El mar tornasolado susurra conchas que están huecas y sucias
Tú andas entre las rocas como una pestaña
Mecida por el viento polar
Con la punta de los dedos apenas tocando el suelo
y yo envejezco dentro de un folio en blanco de madrugadas juntos.

El mar tornasolado susurra espinas de pescado que rasgan la luna
Mientras te sientas entre dos rocas que parecen un trono
Y me gobiernas con tu puñado de rayos y besos calientes,
Tus piernas abiertas e iracundas
Y yo envejezco con las manos en los bolsillos de metal
En mi prisión sin puerta.

El mar tornasolado susurra peces que huelen a incienso
Y te tocas el pelo que se engrasa en un agudo superior
Y me amas como un ventilador,
Y mi piel se pega al hueso y el hueso al alma
Y el alma al ego
Y el ego al miedo de que todo acabe
Y termine siendo como un cacahuete
(Ligeramente parecido al infinito)

Y entonces el mar tornasolado grite.

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