El buen gourmet, vol.1

-curiosa pregunta me hace, caballero. Pero denoto en su tono algo similar al orgullo masculino.
No pensará usted que nunca me la he planteado, ¿verdad? Aunque no lo crea, porque se por
experiencia que no lo creerá, siempre tengo en la cabeza esa pregunta. Puede sonar irónico, y
más para mí, que se en lo que se va a convertir su vida en sus últimos espasmos. Si le digo la
verdad, no lo se. No tengo ningún motivo punzante, ni oigo voces ni nada por el estilo.
Simple y llanamente digamos que no tengo corazón. Ahora es cuando usted debe intentar liberarse
de sus ataduras. Siempre que le digo a alguien como usted que no tengo corazón, piensa en sus
hijos y su esposa, ¿me equivoco? ¿Acaso no está rememorando ahora mismo esos dulces veranos
de soltería, cuando se amaban secretamente? ¿Acaso no está visualizando las primeras palabras de
sus hijos? Sois todos tan predecibles...de verdad me canso y sufro por vosotros en silencio. De
verdad que me culpo por los pecados de toda la Humanidad. No puedo soportar ser de la misma
especie que vosotros. Y sí, se puede decir que eso es lo más parecido a un motivo, en estas
circunstancias, señor. Bueno, le diré lo que voy a hacer con usted ahora. Nada puede pararme,
como ya se habrá; dado cuenta. En primer lugar voy a utilizar estas tijeras metalicas especiales
para limpiar pescado en su glande. Voy a recortarlo en final capas, como si se tratara de una
manualidad en aquella clase de Pretecnología, ¿recuerda? Yo solía preguntarle a la profesora
si el nombre de esa asignatura le parecía correcto. Ella se reía siempre y me tocaba los pelos
de la coronilla. Luego yo tenía que pasarme la mano por la zona para volver a peinarme. ¿No
le sucede a usted lo mismo?¿No tiene que pasar la mano por el cabello donde
le han acariciado? Yo creo que es cuasi un acto reflejo, un malestar inconsciente contra la
sumisión. Irónico. Lo dicho, le recortaré el glande y lo depositaré en aquel plato que puede
usted ver a su derecha. Le aconsejo que si tiene ganas de orinar, lo haga cuanto antes, porque
despues coseré el pellejo de su pene, formando un buñuelo-quiste estrambótico. Mientras usted se
repone del dolor, con las capas de glande del plato formaré una especie de trébol de cuatro hojas
adornado con un chorrito de vino blanco y otro de limón. Imagino que no habrá probado esa receta
en su vida. Ahora tiene la oportunidad si quiere, le aconsejo que lo haga, porque está exquisito.
basta de charla. Procedamos...

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