No más fe, Adán Schulz, no más fe

10





s días siguientes son una fatalidad. Preguntas y más preguntas. Todos los conocidos que no deben darLote el pésame, dándote el pésame. Pero yo, hago gala de mi coraza bukowskiana, como dije no hace mucho.
Un periódico progresista me ha contratado para el suplemento de los domingos. Media página para expresar mi opinión sin ?limitaciones?. Entre comillas. Muy entre comillas todo. Se van a ir a tomar por culo.
Esta misma tarde me ha llamado el viejo Seoane diciendo que mañana tiene una cita con Claudia, la diseñadora de la Fnac, para concretar un asunto de portadas. Al parecer el viejo Seoane a conseguido publicar unos mini relatos que han estado olvidados muchos años por sus cajones. Unos mini relatos de mierda que escribí durante la época de periodista. No pienso ir a la Fnac, pero le pido el e-mail de Claudia para hacerle ?unas propuestas?. Para llevar a cabo un proyecto mucho más atractivo de lo que el viejo Seoane pueda tener en la cabeza.

Hago caso omiso de lo que me dice mi ángel de la guarda y paso varios días colocado de metanfetamina. Siempre que tomo esa mierda, me paso dos o tres días sin poder dormir, francamente emocionado ante la idea de estar vivo y muerto a la vez. Se que tengo suerte, porque el 80% de la gente que la prueba, repite y repite y repite y repite hasta que se mueren de sobredosis o matan a sus padres en el sótano con un hacha. Muchos pueden llegar a estar sin dormir 15 días. Yo solo tres o cuatro, no está mal. El caso es que es una puta mierda a la que solo acudo cuando no tengo nada mejor que hacer. Cuando no tengo ideas nuevas y estoy solo -debería plantearme el hecho de que siempre estoy solo- y no veo mejor manera de pasar el tiempo ni de dejar que la Humanidad siga su tortuoso camino de espinas, lágrimas, confeti y cubatas de ron al atardecer, mientras las muchachas se refrescan los traseros gelatinosos en piscinas de mancomunidades construidas bajo el manto protector de algún boom inmobiliario que ha dejado de tener sentido, de la misma forma que ha dejado de tener sentido las fachadas de sus propios edificios con esos colores burdeos y ocre y esa ?originalidad de búnker? de su construcción.
Le he mandado un extenso mail a Claudia diciendo tonterías, imagino, porque estaba borracho y no recuerdo casi nada. Yo y mi manía de no guardar borradores. Supongo que le he escrito cosas extrañas y metafísicas para intentar bajar sus defensas y traspasar sus muros de contención. Seguro que le he contado lo nihilista y equilibrista que soy. Lo poco que me gusta la vida y el planeta Tierra. Lo que odio tener que ir al supermercado a comprar siempre los mismos productos de primeras marcas sabiendo que sólo lo hago porque salen en anuncios caros por la televisión. Lo mucho que me duele el estómago todos los putos días ?pensaba que era de tomar café descafeinado pero me equivocaba, porque también me duele cuando tomo café normal y cuando tomo un vaso de leche templada con galletas después de un plato de lentejas con cebolla, chorizo, patata y pimiento- entre las cinco y las ocho de la tarde. Lo muchísimo que molo.
No espero encontrar respuesta de más de tres líneas en menos de dos semanas, así que he decidido bajar a la calle y poner fin a este encierro. Voy a ir al cine. O al teatro. O a la ópera. O al cementerio... a veces me gustaría ser pederasta para tener algo mejor que hacer. Para recrearme. Para siempre.





11





He decidido ir a casa de un amigo que hace mucho que no veo. Como seis meses. Uno de esos amigos que no sabes ni como aguanta ahí sin morirse de asco.
Justo cuando tengo el dedo a un centímetro del timbre, decido dar media vuelta. Ya intenté una vez volver atrás en el tiempo como si no hubiera pasado nada y todavía recuerdo los resultados. No pienso volver a insistir con mi pasado. No voy a ser por más tiempo víctima de nadie, solo de mí mismo. El único cabrón que merece la pena aquí soy yo, joder.
He vuelto a casa. Me preparo un whisky con whisky y me lo bebo de un trago, notando como un ejército de hormigas incandescentes corre por llegar cuanto antes al búnker de mi estómago, asaltarlo, volarlo y mucho después, reconstruirlo con su banderita en lo alto. Estoy cansado de esperar algo que no se ni como se llama. Estoy cansado de mostrarme tan nihilista. Noto como pierdo neuronas por cada minuto que paso en este mundo y en esta habitación. Cada x tiempo se me nubla más la vista porque mi retiro perpetuo se ha convertido en un infierno personal e intransferible, como una tarjeta de crédito.
Voy al mueble de la cocina y cojo la caja de myolastán. Solo quedan seis pastillas, que lanzo al interior de mi boca y mastico con las muelas, escuchando el crujido de los dientes al chocar con otros dientes y con trozos de pastillas amargas que van poniéndome la lengua blanca y pastosa. Me preparo otro whisky con whisky y me lo bebo de un trago, junto con la compota de pastillas y las babas amargas. Cierro los ojos y dos lágrimas caen por los raíles que ya tienen fijados en mis mejillas. Tiemblo de miedo. Voy hasta el cajón donde tengo las drogas. Entre otras cosas tengo una bolsa llena de marihuana hasta arriba. Necesito expulsar de mi interior toda esta ponzoña. Necesito una purga. Tiro toda la marihuana al suelo y sintiendo como mis lágrimas mojan algunos cogollos, me arrodillo como un perro y empiezo a masticar y a tragar toda la marihuana que soy capaz en el menor tiempo posible. Me pica la garganta y los ojos y la nariz, que también moquea como un grifo abierto. Me vienen arcadas pero continúo tragando compulsivamente, como un perro tragaría hierbas en mitad del parque. Se me nubla la vista un poco más. Empiezo a sentirme muy pequeño e insensible. Ya no queda marihuana por el suelo, solo algunas pequeñas partículas que no llaman mi atención y soy un ewok malvado y albino que solo quiere destruir mundos y violar a todos sus habitantes con una sonrisa amarilla y lubricada como un piano demasiado viejo. Me levanto y doy un largo trago a la botella de whisky. Despego el labio inferior de la boca de la botella y el contenido empieza a caer por mi cuello, empapando la camisa. Levanto el brazo y dejo que el alcohol purifique mi cara y sobre todo mis ojos. Tengo que desalojar estas visiones culpabilizadoras y grecolatinas. Esa es mi necesidad, pero me escuecen los ojos como nunca me han escocido y veo todo borroso y de color whisky añejo. No parece que funcione. Porque mis ojos se han convertido en las cataratas del Niágara. La botella está vacía. Tengo miedo. Me dejo caer encima del sofá de 1200 euros. Levanto los brazos y me miro las palmas de las manos. Están completamente blancas y las rayas por las que se dobla la carne, completamente rojas como ríos de sangre en un relato bíblico. Los pelos de mis brazos han desaparecido y ahora solo veo el músculo. Odio tener cuerpo y ocupar espacio aunque cada vez sea más y más pequeño. Me mareo. Me vienen arcadas de nuevo, pero las aguanto, saboreando el vómito que intenta salir del estómago. Ya no se si estoy llorando solución salina o whisky escocés. Tengo la cara pegajosa y me cuesta abrir y cerrar la boca y los ojos. De hecho, uno de ellos tiene las pestañas pegadas y no puedo abrirlo bien porque me da miedo arrancarme el párpado. Con el que me queda abierto veo muy borroso y está tan rojo como un tomate secado al sol. Me gustaría escuchar unos acordes de guitarra ahora mismo, pero no alcanzó a ver donde está el mando a distancia del equipo de música. Tiemblo. Tengo frío. Tengo hambre. Me gustaría ver lo que está ocurriendo en el interior del cerebro. Me gustaría ver mis neuronas con sus dendritas. Me gustaría abrazarlas a todas y decirles ?tranquilas chicas, lo habéis hecho muy bien, no es vuestra culpa. Soy yo?. Miro el reloj de mi muñeca y no lo entiendo, todas las agujas son del mismo tamaño y los números no se están quietos. Hoy ha sido un día muy corto que ha pasado muy deprisa. ¿Qué estará haciendo el resto del mundo justo ahora? Creo que me estoy muriendo. Espero que esté nevando sobre el Nepal y un par de trenes se hayan chocado en la estepa rusa. Espero que ardan todos los bosques. Estoy escapando. Hasta la próxima. Todo muy contradictorio, ¿verdad? Debe ser medianoche...











?Pero así como hay naturalezas que tienden a levantar fiebre ante la más leve enfermedad, estas que llamamos ?suicidas? y que son siempre muy perceptivas y sensibles tienden a entregarse intensamente a la fantasía del suicidio ante la más pequeña afección?

Hermann Hesse


No hay comentarios: