida a lo largo de mi vida: ?la polla que te engendró te hará mujer?-. Y... disfrutan de sus cuerpos... y ella... ?giró la cabeza hasta conseguir mirarme, con las mejillas coloradas y despeinada- se dio cuenta...de lo que verdaderamente sufría... en todo momento porque...nadie...podría llegar a... comprenderla... y a darle lo que ella necesitaba... ?Tenía el labio inferior brillante y los ojos quemaban, quizás, por culpa de muchos meses de abstinencia sexual obligatoria. No pude evitar poner las manos en forma de garras y arañarle la espalda lentamente, mirándola con mis ojos derretidos de lava a sus ojos llameantes y húmedos. Ella puso cara de ligero placer infrahumano y mi mano derecha saltó contra su cabeza, tirándole hacia atrás de los pelos, haciendo que su cuello quedara expuesto en toda su plenitud, para abalanzarme sobre el mismo y morder y babear y besar y chupar y lamer con la velocidad de un demonio enloquecido que busca entradas-orificio por las que escabullirse y corromperlo todo desde el interior.
Los gemidos rebotaban en las paredes y Eva permaneció inmovil mientras yo asediaba su cuello y su cara, que cada vez estaba más colorada y más brillante. Mordía sus labios, los chupaba de tal manera que un hilillo de plata (como el que esa misma mañana ató cielo y tierra) unía nuestras bocas. Le mordía los hombros, notaba como crujían en mi boca las venas del cuello. No era pasión, era una violación consentida, un asedio en el que la catapulta era mi boca.
A los pocos segundos le destrocé la camiseta de algodón con mis garras de gárgola, le rompí el sujetador por la zona del cierre y le arañé la espalda mientras miraba sus hombros, perfectamente modelados y desplazados hacia arriba debido a la posición de los brazos. Con enérgicos movimientos de mis potentes brazos le quité el pantalón haciéndole daño en sus débiles y destartaladas piernas delgadas. Desintegré las bragas de color rosa en menos de cinco segundos, me quedé parado delante de un culo pequeño pero redondo, etimológicamente entrañable, y en ese sofá viejo fue donde nuestras vidas descarrilaron conjuntamente, durante dos largas semanas de fiebre y lascivia antes de convertirme en pura estepa siberiana.



Yo la quería por aquel entonces. Y debo decir que todos estos breves finales trágicos que se van sucediendo a lo largo de mi vida no son culpa del azar o la adicción. Solo hay un culpable.

Eva era una buena mujer, ya lo he dicho, pero lo que falló entre nosotros es que yo no soy un buen hombre. Lo confieso, soy un buen amante (y no porque haya estudiado técnicas orientales de estimulación femenina ni piense que lo importante es hacer gozar frente al propio goce personal en sí), pero como acompañante o compañero dejo mucho que desear ( tanto que mis virtudes pasan desapercibidas). Como ente social, rodeado de personas sociales, soy un desecho. Porque no soporto la desidia, ni la dejadez, ni el conformismo con el que últimamente se tiñe todo. No soporto algunas contestaciones inocentes o un gesto de pesadez inconsciente. Jamás.

La última vez que vi a Eva fue de madrugada en mi casa. Ya llevaba yo unos días soportando cierta carga negativa que no me tocaba soportar y como se suele decir en estos casos, una gota colmó el vaso (de chupito en mi caso). Estabamos jugando al dolor, con las uñas, con los dientes, con una percha de hace veinte años, con un mechero, con un imperdible, con un matamoscas y con unos cuantos objetos fálicos y semifálicos que no quiero enumerar, ya se sabe, botellas, desodorantes, velas, martillos, cucharas, floreros pequeños, hortalizas...
Tenía dentro de la vagina un cirio y los pezones arañados cuando me dijo que me amaba. Yo estaba concentrado en mi tarea, imaginándomela con sus delfines, echando pescados muertos al estanque o directamente a la boca en forma de sierra de esos bichos con cara de simpáticos que te pueden arrancar una mano de un mordisco, de rodillas frente al cubo del pescado y con el pelo recogido en un moño embutido dentro de un gurro de nadadora Speedo. En el plano vital ella me decía que me amaba por encima de todas ?las cosas?, que lo quería todo de mí a cualquier precio, dispuesta a entregar su vida en sacrificio su hiciese falta. Yo pensaba en un tiburón blanco partiendo por la mitad a sus delfines que por un chasquido de dedos, tenían la capacidad de comunicarse con Eva y le decían (mientras unas lágrimas brotaban de sus ojos) ?ayúdame, lánzate al agua y pelea con ese tiburón que me ha partido por la mitad, seguro que desde ahí arriba puedes ver mis órganos vitales, zorra?. Ella me decía que le gustaría tener un hijo conmigo, que fuéramos al parque a pasear y comer sandwhiches vegetales. Yo ya estaba en el parque, imprimiéndole velocidad al columpio de mi nuevo hijo de tres años, cada vez con más insistencia y fuerza, hasta que salía volando a unos tres metros del suelo y caía encima de uno de esos arbustos robustos de baja altura, con tal mala suerte que una de las ramas más gruesas le atraviesa la cabeza de sién a sién dejando escapar de su boquita postbebé unos lindos sonidos guturales y ahogados antes de que empieza a salir sangre y se le quede la lengua colgando como a un cordero de matadero. Ella me dice que quiere vivir aquí conmigo como una pareja estable y felíz, que al fin y al cabo, según su criterio, es lo que somos. Yo pienso en masticarle un poco más los pezones y echarla a patadas de mi casa antes de que lo ensucie todo con su triste filosofía de barrio obrero en decadencia tras cerrar la fábrica. Y eso es lo qué pasó. Expulsé toda la maldad que tengo metida en la cabeza y todo se fue lavabo abajo (incluída Eva) quedándome impoluto, bautizado y nuevo.
Al poco decidió suicidarse.















19 (Fragmento de la última conversación Adán Schulz ? Francisco Vázquez de Seoane)

?Lo que te digo es que siento la imperiosa necesidad de huir de todos vosotros. Estoy seco. El arte dura poco. Tampoco tiene nada que ver que no pueda concentrarme en escribir nada nuevo, no tiene nada que ver que ya no tenga nada que contar, aunque ahora que lo pienso, puede que si que influya. Lo que te digo es que no tengo por qué aguantar este nudo en la garganta y estos dolores estomacales, joder. No soy un puto mártir de la causa literaria y no quiero acabar como Sánchez Dragó, eyaculando interiormente y fumando porros en la casa de Gran Hermano. Estoy cansado de esta vorágine que tanto me gusta. Claro que es contradictorio, coño, no entiendes nada. De eso mismo se trata. Ha llegado el momento de dar un paso adelante o caer para siempre en la puta mediocridad. Voy a contarte un secreto...¿recuerdas a Claudia? Sí, ya se que se marchó y no hemos vuelto a saber nada de ella, de eso te quería hablar. Una semana antes de enterarme de que se había pirado para no volver, pasó algo entre ella y yo en mi casa. No se qué me ocurrió pero no pude contenerme y ciertamente ella tampoco se quejó mucho. El tema es el siguiente: la asalté y me la follé. Casi se podría decir que fue una pequeña violación consentida. El secreto es que cuando se fue de mi casa con las mejillas rojas, me sentía terriblemente bien por haber hecho lo que había hecho. Me sentía muy bien por haberla abordado de aquella manera. Claro que no es nada raro, por eso mismo. En esas primeras horas después de la movida, me notaba enamorado de mí mismo y con Eva, la chica del hospital, también me pasaba, me adoraba a mí mismo por encima de todas las cosas y eso me da mucho miedo porque puede que haya llegado uno de esos momentos en la vida de un hombre en que tiene que huir de todo porque nada le convence, nada le gusta y nadie tiene la capacidad necesaria para gustarle. Hablo de amor, joder. Hablo del sentimiento que me nace en la boca del estómago y se propaga por todo mi puto organismo y no puedo vomitarlo y expandirme. Me refiero a que no hay nadie en este puto mundo que me haga sentir bien, sentirme querido de manera real y sana. Y es catastrófico porque se me ha olvidado lo que se supone que tengo que pensar. Soy un demonio. No tengo la capacidad de amor que todo el mundo tiene, solo quiero destruir en cualquier sentido posible que se me brinde. ¿No te das cuenta? Cuando acabé en el hospital no intentaba suicidarme, evidentemente. Sólo quería destruir cualquier cosa que estuviera a mi alcance y dio la casualidad de que era yo mismo. No se si lo entiendes pero he perdido toda la humanidad por el camino que me ha llevado a esta tranquila estabilidad física y monetaria. Y si te digo la verdad, todo eso me la suda, amigo. Lo que me preocupa es mi nihilismo infundado. No entiendo porqué no me importa nada de lo que tiene que importarme, joder. No comprendo por qué no soy uno más, con sus colecciones de motos de carrera y sus periódicos deportivos. Tampoco pido tanto, solo quiero un poco de estupidez y de simpleza. Quiero tener a alguien en la cabeza todo el día, pasarlo mal porque no estoy junto a esa persona, llorar en la cama adoptando la forma de un riñón enfermo de cáncer porque me ha dejado para siempre, intentar salir del hoyo, escribir cartas de amor, hacer locuras por alguien. Joder. Quiero sentirme vivo al verme reflejado en las pupilas de otra persona. Y no lo consigo porque soy diabólico y nadie parece darse cuenta...Sí, creo que tengo una crisis emocional. Lo dicho, ya nos veremos.?

Adán "oh no" Schulz

16a




Cuando llama Claudia a mi puerta, tengo la garganta como papel de lija y unos gases raros en el estómago que me hinchan la barriga y hacen que tenga ganas de tirarme veinte pedos muy sonoros agarrado con ambas manos a la taza del váter. Pero, evidentemente, no puedo hacer eso ahora porque Claudia ya está aquí, sentada en el sillón y mirando unos papeles que ha traído, mientras yo, preparo un vodka con naranja para mí, y un zumo de piña para ella, mirando de reojo, con mi visión periférica en blanco y negro, cada pequeño movimiento de los brazos de mi invitada, que es la más fiel representación viva de la Venus de Milo y de la canción de Miles Davis de mismo nombre. Es una mujer de acordes tomar. No dudaría en ridiculizarte si se ve agredida. Yo tampoco.
Conteniendo todo el aire que mis entrañas han generado, deposito los vasos sobre la mesa de cristal y pongo en funcionamiento, desde el mando a distancia, el cd tres del cargador del equipo de música minimalista. Suenan los primeros acordes del Disco Blanco de los Beatles.
Hablamos durante una hora y diez minutos sobre los diseños recientes en los que está trabajando y sobre la portada del libro de relatos que me acaba de hacer un poco más famoso y rico. Dice que le pareció muy adecuado que yo no saliera en la portada, algo que le agradezco enormemente y que ha añadido varios puntos extra a su papeleta de Mujer-que-necesito. Pienso que no hay tregua y que perder el tiempo y ser estúpido (en el sentido más nietzscheano de la palabra y en ese orden) son las dos cosas que no me puedo permitir, ya se lo que es la muerte y el coma, y estoy en pleno derecho de pensar que cada segundo de mi puta vida es de oro y esta mujer no está pagando nada. Tengo ganas de gritar, pero se asustaría y recogería sus papeles con dedos veloces y yo vería en tercera persona como el vaso de agua que me separa de la locura extrema se llena gota a gota y podría observar como un gesto del cuello de Claudia basta para hacerlo rebosar y darlo todo por perdido sabiendo que no hay marcha atrás posible a estas alturas de la película de nuestras vidas y no tendría más remedio que saltar sobre ella y dejarla inmovilizada con mis pezuñas de macho cabrío, arrancarle la ropa a bocados y lamerle la cara con mi lengua putrefacta y mi saliva fluorescentemente corrosiva, abrasarle los pechos con mis palabras guarras de desesperación y mis ojos encendidos de muñeco de feria y mis alas negras distribuyendo las nuevas corrientes de aire, soltando plumas por toda la habitación mientras con mis garras de gárgola victoriana le aprieto el cuello y con mi pene en forma de cetro con gemas en la punta, la dejo horrorosamente preñada de criaturas de dificil comprensión y dos cabezas...
-¿Tú cómo lo ves?
-Eh...¿Qué? ?Me ha pillado.
-Que si te gusta la portada.
-Sí, sí, me encanta que al final te hayas dado cuenta de que no me gusta salir en ellas con cara de enfant terrible.-Estoy sudado. Bebo.
-Ya te he explicado toda mi teoría al respecto de los libros con foto del autor en la portada y en este ejemplar no era necesario. Bueno, ¿qué tal estás? ¿Andas metido en algo?. ?debería saber a qué se refiere con ese ?algo?, pero estoy tan contrariado que lo veo todo borroso y huelo a azufre. No se qué me pasa pero, creo que esta mujer despierta la bestia que llevo dentro, y estoy en peligro.
-Pues... ?me sorprendo mirando fijamente su cuello, firme, largo, y terso como el tacto de una pechuga de pollo cruda y sin piel.- la verdad es que no se en qué ando metido ahora mismo, estoy... abrumado por los hechos. ?afirmo con la cabeza, mirándole directamente al ojo derecho intentando pasar por alto la estampación de su camiseta (I hate love). Ella pone cara de sorpresa y se rasca la oreja, lo que cual me produce un terrible dolor de corazón y noto como las arterias principales se van colapsando debido a colesterol tipo-claudia-bajo-las-nubes.
La conversación continúa en sengudo plano. No puedo concentrarme en nada que no sea el cuello de esa mujer o su boca. Creo que ella se ha dado cuenta desde el principio (si no ha sido así es que la enferma aquí es ella) pero intenta no darle importancia porque le gusta sentirse adulaba, aunque sea de esta manera tan demente y visceral.
Pasa otra hora y diez minutos y mientras hablamos de los Beatles y de su papel dentro de la historia del ocultismo, voy tranquilizándome porque me he bebido consecutivos vasos de vodka con zumo de naranja, de pomelo y almíbar, y el alcohol, contrariamente a lo que ocurre en casos típicos de hartazgo de vida, me apacigua y me hace ver las cosas con más frialdad y determinación. God Bless Alcohol.









16b (O perspectiva emocional y levemente anodina de la situación desde el estereotipo de mujer licenciada en diseño en la década de los noventa y desarrolladora de portadas de libro de escasa consistencia histórica)






?...y no me gusta ir a las casas de la gente que no conozco mucho porque se crea una especie de vínculo falaz entre el invitado y el anfitrión que no puede acabar en nada bueno debido a los insistentes impulsos de ambas partes por agradar y parecer la persona más sana del mundo. Por eso no me ha gustado que Adán me llame diciendo que vaya directamente a su casa, pero al mismo tiempo no he podido decirle que no, porque soy gilipollas y veo cualquier cosa como oportunidad única para el comienzo de ?algo?, aunque las personas implicadas no me atraigan en absoluto o sepa cuales son sus jugadas con antelación. De todas maneras, este no es el caso de Adán, porque Adán es una persona enigmática y no consigo ubicarlo en una u otra descripción. Nunca muestra nada de sí mismo, solo en sus libros y muy entrelíneas (sin tener en cuenta este último libro de relatos de tiempos pasados en el que se esplaya tranquilamente en anécdotas de su propia vida, sin temor a camuflarlas, y nos deja esbozar un pequeño esquema de su personalidad y placeres) haciendo que tengas que leer dos veces el libro para darte cuenta de todos los pequeños detalles sacados de conversaciones o historias paralelas reales y que, sin duda, son las responsables de las superventas. Pero lo más curioso es que él no se da cuenta de esos detalles solapados y piensa que la Humanidad es estúpida y solo quiere carne. Algo que por otra parte no es falso pero no del todo riguroso.
He llegado a su puerta justo a la hora indicada y Adán me ha hecho pasar diciendome que me sienta como en mi propia casa, un detalle por su parte, teniendo en cuenta que mi casa no vale ni la tercera parte de lo que vale la suya. Así que me senté en un finísimo, pero algo pasado de moda, sofá de tres plazas y esparcí en una mesa baja, unos papeles con los bocetos y las distintas ideas que tuve en su momento para la portada de su último libro. Enseguida me preparó un zumo a petición mía y charlamos sobre el asunto de las portadas. Lo noté muy desconcertado, como si no le gustara nada de nada todo lo que le estaba explicando sobre mis teorías acerca de la compra compulsiva de libros con títulos de una sola palabra y los colores complementarios. Creo que es un hombre muy sobrio en este aspecto, alguien que se toma muy en serio su trabajo a pesar de lo que pueda llegar a decir en una cena informal.
Al cabo de un buen rato, puede que más de una hora, cambié de conversación porque veía que no llegaba a ninguna parte y pronto nos quedaríamos callados y no podríamos ya retomar ninguna conversación interesante. Y fue en este cambio de conversación, mientras le preguntaba sobre su vida en estos ultimos tiempos, cuando noté que no dejaba de mirarme el cuello y la camiseta. Una camiseta que me regaló mi amiga Bárbara bastante ceñida. Vi como estaba sudando y se ponía colorado a ratos, como si le estubiera costando horrores estar ahí sentado aguantando todo el vendaval. Entonces yo me puse nerviosa y empezaron los picores. No paraba de rascarme las orejas y la nuca. Me picaban las piernas pero me daba vergüenza tener que desviar su mirada hasta ellas. Estabamos en una situación embarazosa porque la conversación se estaba acabando y no veía futuras grietas por las que escabullirme y preguntar. Él no aportaba nada a mejorar la comunicación porque estaba absorto. Se limitaba a beber contínuos vasos de vodka.
Me levanté, apurando mi zumo de piña y le dije que se me estaba haciendo un poco tarde, que tenía que ir a casa a preparar unos documentos antes de que fuera ?demasiado tarde? y perdiera mi cita con John Richardson, un cliente americano. Entonces Adán también se levantó y vi en su rostro la lascivia de alguien que tiene que hacer algo y no le queda tiempo para dar explicaciones y rodeos. Vi como sus ojos se fijaban casi por primera vez en los míos. Y tenían el peso de un ancla de barco. Vi como estaban enrojecidos mientras daba los cinco pasos que nos separaban. Entonces fue cuando dijo algo que me dejó helada, tan helada que seguro que se me notaban los pezones a través de la camiseta. Terrible. Me dijo ?Hostiaputa, estás muy buena?. Horror. No esperaba algo así de alguien como él. Tendría que haber dicho algo como ?Claudia, siento el terrible impulso de...? o ?Claudia, necesito que te quedes un poco más?, dejando arrastrar la ese. Pero no. Simplemente dijo ?Hostiaputa, estás muy buena? y se me cayó el alma al suelo. Ahí si que me quedé parada como nunca en mi vida. Podría haberme violado y no hubiera ofrecido resistencia, de hecho, estaba tan contrariada que no sabía si tenia que quitarme la camiseta y enseñarle los pechos, o decirle gracias y marcharme dándole dos besos y hasta otra. En cambio él, dio los pasos que tenía que dar y me puso una mano en el hombro mientras que con la otra me revolvió un poco el pelo, como un tío lejano revuelve el pelo a su sobrino travieso. Me puse más colorada que él y sonreí. Pero sigo sin poder decir y hacer nada. Volvió a quitar sus manos de mi hombro y mi pelo y se fue al mueble-bar (a unos doce pasos) a preparar una bebida.
Yo no sabía que hacer y me empezaba a dar vergüenza estar tanto tiempo ahí parada como un cartón. Estuve luchando para poder moverme y cuando al fín lo conseguí, Adán ya estaba de vuelta con un vaso de vodka en la mano izquierda y una sonrisa lasciva en el rostro. Yo dije algo así como ?Bueno, yo...? pero me mandó callar con el dedo índice de la mano derecha sobre mis labios y después de dar un enorme trago de su bebida, lanzó el vaso contra el suelo y con los dedos índice y medio de la mano izquierda que ahora estaba libre, me acarició el cuello. Es ahí cuando empezaron a temblarme las piernas por el miedo de lo que estaba ocurriendo, el surrealismo de toda la tarde (que la recordaba como si fuera un sueño) y la excitación (hacía ya un tiempo que no me tocaban el cuello de esa manera). Y no paraba de pensar en el vaso roto en el suelo. Descubrí que Adán tenía esa característica de hombre-animal que muy pocos tienen. Que era uno de esos escasos hombres que te dejan agilipollada cuando empiezan a mandar y solo puedes obedecer, porque así lo quiere la naturaleza de las hormonas. Por lo tanto yo, me limité a estar quietecita mientras me besaba en cámara lenta, pasando la punta de su lengua por mis labios mientras me miraba fijamente, hipnotizándome.
Reuní todas mis fuerzas para decirle con voz temblorosa algo así como ?Adán...esto no debería...tengo pareja?. Y él solo dijo ?Shhh? a la altura de mi naríz. Acababa de perder una de mis últimas oportunidades de salir airosa de aquel incidente, solo me quedaba el acto reflejo de rechazo, pero lo que ahora me preocupaba no era Adán Schulz y todo lo que ello representa. Lo que ahora debía contestar era mucho más jodido: ¿Quería yo, Claudia, salir de aquella situación embarazosa??

Claudia




16c (O cómo el padre de la criatura nunca supo que esa tarde-noche fue engendrado el hijo bastardo más bastardo de Occidente)






A partir de este momento el torbellino de acontecimientos me supera. Estoy llevando a cabo una de mis metas sexuales más preciadas. Es un momento que voy a recordar el resto de mi vida. Se que siempre voy a tener presente este cuello salomónico.
A pesar de la revelación de Claudia (vale, tiene novio, pero no se ha opuesto en ningún momento, ha sido una especie de pequeña coraza que ha dejado entreabierta para que yo decida por los dos, olvidándose del mundo que nos rodea y rodeará cuando acabe esta escena y cediéndome todo el peso de la misma) no puedo echarme atrás ahora. Estoy besándole la barriga, a Claudia, mi meta, tumbado encima de ella, desgarrándole la camiseta y el resto de sus ropas y conjeturas mentales con la intención de materializar una metáfora arriesgada sobre un suelo lleno de cristales y restos de vodka con zumo de pomelo. Tenemos cristales clavados y nuestras bocas saben a nosotros mismos y a nuestras sangres. El bautismo de San Juan, montaje del director.

Cuerpos entrelazados, costillas que se complementan, bocas que dejan de ser bocas y se transforman en valses musculares. Brazos como muelles enganchados a otros muelles como tentáculos. Pies como pivotes de pinball articulándose enloquecidamente como coletazos de atún moribundo. Rodillas contra rodillas que parecen islas desiertas, flotando en un mar de huesos molidos y espolvoreados sobre infinitos litros de horchata. Cavidades cavernosas como acantilados rocosos de un cuadro de Dalí. Fluctuaciones indeterminadas en el espacio-tiempo en forma de falo arrugado que se cobija y se cobija y se cobija entre las cortinas de carne del teatro donde se está representando la obra escrita por un chaval deprimente y deprimido que a su vez está siendo representado por la misma obra deprimente y deprimida que ha escrito en estado de éxtasis divino, bajo la presión de toda una familia de pingüinos que no sabe pagar facturas (por no decirlo de alguna manera narrativamente rompedora y que pudiera desviar la atención hacia los verdaderos temas importantes en la vida de este muchacho tan necesitado de solvencia fiscal, paz, tranquilidad y estabilidad). Y al final de la maniobra de reinserción, el liquido de la vida que estalla, (como estalló en su momento el planeta Tierra antes de toda esta mutación del tiempo, inundando la vida de millones de almas afectadas por las pequeñas barbaries que se cometen a diario en el interior de todos los hogares de esta parte del mundo, tan rarificada (la parte del mundo) que casi parece una región lunar capitalista) introduciéndose por el caminito de baldosas de oro que llega hasta el epicentro del terremoto de la creación de la vida y saludando con la mano, si fuera posible, con acritud, a todos los que deciden malgastar la única posesión que se tiene: la vida.
Ahora...justo ahora, oliendo los restos del Big Bang, entre este segundo y el siguiente, ¡click!...estoy vivo.

Adán Schulz, capítulo 15

15


Al fín me enteré de lo que me pasó hace dos meses y algunos días. Me lo ha contado Eva. Me ha dicho que intenté suicidarme o al menos eso creen todos. Me encontraron mucho alcohol y pastillas y drogas. Por lo visto acabé con todas las reservas del mueble del salón. Ya sabes, de todo un poco, cocaína, marihuana, diazepam, tetrazepam, speed... Según le contó mi madre a Eva y ella me ha contado a mí esta misma mañana, un vecino me encontró semidesnudo, tirado junto al ascensor. Mi cuerpo reaccionó de manera negativa a toda esa mierda y bueno, el resto ya se sabe.
Lo que no va a ser tan fácil de explicar es la causa principal (si es que existe). A estas alturas no voy a negar que soy pura contradicción pero quizás solo yo se que no pretendía quitarme la vida. No era más que una limpieza. Como cuando la mamá hierve el biberón. Quizás lo mejor sea no dar tantas explicaciones. Pobre gente, cada día que pasa me vuelvo más y más imposible. Compadezco a todo el mundo que me quiere.

Los días siguientes pasan volando entre visitas y charlas con Eva sobre el devenir del mundo, la democracia como el mejor de los peores sistemas políticos humanos, el fútbol y demás deportes ridículos, mis libros y sus tonterias, su vida sentimental y sus insectos, la comida vasca y las especias hindúes. El hecho que destaca por encima de todos los demás hechos no por ello menos importantes, es la visita del viejo Seoane acompañado de Claudia, la diseñadora de la Fnac. No esperaba ver a esa mujer junto con el viejo Seoane y sus dos copas de champán. Le dije que debería haber traído cuatro porque había hecho una nueva amiga. A lo que contestó lo de siempre, que no perdía ni un segundo, añadiendo un nuevo final: ni aunque me topara con el coma más profundo de la historia de la gramática. Hubo risas por parte de todos y un pequeño plop inaugural al abrir la botella.
Claudia es una buena mujer, no tan portentosa y tan jabata como mi difunta amiga que en paz descanse pero siempre está envuelta en un brillante halo de lascivia del que parece no percartarse. Le pasa lo que a muchas mujeres que han nacido con estrella. Hagan lo que hagan y estén como estén, siempre son insuperables. Aunque se acaben de despertar y tengan la barbilla llena de baba reseca. Aunque no se duchen en una semana y tengan los pelos de las piernas como los de Macario. Aunque les encante comer pipas de calabaza. Ellas siempre están al límite de sus posibilidades exteriores. Turban el ambiente con su santa presencia y a muchos tipos se les queda cara de gilipollas y no saben que decir y solo sueñan despiertos y fantasean con tirarlas sobre el sofá y no soltarlas hasta que uno de los dos muera de cansancio (esto me recuerda algo).
Pues sí, fue una curiosa tarde aquella en que nos reunimos los cuatro, el viejo Seoane, Claudia, Eva y yo, en aquella habitación de hospital que ahora pierdo entre la bruma de la mala memoria y me parece tan lejana, aunque solo haya transcurrido una semana desde que me dieron el alta.
Ahora estoy en mi casa de nuevo, repasando unos textos sin prestar demasiada atención, escuchando una de mis canciones favoritas (Straight, no chaser de Miles Davis y John Coltrane) y bebiendo whisky. Estoy repasando todo lo acontecido en los últimos meses y dándome cuenta de que mi vida no tiene principio ni fín, es solo un pequeño cordel de historia que continúará por ambos extremos cuando yo no esté presente. Ayer llamé a Eva al hospital. Dentro de dos semanas le darán el alta definitiva, aunque tendrá que asistir durante algunos meses a clases de rehabilitación para volver a caminar con normalidad. Me ha contado que no le gusta hablar por teléfono porque tiende a sincerarse más de la cuenta, de hecho ya lo estaba haciendo, así que no ha durado mucho la conversación. Mañana iré a verla. Mientras tanto, en el mundo real, esta noche tengo una cena con el viejo Seoane. El muy cabrón puso a la venta el libro de relatos durante mi período en coma y ha logrado vender lo imposible. De hecho, se ha convertido en mi libro más vendido y todos nos hemos hecho un poquito más ricos. Parece que el agua vuelve a su cauce natural.
No he follado desde antes del coma y noto como si los huevos me pesaran un quintal. Así que he llamado a una de esas casas de putas de lujo, que te mandan a una señorita que va a tu casa con ropa sexy pero glamourosa y te entretiene de buena gana e incluso te da conversación. Una tal Anna se supone que está en camino. Morena, metro setenta y tres. No se más. Igual es la hija bastarda de algún magnate de la construcción arruinado, acostumbrada al lujo y esas cosas. Estar solo tiene cosas buenas.

Siguiente:
1- Llega Anna y follamos de forma convencional. Sin estilismos ni estiramientos previos.
2- Voy a cenar con el viejo Seoane. Hablamos de ventas y beneficios.
3- Mientras cenamos suena el teléfono. Es Claudia. Quedamos para vernos al día siguiente y mirar unas fotografías.
4- Estoy erecto.
5- Llama Roberto, un amigo del viejo. Vamos a su casa a beber whisky. Vomito sobre la alfombra del salón y todos (el viejo Seoane, Roberto, Esther, María y Andrés, todos amigos del viejo Seoane) ríen.
6- Todos me caen mal menos el viejo y me voy a casa.
7- Llamo a Eva por la mañana y me vuelve a decir que no le gusta hablar por teléfono porque no logra concretar el tono de su interlocutor y se siente abrumada por las posibles coñas que se puedan estar efectuando al otro lado del hilo.
8- Voy al hospital. Ya le han quitado las vendas de la cabeza y compruebo que es una bella mujer de rasgos delicados y piel de porcelana. La cicatriz le sienta bien.
9- Hablamos del películas de Peter Sellers. Ella dice que no le gusta el papel de presidente de los Estados Unidos en la película de Kubrick porque le inquietan las calvas postizas sobre la cabeza de Sellers, que le da miedo en todos los papeles de esa película, porque dice que hay un matíz oculto en su mirada.
10- Le doy un beso en la frente y me voy a mi casa a comer.
11- Llamo a Claudia y le digo que venga a casa si no le importa. Acepta.
12- Vuelvo a estar empinado.

Piloto Automático (¿puedo saludar?)

Tengo frío desde hace más de mes.
Es una especie de adicción.
Tengo la necesidad de teclear
y rellenar páginas con descripciones,
contar por contar cosas que
no son reales pero lo parecen,
aunque no tenga nada que decir.
Y eso es lo que me pasa ahora.
Tengo que rellenar muchas hojas en blanco
(tictacteo sobre el cursor vertical de la parte derecha de la pantalla
y miro la infinidad de hojas en blanco que podría llenar de mierda)
y no tengo ninguna anécdota
o historieta en mente para proyectar.
Voy suprimiendo párrafos entrecortados
que no tienen nada que ver con el siguiente.
Un espejo que se agita sobre su cáncamo en medio de un terremoto.
Intento poner en orden todo este endo-desorden
aunque no sepa muy bien si merece la pena.
Eso no me importa,
yo sigo tecleando
e intentando encontrar en lo más dormido de mi cabeza
un pequeño concepto sobre el que enfocar el foco
y dejar que proyecte sobre el papel
su propia sombra chinesca, ya lo he dicho.
Un caballo que relincha
con el culo tan abierto
como la boca.
Y si se da el caso de que no encuentro ningún concepto aprovechable,
no me desanimo lo más mínimo
por la curiosa razón de que no se puede matar un muerto
o cerrar dos veces una puerta,
sino que pienso que ya he aprendido
el matiz nuevo y bueno
que se aprende o desaprende todos los días.
Hoy he aprendido que comprobar
se escribe con be de Beligerante.
El camino del cementerio
que se inunda de malas hierbas
en cuanto llega la estación llorosa.
La pregunta que se formula todos los días:
¿Puede cualquier persona encajar con cualquier persona
si se dan las circunstancias externas apropiadas?
La respuesta está cada vez más borrosa.
Soy consciente de que Nunca he visto mi silueta alejarse desde atrás.
Afirmo que nunca he tenido un doble espejo
para ver como tengo el pelo en la coronilla.
¿Se puede encontrar tranquilidad dentro de la inestabilidad emocional?
Los cangrejos más que de espaldas caminan de lado
mientras que los perros lo hacen en zig
o en zag.
Los días que me apetece contar algo que ya ha pasado
son días extraños
en los que suelto las primeras hojas en un mismo golpe de tos.
Luego la tos cesa y llega
la congestión nasal abdominalmente conjuntivítica
y se pierde la exactitud y la parsimonia:
empiezo a ametrallar
deseando acabar cuanto antes
porque al no poder respirar por la nariz
e hiperventilar la parte frontal del cerebro,
gano en consciencia.
Me ocurre lo mismo con las personas.
¿Puede cualquier persona ser consciente a diario
del paso del tiempo
y permanecer tranquila
si se daba el caso de que
anteriormente lo estaba?
Si no se tiene pareja
el domingo es el peor día, dijo Domingo.
¿Se puede sobrepasar el colmo de los colmos
sin dar la vuelta por completo
y salir al mismo lado?
Esta respuesta está cada vez más clara.
Es probable
(la gente que teme pecar de sabihondo
siempre utiliza este tipo de palabras)
que la Adicción sea la primera fuerza de choque.
¿Se considera La Vida una adicción al oxígeno y al agua?
Ser adicto es tan relativo como ser cristiano.
Todos buscamos El Perdón,
por eso no me gusta y no me parece lícito
que ninguna organización se apropie de la genética humana
y la convierta en credo.
Es normal sentirse poca cosa y feo:
las teclas más borrosas de mi teclado son:
A-D-E-F-E-S-I-O.
Si tengo frío desde hace más de un mes
es porque aplico todo esto a mi relación para/con/contra el mundo.
Una especie de león de otro planeta
con melena negra
como de plumas sucias de águila
entrelazadas
que mira de reojo desde un rincón a su presa
y le pide permiso para la emboscada.
Eso es justo lo que quería decir desde el principio.

DIARIOS SELECCION NUMERO 1

11 de Julio


Hoy ha sido un día horrible. Ha estado lloviendo desde las diez y media de la mañana hasta las nueve de la noche. El cielo estaba rojo como en esas postales de atardeceres paradisíacos. Ha sido un atardecer contínuo y mojado. No ha parado de llover ni siquiera diez minutos mientras iba a casa de Vladimir. Vive en un piso realmente pequeño, estilo buhardilla pero sin tejado inclinado. El piso consta de un salón con cocina incorporada, un cuarto de baño minúsculo y una habitación no más grande que lo necesario para instalar una cama y un armario individual. Es una antígua portería reconvertida en estudio, lo que quiere decir que está en la planta baja del edifício (tiene que resultar extrañísimo vivir en un edificio y no haber usado nunca el ascensor).
Se me ha mojado el pelo de camino a su casa y mis dos horas de secador no han servido para nada porque los bucles se han desinflado hasta quedar pegados a mi frente. Te preguntarás por qué no he cogido un paraguas antes de salir. Pues bien, todo es culpa de mi madre, que siempre se olvida los paraguas en la oficina y esta mañana solo quedaba uno negro que pertenecía a mi abuelo y se lo ha llevado, dejándome a mí sin paraguas. He pensado en salir con un periódico y ponermelo en la cabeza, como si fuera una mujer atareada que acaba de salir de su despacho en el ático de un gran edificio de oficinas, una de esas grandes mujeres que no tienen tiempo de pensar en paraguas y utilizan el periódico o la maleta o una carpeta para guarecerse levemente de la lluvia, pero he rechazado la idea no se muy bien porqué.
Me he quedado a comer en casa de Vladimir. Hemos preparado juntos una gran ensalada de pasta con tomate fresco, maíz, palitos de cangrejo, trocitos de salmón ahumado, cebolla, patata cocida y trocitos de queso gruyere. Vladimir siempre tiene un montón de cosas raras en la nevera. Cosas como brócoli y salsas extranjeras picantes, en cambio no tiene muchas cosas de las que predominan en las casas normales. Nunca he visto un solo huevo en su nevera, o un bote de ketchup, o margarina o espaguettis sobrantes del día anterior. Igual es que los rusos son todos así, no se.
Me gusta estar con Vladimir porque me siento protegida, como si fuera mi spiritual adviser o algo similar. Además está bien bueno, porque es gimnasta (está aquí por una beca), especialista en barra fija y anillas. Tiene unos brazos descomunales y cuando te agarra por la cintura y te levanta un palmo del suelo mientras te dice "mucha alegría verte" con esa boca europea y esos ojos verdes, te derrites.
Vladimir y yo no somos novios pero a veces tenemos relaciones sexuales cuando se nos va un poco la mano con el alcohol o cuando alguno de los dos se encuentra en un momento bajo y necesita inconscientemente un poco de sexo.
Después estuve en la tienda de Ariadna comprando incienso en conos, velas perfumadas y una figurita antiestrés en forma de vaca. Me contó que lo había dejado con su novio (un militar de casi 35 años) y yo le estuve diciendo que me parecía lo mejor porque ese hombre ocultaba algo malo, se podía ver en su mirada.

Mañana va a ser un buen día porque vamos a ir todas al Ecstasy, una discoteca muy de moda. Probablemente quedemos en casa de Amanda, que vive sola, y nos arreglemos todas allí y hablemos de nuestras cosas. Mira que me gustan esos ratos muertos que pasamos maquillándonos y riéndonos de las actitudes de los chicos y de las últimas noticias de nuestros artistas preferidos. Son impagables.
Mañana por la mañana me depilaré las ingles y el bigote, bueno yo no, iré al centro de estética del que soy socia. Es un centro maravillosamente decorado.
Mi madre dice que para agosto va a alquilar un apartamento en la playa, que no haga muchos planes o que si los hago, que cuente con el apartamento, que lleve a mis amigas si quiere, pero que no la deje sola mucho tiempo, y es que desde que se separó de papá se agobia cuando se queda sola en casa y enseguida la pillo llorando y mirando fotos. Yo le he dicho que se lleve a su amiga Marie al apartamento, que también está divorciada y no tiene obligaciones ese mes (por suerte su ex marido es un nombre muy rico y le pasa una pensión astronómica).
Esta tarde me llamó Sylvia. Me contó la movida del aparcamiento (ya me había comentado algo Marie). Según me ha dicho casi la viola un borracho: estaba en el aparcamiento de la discoteca sacando la llave del coche del bolso y se le acercó un borracho por detrás sigilosamente y se le echó encima diciéndole que era una guarra y que la había visto toda la noche mirándole el paquete. ¡Qué asco de borrachos! Menos mal que cerca del lugar había un grupo de chicos bebiendo y escuchando música con el capó del maletero abierto y acudieron al rescate. Le pegaron una paliza al borracho y lo dejaron allí tirado. Dice Sylvia que le rompió la blusa y se quedó con el sujetador al aire, pasó una vergüenza terrible delante de aquellos chicos, pero eran muy amables y se ofrecieron a esperar con ella a la patrulla de policía para testificar como testigos. Y así fue. Ese borracho asqueroso ahora mismo estará en una celda de la comisaría con una resaca espantosa y con la cara llena de golpes. Se lo tiene bien merecido. También me ha dicho que se intercambiaron los teléfonos y ha quedado con los chicos para el viernes por la noche ir a los chiringuitos de la playa. Dice que la acompañe, que le da palo ir sola y yo le he dicho que sí, que estoy dispuesta a ir pero si viene con nosotras Jennifer, así habrá más conversación.

Acaba de llegar mi madre de la oficina y ha traido una bolsa enorme llena de comida china. Dice que mañana no va a estar por casa en todo el día porque tiene unos informes atrasados que entregar, que vaya a comer donde quiera o que encargue comida a domicilio. Genial. Llamaré a Anna para comer y así le cuento el plan del viernes con los chicos del aparcamiento. Anna es una chica estupenda, creo que mi mejor amiga. De pequeña estaba muy acomplejada porque no tenía tetas, pero desde que se operó es una persona completamente distinta y maravillosa. Es la persona más jovial y felíz que conozco, siempre hemos sido como hermanas y mi madre la adora.
La semana que viene he quedado para comprar ropa con ella, ya que tenemos unos estilos muy muy muy parecidos y muchas veces, sin haberlo hablado, coincidimos en ponernos camisetas del mismo color o complementos idénticos. Como aquel día que quedamos con unos chicos de Croacia para ir al cine y aparecimos las dos con los mismos zapatos y el mismo bolso. Casi nos morimos de vergüenza y de la risa, los chicos no hacían más que preguntarse de qué nos reíamos, seguro que pensaban que nos reíamos de su acento.
Voy a cenar, que mamá me llama a gritos. Puré de patatas. ¡Qué rico!









11 de Julio



Los pellejos de las lentejas que se quedan entre los dientes parecen garrapatas aplastadas a las que ya les has sacado toda la sangre y los miniórganos vitales.
He estado toda la mañana espiando a la vecina con los prismáticos mientras tendía la ropa y limpiaba la cocina con la ventana abierta de par en par. No es que la casa de la vecina esté muy lejos, utilizo los prismáticos para ver primeros planos de su boca, sus tetas y su culo. Apago la luz de mi cocina y permanezco agazapado frente a una pequeña rendija en la ventana. Creo que ella sabe que la espío y limpia la cocina casi todos los días para que yo la vea, incluso a veces lleva escotes poco apropiados para una ama de casa normal y corriente que se pasa la mañana arreglando el cuarto de baño y la cocina mientras su lavadora centrifuga los pantalones de trabajo de su marido. Normalmente mientras la espío sin prismáticos me hago una paja alejándome un poco de la ventana para que pueda verme. Para que pueda verme si es capaz, porque la ventana sigue con tan solo una pequeña abertura y la luz apagada (es una de esas cocinas en las que tienes que encender la luz sea la hora que sea). Pero bueno, yo le dejo esas pequeñas pistas que si es buena observadora, logrará entender. Me hago una paja mientras ella limpia los platos con guantes de látex y sus tetas se balancean con fuerza, también miro los dos pequeños cordeles que salen de la ventana para tender ropa porque siempre hay alguna que otra prenda íntima de color negro. Una vez, tendió unas bragas negras del reves y me hice una paja mirando la tela blanca de algodón del interior, donde descansa su vagina en circunstancias normales, esa zona que queda impregnada con pequeños destellos de su olor más íntimo aunque esté recién lavada. Cuando me corro, vuelvo al salón y enciendo la televisión y pongo el Discovery Channel. Me encantan los documentales. Hoy he visto:
-HIMALAYA, las puertas del cielo.
-El camino de la sabiduría, sobre la vida de recogimiento, de estudio y trabajo que llevan algunos monjes budistas.
-Reina de los cielos de África, un documental magnífico sobre unos aventureros que repiten la primera ruta aérea entre El Cairo y Ciudad de El Cabo a bordo de la réplica de un biplano de cabinas abiertas de la época de la Primera Guerra Mundial bautizado como Silver Queen.
-Peregrinación a través de Sierra Madre.
-Medusas. Me encanta este documental que ya he visto con anterioridad. La medusa es mi animal predilecto. Temida por los bañistas y odiada por los pescadores. Incluso los biólogos la han despreciado durante mucho tiempo. A todo el mundo le repugnan y es el depredador más bello y eficaz del océano. La única persona que conozco que le haya hecho bien a las medusas es Jimi Hendrix en su canción Power of soul cuando dice aquello de mira a tu alrededor y observa todas esas medusas. Dirás que flotar es alucinante, nena. Son un milagro de la naturaleza, repulsivas y bellas a la vez. Una especie de gel mucoso que baila al ritmo de las olas. No tienen ni ojos ni orejas ni cerebro y se las ingenian para influir sobre casi todos los seres que viven en el océano. No hay imagen más bella que una constelación de medusas que se desplaza a la deriva en la oscuridad, brillantes y traslúcidas, cada una diferente, con diferentes similitudes: cohetes, reegaeboys, cebollas, setas...Mi especie favorita es la Aequorea Sp., de hasta 18 centímetros de diámetro. Se encuentra en el Mar de Tasmánia, allá en Australia.
-Salvador Dalí, genio y figura.

Hoy he estado en el parque con mi bicicleta y mi pantalón corto. Sin bajar de la bicicleta me he acercado a una niña de unos diez años que jugaba con unos cacharros extraños en un banco (su madre no estaría muy lejos) y me he sacado la polla furtivamente por el lateral del pantalón corto y le he dicho ?pss, pss, mira? y la niña se ha quedado como embobada pero aterrada, y es que es increíble como, sin aún saber ni de lo que se trata, causa tanto estupor todo este asunto. La he meneado un poco arriba y abajo para que adquiriera vigor mientras la niña no dejaba de mirar, metiéndose un dedo en la boca como intentando transcribir en lenguaje comprensible para su pequeño cerebrito lo que estaba ocurriendo. A los veinte segundos de exposición me he largado a toda velocidad del parque con una excitación terrible debajo del pantalón corto.

Ya casi tengo la botella llena.




































11 de Julio


Hoy me he sentado a terminar el último capítulo de la novela, una especie de moraleja amoral. He estado pensando en nuevas ideas. Un chico que se dedica a robar perros, torturarlos y comérselos cocinados con ajo y perejil, una mujer adultera que juega al sadomasoquismo sin saber realmente donde se está metiendo al frecuentar ciertos pisos francos, un empresario de la construcción que se ahorra el dinero del especialista en prevención de riesgos laborales y la idea que más me llama la atención (no porque me parezca sublime si no porque aún no logro comprender como ha podido salir de aquí) : Paciente de hospital psiquiátrico con síndrome de Asperger que escribe un nuevo tratado sobre la evolución de las especies causando la desaparición de todos los grupos de ideología nazi. Necesito tocar teta.
Cada día odio más a los lectores. Sí, generalizando lo máximo posible porque así me han demostrado ser: generalmente imbéciles. El tema es el siguiente: escribes una o dos escenas de sexo atípico, el tipo de sexo que en el fondo nos gusta a todos y no nos atrevemos a revelar conscientemente y enseguida empiezan a llegarte cartas y emails felicitándote por la hazaña y tratándote, aunque solo sea de forma liviana y reverencial, como a un perturbado sin solución que en cierta medida da pena. Luego escribes una gran historia corta sobre la degradación del ser humano y su afán de muerte y destrucción, su ensimismamiento causante de traumas adultos, su absoluta imposibilidad para amar y su trágico presente diario e infinito, y nadie parece enterarse de nada. Como si no entendieran nada a pesar de estar escrito con las mil palabras más simples del diccionario. Como si no quisieran verse personificados y alterados por alguien que ni siquiera conocen o que incluso como persona creen que no vale una mierda y está perturbado por el relato antes citado.
Que venga alguien a explicarme la incipiente y perentoria estupidez del mundo.

Mi mujer dice que opina lo mismo que yo pero no aporta nuevos datos y vías de investigación para poder darme cuenta de que sabe lo que dice. Pero se le perdona porque cuando se sube encima de mí, mueve las caderas de forma endiablada (quizás ésta sea la misma razón de mi pregunta retórica de más arriba, estoy casi seguro) haciendo que me olvide de la repugnancia diaria de estar vivo rodeado de estos chimpancés anestesiados.

He decidido que esta noche voy a empalar a mi mujer con el mango de la escobilla del váter, ya que se trata de una escena erótica contínua, espero que me lo sepa agradecer.







11 de Julio



Hoy echo de menos a todo el mundo.
Hoy siento el terrible desgarro
que deben sentir todos los ancianos
al volver a su pueblo natal
y ver los escombros de lo que fue su infancia.
Hoy siento como nunca que la vida es repugnante
y está llena de sinsabores
y recuerdos que no se recuerdan del todo.
Hoy soy la melancolía.
Lacerante sonrisa de añoranza.
Brillo de ojos de águila o de cuervo.
Hoy he visto Cinema Paradiso
Y el alma se me rompe en dos
porque dos han sido los dueños
en el pasado y en el presente.
No puedo mirar atrás y pensar en el futuro.
Veo escenas de reencuentros,
abrazos que en treinta años no se dieron
y vidas que remontaron el vuelo
por senderos diferentes
viviendo por separado el vivir.
Hoy cuando casi lloro
pienso en el presente
y todo se alivia un poco
aún sabiendo que soy la melancolía
la añoranza
el desconsuelo
el fuego de la fugacidad
y el momento breve pero intenso.
Los párpados se cierran
El arte dura poco
pero la vida es larga.
Hoy echo de menos a todo el mundo.










11 de Julio


Mi mama dice que mañana vamos a ir al zoo a ver las jirafas. Me gustan las jirafas porque tienen el cuello largo y siempre se ríen. Mi papi dice que los lobos son mejores porque cazan muy bien y antes habia muchos en los bosques de aquí. Dice que este pais es el mas rico del mundo pero yo creo que los Estados Unidos es mas rico y tienen mas peliculas. Hoy me he aprendido la tabla de cuatro. Me la se de memoria, mira
Uno por cuatro es cuatro, dos por cuatro seis, tres por cuatro doce, cuatro por cuatro dieciseis, cuatro por cinco veinte, cuatro por seis veinticuatro, cuatro por siete veintiocho, cuatro por ocho treinta y dos, cuatro por nueve treinta y seis y cuatro por diez cuarenta. Mi papi dice que cuando sea mayor voy a ser medico porque astronauta no se puede, dice que tienes que ser americano para ir a la luna y no tener caries, asi que yo me lavo los dientes todas las noches antes de dormir. Me gustaria ser americano y vivir en Greenbow , Alabama, como Forrest Gump. Tambien me gustaria ir corriendo a todos los sitios, aunque eso ya lo hago y no soy americano, pero si fuera americano mejor porque quiero comer manterquilla de cacahuete y jugar al baloncesto con mis amigos y tener amigos negros y ser normal. Mi amigo Enrique dice que en america hay edificos gigantes y la gente vive feliz y comen hamburguesas todos los dias. Yo solo como hamburguesas cuando voy con mi mami al centro a comprar ropa o zapatos y luego me lleva al burguer king y me regalan una corona y luego de postre me como un petit suisse. Me encantan los petit suisse y desde que mi madre vio el anuncio por la television siempre me da dos y no cree que me voy a poner gordo. A mi me da igual estar gordo porque cuando sea mayor voy a hacer mucho deporte y a estar cuadrado. Si cuando sea mayor me voy a vivir a Nueva York puedo ser astronauta, o bombero y coleccionar cromos de los jugadores de beisbol como los niños de las peliculas de beethoven, el perro. Si, yo quiero ser americano.




NO ES FACIL DECIR TE QUIERO



?Siempre he sido un enamorado de las teclas negras del piano. Todos esos bemoles y sostenidos mirándote como dientes negros llenos de maldad con esos sonidos del delta del Mississippi de la década de los 50. No se pueden usar a la ligera, de hecho yo nunca me he atrevido, porque prefiero estar en silencio e inventar melodías simples de cuatro acordes puros antes que pecar de pretencioso, algo que me gusta mucho de mí mismo, teniendo en cuenta todos esos pseudomúsicos que van de listos y llevan pantalones gastados y descoloridos no por el continuado y húmedo uso extremo como las estrellas de rock de los 60-70, sino por haber sido comprados así. Ya sabes a quienes me refiero.?

Quien le dijo esto a Sarah no era su novio rockero, un chico alto y desgarbado, baterista de un grupo de moda.

?También soy de los que piensan que las actitudes están inversamente ligadas con las aptitudes, ya me entiendes. Todas esas poses y esos desmanes puñeteramente estudiados no son más que proyecciones interiores de sus inseguridades como personas abyectas y como artistas de pseudosalvajismo animal. Sabes que soy uno de esos idealistas inconformistas y casi equilibristas en mi materia que piensa que no son necesarias esas apariciones en público con estrellas del porno o groupies de pelo ralo y contractualmente nihilistas...perdón por los adverbios de modo terminados en ?mente, no es mi intención subrayar contínuamente (joder, ha vuelto a salir otro) y sobrevalorar mis preferencias, me conoces de sobra y sabes que no es mi intención, ¿verdad??

Quien le dijo esto a Sarah no es su mejor amigo Martin, un chico alto y desgarbado, guitarrista extremo de un grupo desconocido, que se raja el pecho con una cuchilla de afeitar antes de comenzar a tocar los primeros acordes de su canción favorita, que curiosamente es la única que ha compuesto íntegramente.

?Puede que tengas razón al pensar que no es más que un enorme juego de distracción pero puede que tengas razón (y aquí es donde inserto mi opinión) por el simple hecho de que te sirve como excusa y razonamiento válido (que no veraz) para centrarte en otras cosas menos perentorias. No quiere decir que te vea como una persona anodina y analfabeta que no sabe ni por donde anda, de esas chicas que solo quieren pasarlo bien en la escena en la que participan furtivamente, no. No es eso lo que quiero decir y espero que me comprendas. Te veo como una chica de su época. Una chica pseudopreocupada por las fatalidades de las noticias internacionales, inteligente de grado medio, de figura exquisita, ya sabes...buenas tetas, culo tremebundo y grandes movimientos de caderas. ¿Sabes? Siempre me han gustado mucho tus tetas. Son como de gelatina con la forma de una cuchara por arriba y de un globo lleno de agua por abajo. Imagino que ya sabes porque siempre te miro cuando te pones esos bikinis de forma triangular cuando vamos todos juntos a la playa y tu novio y sus amigotes se quedan bebiendo cerveza y comiendo ganchitos bajo las sombrillas y nosotros nos metemos en el agua. Siempre me han encantado esos momentos en los que tú, tus amigas y yo, nos bañamos y nadamos un rato hasta la boya, o jugamos a las peleas y te subes a mis hombros (juego que no le gusta nada al socorrista que como ya sabrás, más de una vez he tenido que comentarle que no se preocupe por nosotros, que hace unos cinco veranos yo trabajaba en su puesto y tengo grandes nociones de salvamento marino) y yo te agarro por los muslos y pasas los piececillos por detrás de mis costillas hasta la espalda. Para qué voy a engañarte, disfruto mucho de esos momentos en los que rozas tu vientre y tu culo y tu pubis por mi nuca y mi pelo. Supongo que esto también lo sabrás porque creo que eres una chica muy observadora, no tanto como yo, pero si de grado medio.?

Quién le dijo todo esto a Sarah no era su ex novio Tommy, aficionado al ciclísmo de montaña en su vertiente más salvaje: descenso libre. Un tipo alto y desgarbado con mirada incandescente y piernas esculpidas en piedra.

?No quiero que pienses que intento alejarte de nadie ni de nada. Ha de quedar bien claro (yo creía que ya lo estaba desde el principio de los tiempos) que tu vida es muy diferente a la mía aunque no lo parezca y no pretendo lavarte el cerebro con palabras pseudometafísicas para que acabes pensando como yo quiero y creo que es la manera correcta de pensar y actuar. No, no es mi intención, ya lo sabes. Como también sabes que sería horroroso que acabaras siendo un personaje como yo, mas que nada porque te deseo lo mejor. Suena irónico pero no lo es, créeme.
Bueno, creo que te he dicho mil veces que me encanta estar contigo en esos juegos clandestinos que tanto nos gustan y que no serian puñeteramente diferentes si fueran realizados con otras personas, ¿verdad? Se perdería todo el morbo, ya me entiendes, porque ya no estaría presente el concepto furtividad. He repetido esa palabra a propósito para que relacionaras unas cosas con otras, ya que pienso que no son tan distintas como parecen, aunque eso lo explicaré más tarde si no te importa.
También te he comentado que siempre me pones a cien, aunque a veces no lo exprese, pero vamos, tengamos en cuenta que de eso se trata. De no expresar nuestras perversiones delante de los demás al menos de momento. Sabes tan bien como yo que tu círculo de amistades (y mucho menos el garrulo de tu novio) no aceptaría semejante revelación y si lo hiciesen, es decir, si lo aceptaran aún sin entenderlo, nada volvería a ser como antes porque todos intentarían aprovecharse de ti, ya que es comúnmente conocida la habilidad de los estúpidos de tus amigos a confundir la velocidad con el tocino.?

Tampoco se trata de Jessica, la compañera de trabajo de Sarah, una chica rubia platino de culo respingón y acento ridículo debido a un accidente de tráfico que le atrofió la mandíbula.

?Guardo todos nuestros encuentros sexuales como oro en paño en el mejor cajón de mi memoria. Uno de mis favoritos fue aquel en el restaurante de Marga, ¿recuerdas? Fuimos al baño de caballeros y te pusiste en cuclillas al lado del urinario de pared e insististe para que meara en tu boca. Evidentemente yo no dudé ni un segundo, no se si recuerdas mi cara pero he de decir que casi me desmayo de emoción. En menos de diez segundos ya tenías la boca llena de orina y tragaba todo lo que podías y los ojillos se te pusieron rojos. Luego apunté más arriba, concretamente apunté a tu frente, y cerraste los ojos, aún con la boca abierta para engullir todo lo que cayera. Recuerdo aquellos mechones de pelo pegados a tu frente y tu blusa mojada y caliente. Cuando acabé de mearte escupiste un poco, más que nada por acto reflejo, y te quitaste el meado de los ojos con la mano derecha, que luego introciste en tu boca (no entera si no poco a poco, imagino que te acuerdas) para chupar los últimos restos. Recuerdo que después de la micción te acicalaste frente al espejo e intentaste secar lo mejor posible la blusa con el secador de manos. Cierro los ojos y puedo ver la cara de Marga cuando salimos. Puede que se oliera algo... esto si que era ironía.?

No se trata del vendedor de enciclopedias que fue su amante durante nueve meses, un chico alto y desgarbado con granos en la cara y pene enorme.

?El tema es el siguiente: Llegué diez minutos tarde. Solo diez minutos tarde y ya no estaba. Sí, ya se que Cindy es una chica muy tonta que no mira más allá de su ombligo pero, debes reconocer que la espera merecía la pena. No por mis dotes de amante ni por mi cartera llena de dinero, ya sabes que nunca menciono esas cosas si no son necesarias. Me refiero al material de primera que le llevaba. Sabiendo lo viciosa que es, no entiendo como pudo marcharse sin esperar ni siquiera media hora, me resulta incomprensible. Además, qué te voy a contar, tu estabas presente el día del incidente con Rob, el amigo de Tommy. No hace falta que te recuerde que esa chica se metió toda la coca de Rob y luego no paró de incordiar hasta que Rob, Tommy, James y aquel chico medio autista que no recuerdo el nombre, se la follaran por turnos. No me mires con esa cara porque ya se que no hay nada malo en ello, ¿a mí me lo vas a decir? Claro que no la critico por follarse a cínco mequetrefes puestos de anfetas, no es mi estilo. Lo que intento decirte es que esa chica es lo más egoísta que me he echado a la cara y no entiendo como se fue sin esperarme diez minutos, cuando sabía de sobra que le llevaría más de dos gramos de speed a cambio de un poco de información sobre su amiga Esther, la del Factory...Creo que no conoces a Esther si mi mente no me falla.?

Quien le dijo todo esto a Sarah no fue Steve, jugador de póker y bebedor de absenta. Un chico alto y desgarbado que creía vivir en el renacimiento y llevaba camisas de la época.

?...como aquel día en casa...?

Quien le dijo todo esto a Sarah es su hermano Alex, un chico alto y desgarbado de 32 años, empresario (hace tres años montó su primera empresa, una galería de arte convertible en club nocturno).

?...aquella vez cuando los papás estaban durmiendo la siesta en el sofá y fuimos a la cocina a juguetear. Llevabas puesto tu pijama rosa claro y nada más debajo. El detalle que hizo que te hiciera un poco de daño, a pesar de mi voluntad, ya sabes, fue tu expresión y tu cara de placer cuando te sentaste sobre la encimera, abriste las piernas y las pusiste a los lados (ibas descalza) y yo te masturbé por encima del pantalón del pijama, a veces, introduciendo un dedo hasta el fondo. Es curioso que no te quejaras en ningún momento, ya que eso debió dolerte un poco, la tela del pijama ahí dentro debe secar mucho la zona y la fricción no debe ser del todo agradable. Tampoco te quejaste cuando te quité el pantalón del pijama y te introduje una cuchara de madera por la vagina (una de esas cucharas que utiliza mamá para remover la sopa o los espaguettis a la carbonara) y otra por el culo. Eres una chica entrenada, de eso no hay duda porque incluso removí un poco dentro de tus orificios y saltabas de placer y de dolor, pero no te quejabas. Estuvo bien esa sobremesa, nunca mejor dicho. Luego practiqué un poco de sexo oral sobre tí durante media hora, antes de ir al salón y desde detrás del sillón para que no pudieran vernos los papás (aunque estaban dormidos todas las precauciones son pocas), eyacular sobre tu frente. Si recuerdas algunos detalles podrás llegar a la conclusión de que aquel día fue un gran día?

Sarah tiene 19 años. Es una chica bajita y con mucho desparpajo.

?No me parece del todo bien lo que hizo Daniel aquel día. No por nada en especial que nos incumba, más bien por decendia común. No me gusta tener que notar ese cosquilleo en las mejillas que va subiendo hasta los ojos. Hablo de vergüenza ajena. Aquello fue bochornoso, no si se lo recuerdas con exactitud (si no es así mejor) pero todo el mundo que estaba presente se sentía fatal, no por pena ni por inercia, si no por asco. Daniel es un asqueroso, ya deberías saberlo. No aporta nada bueno a vuestro grupito de amigos. Puedo entender que tu novio y los de su grupo se crean los Motley Crue o los Turbonegro y vayan por la calle con esas pintas y esas actitudes que verdaderamente no son sinceras pero lo que no puedo reconocer y aceptar y tolerar es que Daniel se crea el súmum del estilo de vida rockero. Me niego tanto como se niega cualquier persona sensata con dos dedos frente. Ya se que tú no sabías lo que estaba ocurriendo porque estabas más tiempo en el retrete que en salón pero créeme si te digo que me entraron ganas de arrancarle la cabeza y hacerme una taza para el desayuno con ella. El puto Daniel se pasó toda la noche hablando de discos que ni siquiera ha escuchado, créeme. Diciendo frases sacadas de críticas de revistas de mierda. Y si no me crees solo tienes que prestar atención a lo que voy a decirte a continuación.
Llegado un punto sin retorno, me acerqué a Daniel, que en ese momento estaba hablando con tu novio y con Jimmy, el cantante de Empire, y le pregunté lo siguiente. Le dije ?qué te parece el corte seis del disco And the circus leaves towm de Kyuss, No way to scape...?
¿Quieres saber lo que dijo? Bueno, pero antes quiero que sepas que no te estoy contando todo esto para que te crees una opinión infundada sobre Daniel. No es así, y lo sabes. Pretendo contarte una pequeña anécdota que revela la verdadera naturaleza de ese engendro que solo sabe perder el tiempo. Bueno, su respuesta fue algo así como ?Ah sí...No way to scape me parece la segunda mejor canción del disco después de Hurricane, el verdadero corte estrella de ese disco, sin duda el mejor de Kyuss.?
Entiendo que no veas nada raro en su respuesta porque nunca has escuchado una sola canción de ese grupo. Entiendo tu postura no sabes cuanto. Lo que no puedo comprender por más que me esfuerce es que Daniel diga esas cosas con esa cara de complicidad y seguridad cuando Kyuss no tiene ninguna canción que se llame No way to scape y cuando todo el mundo sabe que el corte número seis de ese disco se llama El Rodeo y es famoso por la guitarra del principio que toca los acordes de Black dePearl Jam. ¿Entiendes lo que te quiero decir? Pues juzga tu misma?

Sarah y su hermano Alex han tenido relaciones sexuales desde que tiene (Sarah) 15 años.


?Imagino que guardarás en tu memoria nuestro primer encuentro sexual. Esas cosas no se suelen olvidar en la vida,¿verdad? Fue una noche de verano en mi habitación. Recuerdo que yo estaba tumbado de lado sobre la cama, leyendo un comic de Hulk. Ya se que por aquellos entonces tenía 28 años y estaba a punto de abrir la galería, pero bueno, todavía sigo leyendo, hoy en día, aquellos comics de mi infancia, ya sabes que siempre me ha encantado Hulk y Thor. Entraste en mi habitación porque estabas aburrida y yo te dije que podías quedarte a leer los comics conmigo, había suficientes para no tener que esperar a que acabaras uno para cogerlo yo, además yo no estaba centrándome en la historia (que me sé de memoria) si no más bien estudiando las viñetas y los planos. Te tumbaste bocaabajo sobre la parte inferior de la cama, apoyada sobre los hombros y curvando la espalda. Al cabo de media hora de preguntas sobre el pasado de los personajes me dijiste algo así como ?hermano...se te sale...? y señalaste mi pantalón corto de atletismo. Estabas completamente roja y tenías los ojos brillantes porque se me había salido un testículo por el lateral. Recuerdo que yo te dije ?tranquila, no tienes que ponerte tan colorada por algo así, soy tu hermano y además dentro de unos años te hartarás de verlos? y te sonreí fugazmente.?


Alex tiene novia. Katie, una chica de 29 años de pelo rizado y oscuro, ojos marrones muy grandes, como de gato, y labios carnosos y siempre mojados. Se aman como Adán y Eva deberían haberse amado, pero no pudo evitar seguir teniendo encuentros con su hermana.

?Nunca me han gustado las películas de Tarantino, creo que te lo comenté una noche que estábamos viendo Jackie Brown en casa de Tommy con Esther, Cindy y dos o tres más. Tarantino tampoco me parece sincero del todo. Me parece la típica persona (aunque con mucha más fortuna) que edulcora todas sus visiones, porque no niego que sus películas son visiones, para parecer más enfant terrible de lo que es. Si no, solo tienes que ver la escena de Los 88 Maníacos en Kill Bill Vol.1.
Pero en el fondo, a pesar de lo que pueda parecer, es una de las personas que mejor me caen en toda America , fíjate lo que te digo.?

Katie no tiene relaciones sexuales con otros hombres. Tiene un consolador doble de color negro.

?Tú volviste a mirar el cómic y dijiste algo como ?ya... pero me da vergüenza?. Yo miraba de reojo tu cara y tu gesto, entendiendo que estabas deseosa de hablar de esos temas conmigo (algo que pude corroborar más tarde) y dije ?Sarah, ¿no has tenido todavía relaciones sexuales con nadie??. En ese momento pusiste cara de desconcierto y no sabias si darle prioridad al pensamiento emergente que decía que ya era hora de empezar follar o a ese otro pensamiento que te decía que eras una niña que todavía jugaba con muñecas a escondidas. No me equivocaba, ¿no?
Tu respuesta fue ?No...pero tengo un amigo especial...nos besamos?. Me encantó esa revelación porque era la prueba de que estabas dejándote llevar y quizás entendiendo muchas cosas y me gustaba sentirme útil. Te dije ?pero imagino que te masturbarás de vez en cuando, como todo el mundo, chicos y chicas.? Entonces dijiste aquello de ?qué vergüenza contarnos esto...bueno, sí, si que me masturbo, pero pocas veces.? ?Es algo muy natural, no tienes porqué avergonzarte, te repito, todo el mundo se masturba. Yo por ejemplo también me masturbo a pesar de tener relaciones sexuales con Katie. Incluso ella me masturba a veces, y yo a ella. No hay que excluir la masturbación de las conductas sexuales, Sarah, es una tontería porque es algo muy placentero y puedes hacerlo casi en cualquier lugar y estando completamente solo. Además es muy divertido.? Volví a sonreirte, ¿recuerdas? Y rápidamente te miré la boca. Tú estabas mirando de forma intermitente el comic de Hulk y mi cara, poco a poco te ibas soltando y sintiéndote más cómoda. ?Sí, es verdad eso, pero mis amigas nunca lo reconocen, parece como si fuera de guarras masturbarse.? Puede que te resulte abrumador que recuerde toda la conversación al completo pero así es. Tengo una memoria elefantiásica y esa escena fue importante para ambos, ya lo sabes, además tú también recordarás la conversación entera, estoy seguro.
?No tienes que hacer caso de todo lo que digan tus amigas e incluso tu misma. Estás en una edad por la que yo ya he pasado y puedo decirte que muchas cosas que crees ahora obvias e irrefutables, dentro de unos pocos años te darán hasta vergüenza recordar. Eso de la masturbación es típico en tu edad, especialmente en las chicas. En los chicos es muy diferente, de hecho a veces hasta nos reuníamos unos cuantos para masturbarnos en grupo, haciendo un corro. Te parecerá increíble pero seguro que tu amigo especial, hace un año o dos se masturbaba en círculo con sus amigos.? Dije todoeso para intentar quitarle seriedad al tema, porque no es nada serio a mi modo de ver las cosas. Recuerdo que te sorprendiste mucho por esa revelación y te quedaste pensativa un buen rato. Entre medio del silencio que se creó, te dije ?te voy a contar un secreto, conoces a Andy y a Dean, ¿verdad? Mis amigos desde pequeñitos. Pues ellos, se masturbaban el uno al otro.? Abriste los ojos una barbaridad y te volviste a poner colorada. ?Pero no son maricones ni mucho. Era como si fuera un ritual, sin connotaciones homosexuales. Pura diversión morbosa. Es una lástima que entre las chicas no ocurran estas cosas con normalidad? Estabas confusa y se te notaba un montón?

Sarah jugaba a escondidas con barbies con quince años, la típica edad en la que no eres ni demasiado adolescente y suficientemente infantil.

?El otro día estuve en casa de Annabel, la amiga italiana de Esther. Menuda casa tiene. Se ve que sus padres tienen mucho dinero allá en Europa. Me contó que tienen una empresa muy famosa de componentes informáticos y todos los meses le mandan dos mil dólares para el alquiler y sus gastos. Claro, Annabel no necesita trabajar demasiado y se centra en sus estudios de informática. Empezó tarde la carrera porque su época de desorientación espiritual fue más larga y pseudoincierta de lo normal. Pues estuve en su casa porque acompañé a Esther a recoger unos discos y su ordenador portátil, que lo dejó allí la noche anterior. Annabel es una gran mujer, tiene 27 años y unos rasgos italianos que me ponen enfermo. Pero no me gusta en absoluto su forma estúpida de ver la vida y de juzgar a la gente. Siempre le dijo a Esther que para juzgar a la gente hay que venir con mucha inteligencia de fábrica, inteligencia que no tiene Annabel ni Esther. Creo que se lo montan juntas.?

Esther tuvo encuentros sexuales forzados con su padre cuando tenía 11 años.

?...como cuando tu dijiste ?seguro que tu también dejabas que te masturbara Andy? con una sonrisa picarona que me puso nervioso y activó mis hormonas. Yo te dije ?qu va, a mi nunca me ha gustado eso, aunque no lo señalo con el dedo ni mucho menos, ya sabes. Prefería masturbarme yo solito, o que lo hicieran mis novias más adelante.? Aquí hubo un largo silencio y ambos seguimos leyendo cómics, pensando en la conversación que estaba teniendo lugar. Recuerdo que se acabó el disco de Suede que estaba sonando. Dog man star. Y me levanté a elegir otro. Estuve un buen rato decidiéndome hasta que por fín pensé que poner un recopilatorio de Miles Davis sería oportuno. Si mi mente no me falla, pasó casi media hora hasta que me atreví a preguntarte aquello: ?¿No has visto nunca un pene?? A pesar de saber que probablemente estabas esperando esa pregunta me puse muy nervioso y escondí las manos debajo del cómic, lejos de tu campo de visión. Tú también temblabas un poco pero lo disimulabas muy bien. Sin levantar la vista dijiste ?...no? y suspiraste. Yo me armé de valor y dije ?Bueno, un testículo si que has visto? y solté una risilla condescendiente. Tú reíste y moviste la cabeza hacia atrás dejando a la vista tu cuello en todo su esplendor. Volvieron a pasar veinte minutos y dije sin mirarte ?¿te gustaría ver el mío??

El disco favorito de Sarah era Nevermind de Nirvana.

?Es como tomarse veinte váliums y estar teniendo el mejor coito de tu vida al mismo tiempo. Incluso ves visiones por el rabillo del ojo que luego al mirar directamente desaparecen. Hablando con sinceridad (como siempre hago contigo), no deberías probar esa mierda, hazme caso. No por lo que siempre dicen en la tele y en los sermones evangelistas. No se trata de engancharte nada más probarlo y querer más y más y verte de repente completamente inmerso en una espiral de apatía y terror de la que ya no puedes salir. No. No me refiero a eso, aunque hay mucho de cierto también. Lo que intento decirte es que no merece la pena. Fisicamente te destroza (incluso te entran las cagaleras de la muerte o el estreñimiento del fín del mundo) y mentalmente de anula. Es la droga de los perdedores, no es para ti.?


Llevar dos años esnifando cocaína no es un problema para Alex.

?Entiendo que estuvieras puñeteramente aturdida, como si estuvieras en un sueño, porque a mí me pasaba lo mismo. Y créeme si te digo que comprendo tu respuesta y tu sentimiento de culpa después. Es algo normal y que ya has digerido y racionalizado. Recuerdo que tu respuesta fue ?Esto no está bien, pero sí?. Entonces cerré el cómic y me saqué el pene por el lateral del pantalón corto. Estaba flaccido y caído como muerto. Al principio empezaste a mirar de reojo, luego te olvidaste del cómic tú también. ?Mira, está pequeña. ¿No te resulta gracioso?? Un detalle importante que tienes que tener en cuenta es el cambio de género. A partir de ahí en vez de pene empezamos a pensar en él como polla. Algo muy revelador aunque no lo parezca. Tu dijiste ?Sí, está pequeñita pero aún así es grande.? Esa frase casi me hizo perder los estribos y asaltarte. ?¿Tu crees? Yo la veo pequeña, puede crecer mucho más ¿quieres verlo??. Moviste la cabeza de arriba abajo y te dije ?cierra la puerta?. Como un rayo, volvías a estar sobre la cama, ahora sentada aponyando las manos en la colcha. ?Tengo que tocarme un poco.? Empecé a meneármela delante de ti, con tu cara a escasos 100 centímetros de la punta de mi pene. Recuerdo que en menos de 30 segundos ya estaba tiesa como un palo y tú no podías apartar la mirada y dijiste ?ahora si que es grande...madre mía...¿y todo eso...?? Sonreí y dije ?Sí, todo eso cabe, Sarah, incluso hay muchas mujeres a las que le cabe mucho más. ¿Sabes lo que quiere decir fistfucking? Es una palabra en inglés que se podría traducir como follar con el puño.? Frunciste la cara entera. ?Consiste en meter todo el puño dentro de la vagina. Imagínate si esto cabe o no?. Estabas sorprendida porque nunca pensabas que alguien pudiera meter todo eso ahí dentro. Recuerdo que tenias el pelo recogido en una coleta. ?Si quieres puedes tocarla?. No voy a explicarte la que se te pasó por la cabeza cuando oíste eso porque ya lo sabes mejor que nadie. El caso es que allí estabas, con tu mano cerrada alrededor de mi pene. El primer pene que tocabas e instintivamente movías la mano hacia arriba y hacia abajo lentamente. Al principio mirabas para otra parte porque te daba una vergüenza terrible, pero poco a poco mirabas como me estabas masturbando. Mientras tanto yo iba diciéndote cosas como ?Lo haces muy bien, nadie diría que es la primera vez?. Tu dijiste ?hombre, no es muy dificil que digamos, es como si estuvieras inflando una rueda de bicicleta con el bombín?. ?Sí, algo así...?
Al minuto y medio dijiste ?lo difícil debe ser...ya sabes, meterse todo eso en la boca?.
Debo reconocer que casi eyaculo prematuramente al oirte decir eso. No podía imaginar que tú, la hermanita pequeña que llevaba al parque de los columpios, estuviera a punto de aprender a chupar un pene con mi propia herramienta. Sí, resulta gracioso, lo se. ?Si quieres puedo enseñarte, aunque hay algunas chicas que no les gusta el sabor o como huele. Pero creo que eso no importa mucho.? ?A mí si me gusta como huele. Bueno, no me gusta como huele pero no se, siento que sí que me gusta?. ?Te entiendo perfectamente. Tienes que poner la boca en forma de o, todo lo grande que puedas y esconder los dientes para no hacerme daño. Luego chupas la punta como si fuera una helado, succinando y pasanlo la lengua. Es importante saborear y que el chico sepa que estás saboreando. No te esfuerces por metertela toda en la boca porque no te va a entrar, tienes la boca pequeñita, también puedes lamerla entera de abajo hacia arriba y también los testículos...se puede hacer muchas cosas. Prueba?. Fue una gran tarde, ¿verdad?Luego me la chupaste un rato y yo te dije que iba a eyacular porque lo hacías muy bien y tu dijiste que eyaculara sobre tus manos porque querías ver perfectamente como lo hacía y luego probar un poco el sémen para saber su sabor. Yo te dije que el sabor varía un poco dependiendo de los alimentos que comas y de la persona en cuestión. Recuerdo que después estuviste jugando con mis huevos una rato y cuando ya estaba preparado de nuevo, comenzamos a hacerte el reconocimiento pseudomédico. Era la primera vez que te comían la vagina y que te masturbaba alguien (más concretamente tu hermano mayor). Me pareció una magnífica tarde, la primera vez qu eyaculé sobre tus tetas, que por aquel entonces eran ligeramente más pequeñas que la ultima vez que estuvimos juntos. Recuerdo que después quisiste saber cosas sobre el sexo anal y estuve contándote anécdotas y te dije que había que ser muy límpio si no querías sorpresas desagradable y tu reíste mucho. Fue tremendo, ¿verdad? Al cabo de tres semanas follamos por primera vez, analmente, porque decías que no querías por la vagina. Pero eso es otra historia.?

Todas las noches antes de dormir junto a su esposa, Alex recuerda la última tarde en el hospital con su hermana Sarah, hablando de sus encuentros sexuales y sus vidas en general.

?Lo que pasa es que nunca me ha gustado andar de aquí para allá sin nada que hacer. Intento rellenar mi tiempo con miles de aficiones o fijaciones, por decirlo de alguna manera. Katie me ayuda mucho porque su horario es muy flexible y siempre estamos juntos haciendo cualquier cosa. Follamos mucho también y jugamos mucho con nuestra sexualidad. Ayer le metí un tanga dentro de la vagina y luego lo saqué puñeteramente mojado. Siempre intento innovar y no caer en la rutina y en el consiguiente olvido. Como siempre te he dicho que debes hacer tú. Mañana seguro que estás un poco mejor y te puedo hacer algo en esta habitación. Seguro que te encantaría que te comiera el coño bajo estas sabanas de hospital y te investigara con mi pluma de oro.
He estado pensando en montar otra galería. Las cosas van muy bien y creo que puede ir todo mucho mejor. Es posible que me encuentre en el mejor momento económico de mi vida, Sarah. ¿Sabes qué? Anoche vino Tommy a casa con su nueva novia, una mulata que se llama Alice. Estuvimos bebiendo bourbon durante más de tres horas y viendo películas de Orson Welles y algunos más. Ya se que tú todavía no entiendes esas películas y que te parecen anodinas y sientes que tienen que gustarte por el mero hecho de ser clásicos pero debo decirte que le des un poco de tiempo al tiempo.
Mañana volveré sobre las cuatro, espero que ester mucho mejor, hermanita.?


Por razones ajenas a la historia y que dejo a merced de la imaginación del lector, nunca más se volvieron a ver.