No más fe, Adán Schulz, no más fe

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s días siguientes son una fatalidad. Preguntas y más preguntas. Todos los conocidos que no deben darLote el pésame, dándote el pésame. Pero yo, hago gala de mi coraza bukowskiana, como dije no hace mucho.
Un periódico progresista me ha contratado para el suplemento de los domingos. Media página para expresar mi opinión sin ?limitaciones?. Entre comillas. Muy entre comillas todo. Se van a ir a tomar por culo.
Esta misma tarde me ha llamado el viejo Seoane diciendo que mañana tiene una cita con Claudia, la diseñadora de la Fnac, para concretar un asunto de portadas. Al parecer el viejo Seoane a conseguido publicar unos mini relatos que han estado olvidados muchos años por sus cajones. Unos mini relatos de mierda que escribí durante la época de periodista. No pienso ir a la Fnac, pero le pido el e-mail de Claudia para hacerle ?unas propuestas?. Para llevar a cabo un proyecto mucho más atractivo de lo que el viejo Seoane pueda tener en la cabeza.

Hago caso omiso de lo que me dice mi ángel de la guarda y paso varios días colocado de metanfetamina. Siempre que tomo esa mierda, me paso dos o tres días sin poder dormir, francamente emocionado ante la idea de estar vivo y muerto a la vez. Se que tengo suerte, porque el 80% de la gente que la prueba, repite y repite y repite y repite hasta que se mueren de sobredosis o matan a sus padres en el sótano con un hacha. Muchos pueden llegar a estar sin dormir 15 días. Yo solo tres o cuatro, no está mal. El caso es que es una puta mierda a la que solo acudo cuando no tengo nada mejor que hacer. Cuando no tengo ideas nuevas y estoy solo -debería plantearme el hecho de que siempre estoy solo- y no veo mejor manera de pasar el tiempo ni de dejar que la Humanidad siga su tortuoso camino de espinas, lágrimas, confeti y cubatas de ron al atardecer, mientras las muchachas se refrescan los traseros gelatinosos en piscinas de mancomunidades construidas bajo el manto protector de algún boom inmobiliario que ha dejado de tener sentido, de la misma forma que ha dejado de tener sentido las fachadas de sus propios edificios con esos colores burdeos y ocre y esa ?originalidad de búnker? de su construcción.
Le he mandado un extenso mail a Claudia diciendo tonterías, imagino, porque estaba borracho y no recuerdo casi nada. Yo y mi manía de no guardar borradores. Supongo que le he escrito cosas extrañas y metafísicas para intentar bajar sus defensas y traspasar sus muros de contención. Seguro que le he contado lo nihilista y equilibrista que soy. Lo poco que me gusta la vida y el planeta Tierra. Lo que odio tener que ir al supermercado a comprar siempre los mismos productos de primeras marcas sabiendo que sólo lo hago porque salen en anuncios caros por la televisión. Lo mucho que me duele el estómago todos los putos días ?pensaba que era de tomar café descafeinado pero me equivocaba, porque también me duele cuando tomo café normal y cuando tomo un vaso de leche templada con galletas después de un plato de lentejas con cebolla, chorizo, patata y pimiento- entre las cinco y las ocho de la tarde. Lo muchísimo que molo.
No espero encontrar respuesta de más de tres líneas en menos de dos semanas, así que he decidido bajar a la calle y poner fin a este encierro. Voy a ir al cine. O al teatro. O a la ópera. O al cementerio... a veces me gustaría ser pederasta para tener algo mejor que hacer. Para recrearme. Para siempre.





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He decidido ir a casa de un amigo que hace mucho que no veo. Como seis meses. Uno de esos amigos que no sabes ni como aguanta ahí sin morirse de asco.
Justo cuando tengo el dedo a un centímetro del timbre, decido dar media vuelta. Ya intenté una vez volver atrás en el tiempo como si no hubiera pasado nada y todavía recuerdo los resultados. No pienso volver a insistir con mi pasado. No voy a ser por más tiempo víctima de nadie, solo de mí mismo. El único cabrón que merece la pena aquí soy yo, joder.
He vuelto a casa. Me preparo un whisky con whisky y me lo bebo de un trago, notando como un ejército de hormigas incandescentes corre por llegar cuanto antes al búnker de mi estómago, asaltarlo, volarlo y mucho después, reconstruirlo con su banderita en lo alto. Estoy cansado de esperar algo que no se ni como se llama. Estoy cansado de mostrarme tan nihilista. Noto como pierdo neuronas por cada minuto que paso en este mundo y en esta habitación. Cada x tiempo se me nubla más la vista porque mi retiro perpetuo se ha convertido en un infierno personal e intransferible, como una tarjeta de crédito.
Voy al mueble de la cocina y cojo la caja de myolastán. Solo quedan seis pastillas, que lanzo al interior de mi boca y mastico con las muelas, escuchando el crujido de los dientes al chocar con otros dientes y con trozos de pastillas amargas que van poniéndome la lengua blanca y pastosa. Me preparo otro whisky con whisky y me lo bebo de un trago, junto con la compota de pastillas y las babas amargas. Cierro los ojos y dos lágrimas caen por los raíles que ya tienen fijados en mis mejillas. Tiemblo de miedo. Voy hasta el cajón donde tengo las drogas. Entre otras cosas tengo una bolsa llena de marihuana hasta arriba. Necesito expulsar de mi interior toda esta ponzoña. Necesito una purga. Tiro toda la marihuana al suelo y sintiendo como mis lágrimas mojan algunos cogollos, me arrodillo como un perro y empiezo a masticar y a tragar toda la marihuana que soy capaz en el menor tiempo posible. Me pica la garganta y los ojos y la nariz, que también moquea como un grifo abierto. Me vienen arcadas pero continúo tragando compulsivamente, como un perro tragaría hierbas en mitad del parque. Se me nubla la vista un poco más. Empiezo a sentirme muy pequeño e insensible. Ya no queda marihuana por el suelo, solo algunas pequeñas partículas que no llaman mi atención y soy un ewok malvado y albino que solo quiere destruir mundos y violar a todos sus habitantes con una sonrisa amarilla y lubricada como un piano demasiado viejo. Me levanto y doy un largo trago a la botella de whisky. Despego el labio inferior de la boca de la botella y el contenido empieza a caer por mi cuello, empapando la camisa. Levanto el brazo y dejo que el alcohol purifique mi cara y sobre todo mis ojos. Tengo que desalojar estas visiones culpabilizadoras y grecolatinas. Esa es mi necesidad, pero me escuecen los ojos como nunca me han escocido y veo todo borroso y de color whisky añejo. No parece que funcione. Porque mis ojos se han convertido en las cataratas del Niágara. La botella está vacía. Tengo miedo. Me dejo caer encima del sofá de 1200 euros. Levanto los brazos y me miro las palmas de las manos. Están completamente blancas y las rayas por las que se dobla la carne, completamente rojas como ríos de sangre en un relato bíblico. Los pelos de mis brazos han desaparecido y ahora solo veo el músculo. Odio tener cuerpo y ocupar espacio aunque cada vez sea más y más pequeño. Me mareo. Me vienen arcadas de nuevo, pero las aguanto, saboreando el vómito que intenta salir del estómago. Ya no se si estoy llorando solución salina o whisky escocés. Tengo la cara pegajosa y me cuesta abrir y cerrar la boca y los ojos. De hecho, uno de ellos tiene las pestañas pegadas y no puedo abrirlo bien porque me da miedo arrancarme el párpado. Con el que me queda abierto veo muy borroso y está tan rojo como un tomate secado al sol. Me gustaría escuchar unos acordes de guitarra ahora mismo, pero no alcanzó a ver donde está el mando a distancia del equipo de música. Tiemblo. Tengo frío. Tengo hambre. Me gustaría ver lo que está ocurriendo en el interior del cerebro. Me gustaría ver mis neuronas con sus dendritas. Me gustaría abrazarlas a todas y decirles ?tranquilas chicas, lo habéis hecho muy bien, no es vuestra culpa. Soy yo?. Miro el reloj de mi muñeca y no lo entiendo, todas las agujas son del mismo tamaño y los números no se están quietos. Hoy ha sido un día muy corto que ha pasado muy deprisa. ¿Qué estará haciendo el resto del mundo justo ahora? Creo que me estoy muriendo. Espero que esté nevando sobre el Nepal y un par de trenes se hayan chocado en la estepa rusa. Espero que ardan todos los bosques. Estoy escapando. Hasta la próxima. Todo muy contradictorio, ¿verdad? Debe ser medianoche...











?Pero así como hay naturalezas que tienden a levantar fiebre ante la más leve enfermedad, estas que llamamos ?suicidas? y que son siempre muy perceptivas y sensibles tienden a entregarse intensamente a la fantasía del suicidio ante la más pequeña afección?

Hermann Hesse


Adán Schulz, el flojo

En situaciones de sorpresa, para bien o para mal, y ante la idea de la muerte, mi reacción primera siempre es de manual. Mas bien de novela negra o diario beatnik. Intento reforzar mi coraza exterior mediante cigarrillos, whisky y grandes dosis de desesperanza general, también llamada metafísica urbana barata. Mi boca se muestra fruncida permanentemente y mi supuesta pasividad no es debida a otra cosa que no sea el miedo. Miedo a estar muerto y miedo a estar vivo. Y es curioso, porque no temo a la muerte, ni siquiera a mi posible muerte trágica y/o rocambolesca. A lo que le temo es a la muerte violenta de las personas de mi entorno. A la muerte prematura de la gente que es querida y deja a otras personas sumidas en un mar de lágrimas. Y es por eso por lo que pienso que nunca podría suicidarme. Aunque pueda pensar que la muerte es la liberación, que la muerte es la válvula de escape ideal para alguien como yo, que no aprecia la espiral incandescente infinita de ciertas cosas y no encuentra verdaderas razones para descojonarse de risa andando solo por la calle, por poner un ejemplo. Por todo esto, la noticia de la muerte de Andrea me afectó. Y también me traumatizó en cierta manera, al pensar que nunca más volvería a verla. Que nunca más volveríamos a follar. Puro egoísmo y egocentrismo. Lo confieso, en realidad la vida de Andrea me importa mucho menos que la suspensión hidráulica de mi coche. Pero me jode que se muera porque nunca más se quitaría las bragas en mi coche y se las arrojaría a un vagabundo. Jamás volvería a beber coca cola directamente de la botella poniendo los labios de tal manera que...
Mi mejor disfraz es La Contradicción.
Odio a Edgar Allan Poe,
Nevermore.

Tras tomarme dos Analgilasa, un Myolastán y una cerveza, acudí a la comisaría con mi camisa arrugada de la noche anterior, tan obnubilado que parecía uno de esos caballos con calesa que solo pueden mirar al frente sin distracción alguna. Así que, fui derecho al primer hombre con uniforme que se cruzó en mi visión recta de francotirador. Dicho hombrecillo menudo, gordo y barbilampiño, me condujo hasta el despacho del comisario, un despacho muy pequeño, marrón, con olor a café sólo sobre vaso de plástico.

Me encontré con que el comisario Andrés Ortiz no era como yo pensaba. El comisario es un hombre muy alto, pulcramente afeitado y perfumado, trajeado y con corbata. Con un pelo al más puro estilo Matías Prats hijo. Tiene una de esas caras serias y cuadradas de las teleseries americanas. De esas que parecen tener la frente de plástico como Christian Bale. Y fuma. Fuma mucho según los datos obtenidos de su fiel amigo el cenicero. Yo también fumo mucho desde hoy mismo. Doce cigarrillos para ser exactos.
-Hola, soy Adán Schulz. ? me acerco a la mesa y me siento sin preguntar en una silla de madera con más años que su puta madre.
-Hola. ?nos apretamos las manos?. Andrés Ortiz. Ante todo quisiera decirle que siento mucho lo que ha ocurrido. Sé que no es un momento sencillo para usted pero lo siento, por ofensivo que pueda parecer, es usted el principal sospechoso ahora mismo. ?creo que se da cuenta de la humedad que adquieren mis ojos y de la palidez de mi rostro. Levanta las palmas de las manos en gesto psicológico?. Pero no tiene de que preocuparse. Personalmente confío en usted. He leído sus libros y me cae bien. Le veo incapaz de cometer una barbaridad como la que ha tenido lugar en el apartamento de la Señorita... ??¿He leído sus libros?? ¡Pero qué puta mierda es esta! Se queda pensando una milésima de segundo-... Andrea.
-Joder. No sé qué decir. Solo sé que si en algún momento de mi vida pierdo la cabeza y arremeto contra el mundo, tenga usted por seguro de que Andrea sería, sino la última, la penúltima persona sobre la que fijaría mi objetivo. ?Mi mirada no consigue despegarse del suelo del despacho de la comisaría, que muy a pesar de lo que pueda decir Ray Lóriga, no es de linóleo. ?Ostia puta, Andrea era una tía de puta madre.
-Pues se ve que no todo el mundo opina como usted, señor Schulz. ?coge unos papeles de la mesa y los mira?. Según el informe que tengo entre mis manos, anoche, entre las 5 y las 6 de la madrugada alguien la asaltó en su vivienda. ¿Dónde y con quién estuvo usted ayer a esa hora?

Tengo la frente y el labio superior empapados de sudor. Y es sudor frío como el de las películas y los relatos policíacos.
-Joder, anoche me puse como una cuba, solo recuerdo cosas sueltas. Ayer por la tarde estuve en una firma de libros en la Fnac hasta las nueve o nueve y media de la noche. Allí acudió Andrea y al acabar de firmar, fuimos a su casa a beber algo, ya sabe... Puse cara de niño al que pillan meando las cartas de sus vecinos.
-Eh... imagino que se refiere a la farlopa. Le han encontrado bastante cantidad en la sangre.
-Bueno, no me atrevía a decirlo, pero sí. Fuimos a su casa porque Andrea siempre tiene farlopa de calidad. Nos hicimos unas rayas y unos cubatas de Martini. No somos malagente, comisario, nos gusta divertirnos. Pero mírame, no soy ningún santo, me gusta beberme unos cubatas y hacerme unas lonchas cuando lo veo oportuno, no creo que le haga mal a nadie. Solo a mí mismo.
-Chist, -vuelve a levantar las manos- tranquilo, lo que haga usted con su vida no es asunto mío de momento. Tampoco ha venido usted acusado de posesión, venta o tráfico de estupefacientes. Estamos investigando el asesinato de su amiga Andrea. Ya sabemos que las drogas halladas en su apartamento fueron compradas por Andrea, igual que sabemos a quién se las compraba y que estaba haciendo ese tipo entre las 5 y las 6 de la mañana.
-Comprendo. ?mi cara se puso más roja que un tomate secado al sol?. Como le estaba diciendo antes, fuimos a su casa antes de ir a cenar. Ella había reservado mesa en algún sitio que no recuerdo. Déjeme pensar...
-Tanaka. 22:30. No fueron.
-Correcto, no fuimos, ahora empiezo a recordar más cosas. Estuvimos en su casa mucho rato, ya sabe, follando y tal. Imagino que eso empeora las cosas porque le habrán encontrado infinidad de fluidos y pelos míos al... ?trago saliva?... al cuerpo de Andrea.
-No se preocupe, continúe.
-Pues no puedo decirle exactamente hasta qué hora estuvimos en su casa porque encadenamos unos cuantos cubatas, pero recuerdo que Andrea dijo que ya no llegaríamos al restaurante, por lo tanto, hasta más de las diez de la noche. De todas formas, a esas horas ya habíamos perdido todo el apetito. Estuvimos charlando y bailando y nos hizo gracia la idea de ir a un bar que se llama Scloe a hacer el ganso y provocar a la gente. Recuerdo que nos echaron al poco tiempo porque montamos un espectáculo erótico-festivo en un reservado. Cogimos un taxi. ?fijo la mirada en un abrecartas que descansa en la mesa del despacho junto a un montón de hojas en blanco y un montón de hojas escritas a máquina y pienso que debería clavárselo en los putos ojos por mirarme de esa manera tan gay y profesional a la vez. Debería extender mis alas gigantes de moscardón y salir zumbando por la ventana- Todavía recuerdo las miradas del conductor a través del retrovisor. Andrea era una chica extremadamente sexy y le gustaba divertirse incluso más que a mí.
-Le agradezco todos sus detalles, continúe.
-No puedo continuar mucho más. A esas alturas la farlopa dejó de hacer efecto y me subió todo el alcohol de golpe. Probablemente acudiríamos a mi casa, aunque no tengo ninguna visión de mi apartamento. Puede que estuviéramos en otro garito de mala muerte.
-Tengo un testigo que asegura haberle reconocido sobre las 4 de la mañana en un pub llamado Estrellas, con una mujer que encaja con la descripción de Andrea.
-Sí, tiene razón ese testigo. Recuerdo ese antro. Todo lleno de babosos y putas. Recuerdo que tuve que firmar algún autógrafo y me invitaron a speed. Lo siento, no fue una noche muy lúcida para mí. Después de ese antro si que no recuerdo nada, de hecho esta mañana me he despertado en una habitación del hotel Bruselas. ¿Lo conoce?
-Sí. Imagino que estaba solo cuando despertó.
-Sí.
-Ninguna señal de un posible acompañante o una nota manuscrita...
-Que va. Nada.
-De acuerdo, de momento eso es todo. Le agradezco su colaboración y me temo decirle que es necesario que no salga usted del país sin antes avisarme. Es pura rutina, ya sabe que no podemos dejar ningún cabo suelto.
-Entiendo. No se preocupe, estoy a su entera disposición. Cualquier cosa que haga falta... ?realmente este tío da asco y no va a llegar a ningún sitio en la investigación. Apostaría la cabeza.
-Muchas gracias, si quiere añadir usted algo más... ?miró sus informes.
-Pues sí, que es el peor día de mi puta vida.
-Lo siento Señor Schulz.
-Adán.










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(Si antes odiaba a la gente porque sí, ahora odio a la humanidad completa porque me sale de los huevos.
Tengo una terrible sensación física de malestar. Como si me hubieran quemado el culo con un mechero de gasolina.
Nadie merece vivir y ser libre. Somos el cáncer de piel del planeta Tierra. La escoria del Universo. Y nos reproducimos como dientes de león.
Deberíamos estar todos quemados. Quemados y muertos.)





continuemos Adán continuemos

Mientras observo la decoración y ella se escabulle entre el aroma a rosas frescas que impregna el salón, en dirección a la habitación a preparar unas rayas, preparo un par de copas de martini con hielo y pongo la radio en una emisora donde suena música clásica las 24 horas del día y no se como se llama porque siempre suelo escucharla cuando estoy en la cama y me quedo dormido en menos de quince minutos.
Doy un trago y me planto en el umbral de la puerta del dormitorio.
Andrea está de pie junto a un mueble de metal y espejo, que podríamos denominar El Perfecto Paralelepípedo Ortoedro con Aristas Milimétricamente Manipuladas, preparando unas rayas sobre su superficie. Me acerco por detrás y sin poder evitarlo dejo las copas en el mueble y me agarro a sus tetas por encima de la ropa como si de un terremoto estuviéramos hablando. Ella dice algo así como ?me van a salir torcidas? y yo le digo que no pasa nada porque no pienso esnifar encima de ese mueble lleno de microbios que no son míos, que a saber la de potingues que han pasado por esa superficie antes que mi santa nariz. ?¿Entonces?? Dice ella y le digo que se deje hacer, mientras le quito la blusa y la tiro hacia detrás, sobre una silla ergonómicamente interactiva y de color verde. Le desabrocho el sujetador (es uno de esos que tienen el cierre por delante, entre las tetas) y lo tiro sobre la misma silla. Cae de mala manera y resbala hasta caerse al suelo e imagino que de una de las placas del techo sale un brazo mecánico (con un pequeño cerebro positrónico que le permite tener la suficiente inteligencia artificial para dar los buenos días en el lenguaje de los signos) que coge la prenda íntima y la deposita dentro de su correspondiente cajón en la mesilla, no sin antes sacudirla para quitarle el polvo. Me agarro a sus tetas como un niño huérfano. Con dos dedos le pellizco un pezón y le levanto la teta hasta donde me permite la carne y desde ahí arriba la dejo caer, observando por encima del hombro de Andrea como actúa la gravedad en forma de ondas concéntricas. Noto como el diafragma de la barriga de Andrea se acciona un poco y suelta un suspiro. Movimiento circular como el de una sierra de cortar tableros de aglomerado. Le digo que se quite la ropa y que se tumbe en el suelo ahí delante. Ella obedece sin decir ni una palabra y se tumba muy recta con las piernas juntas. Recojo del montón que hay encima del Perfecto Paralelepípedo Ortoedro un poco de coca con la punta de una de mis tarjetas de crédito y la deposito encima del hueso de la cadera de Andrea, en esa zona en la que el deseo ha ido marcando su propio camino hondo hasta la meta de entre sus piernas.
Andrea abre las piernas y aprovecho para darle un pequeño lengüetazo de cariño en su recoveco más preciado haciendo equilibrios, ambos, para no estropear nada. Preparo una raya larga, muy poco geométrica, debido a los resuellos de Andrea. Cojo el tubo de plata. Esnifo media raya por cada agujero de mi santa nariz. Echo la cabeza hacía atrás y suelto la respiración. Dejo el tubo de metal encima del mueble reflectante. Lamo los restos de cocaína de la cadera de Andrea mientras le estimulo el coño con el pulgar derecho. Pienso en la Nebulosa de Orión. Orion Messier 42. Pienso en que el tamaño de esta inmensa nube estelar es, por lo menos, de veinte años-luz, y su distancia a la Tierra, de unos 1.500 años-ídem. Pienso en la parte más densa de la Nebulosa, donde la materia de que se compone está tan rarificada como el máximo vacío alcanzable en nuestro planeta. Pienso en que, a pesar de todo esto, es probable que su masa supere en más de diez veces la de nuestro sistema solar. Pienso en mariposas siderales revoloteando y produciendo un agujero negro con cada batir de alas.
Después de esto, el resto de la noche no tiene mucho sentido. Solo suspiros.



7




Me despierto al mediodía en la habitación de un hotel que no recuerdo. Apuro el último trago de un cubata que descansa en la mesilla junto a una lámpara y mi cartera. Es whisky con agua.

Me duele la cabeza, la nariz, la mandíbula, los ojos y el estómago. Estoy terriblemente cansado y al mirarme en el espejo del cuarto de baño (provisto de dos pastillas de jabón individuales, dos vasos de cristal puestos bocabajo, dos cepillos de dientes desechables y dos toallas de mano) me veo más demacrado de lo normal. Veo ojeras como mareas negras. Veo patas de gallo de pelea. Barba de cinco días. Me veo amarillo y al levantar la cabeza y mirar mis fosas nasales, advierto pequeñas costras de sangre reseca. Suena el teléfono móvil desde la cama. Es la melodía de una vieja canción de Nancy Sinatra. La musa sadomasoquista. These boots are made for walking. No lo cojo. Me afeito con una de las dos maquinillas desechables que hay encima de una repisa de cristal. Me dejo un pequeño bigote lamentable sobre el labio superior. Sin duda, es un hotel barato.
Vuelve a sonar el teléfono. Mientras camino hasta el aparato, pienso en que no estoy muy alejado de los sentimientos de Nancy Sinatra, puesto que yo también estoy a la sombra de mi padre e intento alejarme lo máximo posible de su carrera artística.
Mi padre era arquitecto, amaba el orden de todas las cosas, la rectitud a líneas generales. Era el ejemplo a seguir por toda la comunidad. El individuo casi perfecto del que hablan las escrituras de todas las religiones monoteístas. Era imposible ignorar sus consejos y no errar. Era imposible quitarle la razón y no caer fulminado por un rayo acusador proveniente del mismísimo Olimpo. Murió, y ahora invento mi propio concepto de padre todopoderoso que a veces tiene mi misma cara y un cuerno de rinoceronte en la frente.

Número oculto. Clic.
-¿Sí?
- ¿Schulz? ¿Adan Schulz?
- Adán.
-Buenas tardes, soy Andrés Ortiz, comisario de policía. Le llamo para concertar una cita urgente con usted para esta misma tarde. ¿Estuvo usted anoche con la señorita Andrea María Vega Morán?
-Eh, sí, estuve con ella toda la tarde y noche de ayer. ¿Se ha metido en algún lío?
-Siento comunicarle que la señorita Andrea María Vega ha sido encontrada muerta en su domicilio.

?El impulso hacia el amor, llevado al límite, es un impulso hacia la muerte.?
Marqués de Sade


Vuelve Adán Schulz

5
No tiene que pasar nada fuera de lo común. No necesariamente tienes que abrir la boca.
Esas son las notas mentales con las que viajo, escuchando una emisora de radio escogida al azar. Suelo hacerlo muy a menudo. Aprieto el botón de búsqueda automática en el radiocassette de mucho dinero y cierro los ojos. Cuando lo creo oportuno despego el dedo acusador y lo que salga.
Puede que sea una de las personas del país que menos radio haya escuchado en su vida. No le veo chispa y para colmo, cada veinte minutos te meten otros tantos de publicidad hortera de pueblo. Antoñito chapa , pintura y compañía.
Oigo como un tipo, que adivino anodino y gordezuelo, charla con otro tipo, que adivino anodido y gordezuelo, sobre películas clásicas de esas que, por respeto a la humanidad, tienen que gustarte. Y es que odio que me digan lo que tengo que hacer. Y mucho más que me digan lo que me tiene que gustar. En realidad es una de las cosas que más me joden, porque ni siquiera yo tengo claro la mayoría de mis gustos. Soy uno de esos reaccionarios que dicen que lo importante es tener claro lo que no te gusta. Pura fachada.
Aparco el coche en el aparcamiento subterráneo de la Fnac haciendo uso de la tarjeta especial que el cerdo de John, el mandamás, me ha hecho llegar mediante una carta de dos hojas de contínuo peloteo y egocentrismo (sin olvidar las últimas novedades en narrativa extranjera y minireproductores de dvd).
Durante el trayecto que separa el aparcamiento de la sala de juntas/despacho la gente gira 180 grados para mirarme, en mi flotante caminar. Espero no tener un cordón desatado.
Abro la puerta y veo que ya me esperan Seoane, John y una mujer que no se quien es.
-Toc toc
-Hombre, ya está aquí. ? Seoane.
-Hola, Schulz, cómo te va. Estábamos hablando sobre las ventas del ultimo libro. La verdad es que no se puede decir que sea un libro digestivo. Y eso la gente lo nota, de hecho la gente lo nota demasiado. Es el que menos se ha vendido. En un mes solo hemos colocado 23 ejemplares y gracias a nuestras campañas de publicidad. Asi que más te vale que te muestres colaborador esta tarde, por la cuenta que te trae. Al fín y al cabo son tus libros. ? John.
-No son mis libros, es mi dinero.
-Bueno, míralo desde el ángulo que mas te convenga, solo te pido compasión con esa gente de ahí fuera. Para algunos, incomprensiblemente, eres un ejemplo a seguir.
-Me portaré bien.
-Así me gusta. Bien, te presento a Claudia, nuestra mejor diseñadora.-(Pelo corto muy amarillo con flequillo, tetas invisibles bajo una camiseta negra con una exclamación verde en el centro. Ojos claros, como de cristal. Boca carnosa y permanentemente húmeda debido al carmín transparente). - Claudia sonríe y hace un gesto con las cejas. ? Hemos pensado que no estaría nada mal regalar una de estas postales por persona. Te las pondremos en un lateral, tú solo tienes que colocarlas dentro de los ejemplares que te vayan llegando para ser firmados.
En la postal salgo yo. Una foto de hace unos cuatros años. Con la mirada un poco perdida y mierda debajo de las uñas. Camisa negra abotonada hasta arriba. Pelo enmarañado. Algo así como La Foto Menos Oportuna del Mundo.
Debajo pone mi bendito nombre y un misterioso y falso ?proximamente?. Imagino que se refiere al nuevo material que estoy recopilando y que aún está mas verde que un tomate de invernadero. El fondo de la foto es de un color ocre deslucido y sucio. Parece un bizcocho crudo, quemado solo por algunas partes.
Miro las caras de las tres personas que tengo delante. El viejo Seoane me dice con sus ojos vidriosos que no le de demasiada importancia.
-Imagino...que se trata de una broma. ?le devuelvo la postal a Claudia.
-No, no es ninguna broma, es una manera de aumentar las ventas. ?dice John como si fuera lo más normal del mundo hacerme pasar por Jodorowski.
-Si no, el próximo libro lo vamos a tener que imprimir en papel de fumar. ? el inconfundible Seoane.
-Si es la mejor diseñadora de la industria mercantil ? hago gestos de grandilocuencia con las manos, algo parecido a Don Quijote. ? por qué puñetera y cerda razón ha tenido que coger esta foto y no me habéis hecho una puta foto decente. Por Dios, mirad la cara que tengo, ¿con esto pensáis vender libros?
Todos sudamos.
Miro la boca de Claudia. El labio superior perlado de sudor. Sus dientes blancos y rectos. Su barbilla. La cabrona curva que hace el perfil de su labio inferior. Su cuello blanco y débil, fácilmente tronchable y amable. Me desvanezco dentro de mi cabeza. Abrazo ese cuello con la lengua verde y kilométrica que poseo en mis pensamientos. Le rasgo la camiseta y sus minitetas minimamente gelatinosas se balancean. De mi pecho se abre una boca con dientes puntiagudos como estalactitas y ...
?....Por eso pensamos que la mejor manera de atraer gente es esa fotografía antígua? ?.... tampoco tienes que sonreir si no quieres... ? ?...estás sudando.?
-De acuerdo de acuerdo, vosotros ganáis. ? Claudia se ha dado cuenta de mis miradas animales y quizás de cierta parte de mis pensamientos y mira para otra parte. ? Vamos al lío. ? He de follarme a esa mujer.
Al menos no han colocado el típico stand de cartón con mi cara. Odio esa parafernália de campamentos de verano y supermercados.
Para el evento no han hecho ningún cambio en el salón de actos. La mesa de siempre de roble, retroiluminada desde la pared.
La gente se va sucediendo ordenadamente. Han venido de todas las partes de la ciudad solo para verme, ? con mi eterno gesto de lengua ácida y mis dedos torcidos que firman como más cómodo les resulta- para conseguir un garabato, soltarme algunas palabras que llevan todo el día pensando, mirarme fijamente con el Rec de sus memorias apretado y marcharse a la sección de libros de bolsillo por si pueden cazar algo, cada uno con su manera de andar, todas diferentes, y sus pelos de colores, sus ropas gastadas o grises que resultan ser el camuflaje óptico perfecto cuando suben por las escaleras mecánicas.
El viejo Seoane me ha contado un rollo macabeo para no sentarse a mi lado y darle palique. Es especialista en decir ?NO? de tal manera que siempre siempre siempre te lo crees. Quizás sea esa barba blanca de aspecto saludable. Sea como sea, al menos, lo he convencido para que me traiga un whisky de la cafetería.
Muchas de las personas que van pasando por la mesa me cuentan minihistorias aburridas que a nadie interesan. Me esfuerzo en no escuchar. A veces lo consigo, imaginando que soy un simple insecto-palo encaramado en una rama seca.
Realmente me da vergüenza firmar estos libros de mierda.
Acabemos con esto cuanto antes.
Entre la gente que hacer cola puedo ver como sobresale la cabeza pelirroja de Andrea. Su pelo brillante con los bucles justos. Me hace un gesto con la mano. Respondo con el mismo gesto y firmo un ejemplar con un circulo y un cuadrado al lado donde dentro descansa mi apellido.
Andrea se acerca a la mesa, embutida en una falda ajustada. Magníficas piernas largas y blancas con rodilla diminuta. Se ha puesto los zapatos de tacón con los que una vez le estimulé el ano.
-Hola, ¿te falta mucho para acabar aquí? ? se apoya con ambas manos en la mesa dejandome el escote a la altura de los ojos. Tienes diez dedos finos con uñas trabajadas artesanalmente y pintadas de un color parecido al vino tinto. Algunos mechones rojos caen hacia delante en cámara lenta y yo recobro la alegría de vivir y acabo el cubata de un trago (los hielos ya se habían derretido).
-No más de veinte personas; son las ocho y media casi. Espero que me lleves de marcha, este pobre mártir se siente aburrido.
-Tengo una reserva en el Tanaka.
-De acuerdo, cenaremos pescado crudo con salsas de alquitrán. Por cierto, ¿tienes material? Iván se ha ido de vacaciones a las malvinas y me ha dejado colgado y sin avisar y anoche agoté todas mis existencias.
-Sí, algo tengo en casa, podemos pasar antes de ir al restaurante. Así te enseño la nueva alfombra que me han traido de por ahí.
-Trato hecho. Puedes sentarte aquí a mi lado y me haces compañía, estoy a punto de sacar la motosierra, nena. ? le doy dos palmadas a la silla vacía de mi izquierda.
Andrea rodea la mesa y se sienta como solo pueden sentarse las zorras recatadas de Times Square y las vendedoras de perfumes franceses.
Le miro las pantorrillas apretadas contra la silla y advierto que no lleva medias. Incluso puede que no lleve ni bragas. No ha cruzado las piernas, las ha dejado simétricas, dobladas formando un ángulo de noventa grados y con las rodillas pegadas.
Continúa el fluir de gente anónima.
Los hombres miran más a Andrea que a mí. Las mujeres preguntan menos. Decididamente pienso llamarla en todas las ocasiones que tenga que apechugar con un acto como este.
Al fín acaba de pasar gente y me levanto cuanto antes, por si acaso una oleada de autobuses de octogenarios se avalanzan sobre las puertas batientes en el ultimo momento. Acerco la boca a la oreja de Andrea. Le retiro unos mechones rojos.
-¿Llevas algo debajo?
Instantáneamente menea levemente la cabeza a izquierda y derecha haciendo que mi labio inferior roce el pendiente de su oreja derecha.
-Sígueme.
Se levanta y vamos a reunirnos al bar con el viejo Seoane, John y Claudia, que están traginándose unos vinos y unos canapés. La mirada de Claudia salta como un resorte sobre la falda de Andrea y los tacones. Sus gemelos y músculos de alrededor tensados. Delgada pero firme. Sin duda de las mejores.
-Bueno, chicos, al fín terminó todo. Cómo lo habéis visto. ? levanto la mano para que el camarero venga.
-Te felicito, no has dicho ninguna burrada, que yo sepa. ? John.
El viejo Seoane saluda a Andrea y dice:
-Sí, yo lo he visto bien.
Claudia no dice nada. Nadie dice nada.
-Os presento a Andrea, una amiga de la infancia.
Andrea sonríe y le da la mano a cada uno de ellos con gesto profesional y brillante. La reina de los pintalábios. Un pequeño detalle que no debería pasar desapercibido: Andrea se limpia la mano en la parte trasera de la falda después de la ronda de apretones de manos.
Tras varias copas y miradas extraviadas, cada uno se va por su lugar,deseosos de disfrutar del momento que al fín llega. El viejo Seoane se larga a cenar con unos colegas que han venido de Manhattan y yo me niego a conocer. Imagino que John irá al servicio de caballeros a hacerse una paja con la mano izquierda pensando en el culo de Andrea y su manera de acariciarse el antebrazo. Claudia seguro que va a cenar a un local de veinte metros cuadrados con pinturas de Kandinski y platos minimalistas a sesenta euros, mientras Andrea y yo nos embadurnamos las neuronas con cocaína de gran pureza, tras haber atravesado media ciudad en mi BMW, con la capota bajada para disfrutar del frescor de la noche en septiembre, época de celo en alguna que otra especie animal incluído el hombre.
El dúplex de Andrea cumple a la perfección las funciones de hogar y after hours. Probablemente es una de las estancias más chic que he pisado. Es el cubículo con la decoración más orgánica que se pueda pueda comparar con el interior de una caracola de mar dibujada por Gaudí. En su interior millones de compartimentos distribuidos por la pared norte. Sillas de tres patas torneadas. Mesa ovalada de cristal esmerilado iluminada desde abajo con uno de esos sistemas de palmadas (Otro invento hijoputesco y mercantil no apto para fiestas sureñas).

El desenfreno de los renacuajos

Llegará un momento en que,
ahogados en vuetros vómitos para nada asépticos,
todo acabe.
Las montañas de neumáticos quemados
se os atragantarán
y pasaréis a mejor vida
con todos los secretos inconfesables posibles
y todos los objetos acumulados
durante toda una vida
de frenético orden generacional.
Los perros ladrarán como si tosieran.
las palomas seguirán mirando,
condescendientemente,
desde lo alto de las farolas de la ciudad que seguirán alumbrando,
y los vagabundos,
asidos con pinzas quirúrgicas
por la enriquecida clase media,
sonreirán por este lindo whopper
que el hombre blanco
Alto
Formal
Caballero
Amigo de sus amigos
les regala a modo de Abrazo de la Muerte.
Llegará un momento en que
todos los dolores conformen
un único y catastrófico grito hiperhumano
a modo de violín sideral
chirriando acordes inventados.
Llegará un momento en que
los frigoríficos
neveras
y heladeras grecolatinas hagan percusión africana
con sus puertas
abriéndose y cerrándose
con la misma locura furtiva
de las águilas.
Las acéquias rebosarán de acedías muertas
despedazadas por el camión triturador de perros.
Llegará un momento en que la música no ayude.
El agua sea negra.
El alcohol esté en museos y fiestas privadísimas.
Las mujeres correrán desnudas por la avenida
y los hombres vestidos y con flores en la boca
gorgearán tristemente
mientras eyaculan,
y sus pies se llenan de kilómetros en la retaguardia
y sus testículos de espeso licor nuevo semitransparente.
Llegará un momento en que los animales
decidan suicidarse en masa
dejando de un lado sus instintos
y acogiéndose a la Quinta Enmienda del Aprendizaje Conductivo.
Ya no más nidos de paja
ni conocimientos innatos infalibles.
Llegará un momento en que Walt Whitman
le meta a Freud una escoba de barrendero en fallas por el culo
y los discos de blues sean inmolados
y los que aún tenían algo que decir,
llorarán sangre en el monte calvario
mientras Mel Gibson se dedica a la traducción simultánea.
Llegará un día en que todo se vaya por el desagüe
y al fondo no quede nada más que NECESIDAD
(espero ser yo el que tire de la cadena)

Adan1

1


El 4 de Septiembre es un día más. Ni frío ni calor. Cero grados. Abro los ojos a eso de las diez y media intentando recordar cómo acabó el día de ayer. Estuve en un bar, pero no se si lo recuerdo por la resaca espantosa que me congestiona el cerebro, o porque noto un bulto al otro lado de la cama.
Es una cama doble. De esas que curiosamente se llaman camas de matrimonio. Hay unas sábanas azul oscuro enredadas en la zona de los pies. Dos almohadas pequeñas y turgentes a modo de ojos.
El techo es blanco y tres focos me hacen caer en la cuenta de que no estoy en mi casa. Ni de coña.
Hay una mujer desnuda ofreciéndome su culo redondo y duro, mientras duerme mirando hacia la pared. Curiosamente en esa pared hay un póster de un cuadro antiguo. Ese que representa a Ofelia muerta en el río. De hecho, creo que se llama así. Ni lo se ni me importa. Esos cuadros no van conmigo. Ni harto de vino barato colgaría uno de esos pósteres en mi habitación. Y mucho menos con chinchetas naranjas. Al lado del póster hay una estantería con souvenirs de viajes extraños. Un pingüino con una caña de pescar dice I love Sweden. También hay novelas de ciencia ficción. Lucky Starr y esas cosas ochenteras.
Hago un esfuerzo mirando el culo de la mujer, intentando recordar su nombre pero es imposible. Casi ni me acuerdo de mis apellidos. Seguramente esta mujer se llame Ana, o Amparo o Carmen o Pilar o alguno de esos nombres feos de tanto usarlos o feos en sí mismos. Yo me llamo Adán, hasta ahí llego.
Sus piernas son, lo que comúnmente se llama, dos palos de escoba recubiertos con un poco de látex para disimular. En cambio, menudo culo tiene. Parece que se haya operado el culo, pero no veo ninguna cicatriz por ningún pliegue oculto. Es una mujer delgada, no hay duda, con lo cual me tranquilizo un poco porque me gusta tener todo controlado y paso de que me sobren carnes que ni yo mismo puedo abarcar.
La posición medio fetal me permite verle levemente el coño a modo de hamburguesa Happy Meal para niños (sin pepitas de sésamo). Está tan bien rasurada que podría peinarme las cejas mirándole el tema. Realmente es una cerda del averno, ahí con todo el chochote al aire y tan plácida.
Acerco mis dedos índice y corazón y empiezo a separarle los labios vaginales despacio para que no se despierte. Mientras le acaricio de manera liviana el coño noto como la Torre Inclinada de Pisa empieza a erguirse verticalmente sobre el nivel del mar. Esbozo una sonrisa y me asomo por encima de su cuerpo para verle la cara, no vaya a ser que acabe en la unidad de cardiopatías antes de tiempo. Tiene el pelo negro y liso y largo que le cae sobre el hombro recostado y la espalda. Cejas finas con la curvatura que a mi me gusta. Piel blanca y tersa (de eso ya me había percatado), nariz recta, labios delgados, pómulos simétricos y todas esas mierdas...parece que cumple los requisitos de la época, ¿qué coño hago en su cama? Jajaja.
Sus tetas. Sus tetas son pequeñas. No creo que llegue a la noventa. Como de colegiala. Pezones oscuros sobre superficie clara con piel de gallina. Se ve que se ha destapado a media noche y tiene frío.
Deslizo uno de mis dedos en el interior de su vagina resbalosa y sus caderas se mueven lentamente poniendo el culo en posición de ataque. Soy de mente y defensas débiles y no tardo ni tres segundos en introducir un segundo dedo, lo cual hace que ella remueva los brazos, las tetas se balanceen, y abra un poco los ojos. Marrones.
-mmmm ? ronronea despertándose. Yo sigo a lo mío, meneando, como culebrillas, los dedos dentro de ella, sintiendo el chapotear de los mismos. A estas alturas tengo el cipote como un pantalón de pana.
De repente ella es consciente de la situación y me mira con la cara marcada por las arrugas de la sábana.
-ey, buenos días, guerrero.
-hola, buenas.
-no te pregunto qué quieres para desayunar porque veo que ya te has servido tu mismo.
-Ajam. ¿Me pasas el cuchillo de la mantequilla?
Abre los ojos y arquea las cejas con gesto de ?¡qué cojones...!?
-Era broma. ? Continúo con el oleaje de los dedos y observo como pone la boca en forma de ?o? cerrada e inspira haciendo el típico ruidito que quiere decir algo así como ?has dado en la diana?. Su estómago se contrae. Mueve las caderas de tal forma que su hamburguesita queda mas expuesta todavía a mi mesa de trabajo. A los diez minutos de sudado toqueteo le digo,
-Y tú, ¿no quieres desayunar? ? mientras miro el cipote y su boca por turnos. - ¿no quieres un colacao?
Se lo piensa con cara de zorra y sin decir palabra se levanta (mis dedos se escurren fuera e imagino un ¡plop! que no llega a existir pero casi). Arrodillada en la cama se recoloca el pelo, mostrándome las tetas en todo su esplendor. Sí, verdaderamente es una tía buena. Algo delgada pero se le perdona.
-No,no. Túmbate boca arriba.
Ella me obedece en 5 segundos y se tumba apartándose el pelo de la espalda. Me pongo de pie en la cama, obteniendo un plano general de la escena.
-¿Te importa si quito ese puñetero póster de la pared? Me está dando por culo y no sabes cuanto.
-Tú mismo.
Salto voraz hacia el póster y lo arranco de un tirón. Dos de las cuatro esquinas de la mierda de póster se quedan con sus chinchetas en la pared. Que le jodan. Miro a la mujer de nombre desconocido y me toco el miembro.
-A desayunaaaar.
Coloco mis rodillas a ambos lados de sus tetas y le pego varios golpes de cipote en la cara. Ella saca la lengua y se la golpeo también. Golpeo su frente varias veces. Ella sonríe. Le agarro mechones de pelo y los paso por la superficie de mi miembro. Nada quedará impoluto tras mi paso por su casa. Le giro la cabeza hacia un lado y le paso el glande por la oreja. Lo que más me gustaría ahora: mear sobre su oreja y su pelo. Pero mientras mi antenita mira al espacio, tiesa, al brillo, soy incapaz de mear aunque me muera de ganas.
Acabo insertándole el cipote en la boca hasta atrás. Se escuchan gorgeos y atragantamientos y yo arremeto más y más. Noto en la punta cómo la garganta se contrae y se expande de manera profesional, haciendo que el mete-saca bucal no dure más de minuto y medio y descargue mi batallón de espías lechosos directamente en su esófago. Saco el miembro y ella comienza a hacer gárgaras con una mezcla desproporcionada de saliva y semen. (Si se le pusiera un poquito de sangre, los chicos de Metallica estarían encantados de grabar el Requeteload con esta chica).
-Traga
Me mira con los ojos llenos de lágrimas y traga. Acto seguido nos morreamos guarramente, entremezclando lenguas, fluidos y dientes. Un escalofrío de placer recorre mi columna vertebral.
Me hago a un lado y me derrumbo boca arriba a su derecha. Ambos miramos el techo con sus tres focos.
-¿Estaba rico el colacao?
-Sí pero se te olvidó echarle azúcar.
-Eres una puta encantadora, cariño.
-No te he cobrado ni un céntimo.
-Cierto. Eres una zorra encantadora, cariño.
-Jajaja. ¿Qué hora es?
-Lo menos las once.
-Se supone que hoy tenías una cita con tu editor...
-Me cago en la puta, ¿cómo sabes tú eso?
-Anoche se te soltó la lengua en el garito del tío ese amigo tuyo.
-Ángel. Pues sí, he quedado en el centro para comer con él a las...dos, creo. ? levanto mi mano y la dejo caer despacio, como el Halcón Milenario aterrizando en busca de Lando, en su pubis rasurado. Acaricio haciendo círculos. ? El muy hijo de puta me ha programado una firma de libros en la Fnac para esta tarde. Voy a ver si lo convenzo para que la anule. Me joden mucho esas mierdas llena de niñatos y cuarentonas amargadas. Y más si estoy resacoso. La ultima vez que estuve en una firma, en la librería...no me acuerdo. Bueno, la ultima vez que estuve, una tía de no menos de cincuenta puñeteros años me comió la bola con su puto niño, que tenía miles y miles de poemas buenísimos y ahora estaba enfrascado en su novela coral, algo sobre un submarino radioactivo que se descontrola y no se que mierdas sobre la unión de todos los paises en una única y devastadora fuerza contra un enemigo invisible venido de otro planeta.
-¿Y tú qué le dijiste?
-¿Palabras textuales?
-Sí...
-Señora, ¿tengo yo cara de buen samaritano?
-Qué cabrón.
-Y tú que zorra.¿Cómo te llamas?
-Eva.
-Cierto, cierto. Pues buenos días Eva. ? le digo mientras acarició con el índice su clítoris. Eva abre las piernas.
-Tengo zumo de naranja... y peras en la nevera, por si... quieres desayunar...
-Sí, ahora me levanto, primero voy a explorarte un rato.
-Me parece perfecto.
-Y tanto, ¿alguna vez te han rasurado el coño con tu propia saliva?

2



Soy Adán y soy vividor y escritor. En ese orden. Adán Schulz. Mi padre era alemán. Si veis mi nombre impreso en la portada de algún libro no lo compréis. Escribo libros patéticos sobre temas de actualidad y gano una pasta con ello. Por ejemplo, estallan unos trenes en Madrid y el gobierno se va a la mierda. Pues yo en seis meses ya tengo preparada mi novela sobre un joven revolucionario de poco cerebro que acaba metido en un grupo terrorista (llamémosle ETA) y tiene que atentar contra su padre, Alberto Ruíz Gallardón. ¿Gran Hermano lider de audiencia? Al poco, yo ya tengo preparada mi novela sobre seis personas famosas secuestradas y aisladas en un zulo (entre ellos estaban Norma Duval y Ramoncín. Norma acaba embaraza y Ramoncín apesadumbrado pero con su cara de chotis perpetuo). No os podéis ni imaginar la fama que da escribir ese tipo de cosas. Te censuran por todas partes. Lo se. Algunos van más allá y te denuncian. A veces pierdes tiempo y dinero en muchos juicios pero a la larga te sale rentable. Te conviertes en persona cuasi non grata para ciertos sectores primitivos de este podrido país. Tu nombre sale en todos los periódicos, en todas las revistas del tipo Tiempo, Interviú, SuperPop...En todas las secciones de sociedad de los telediarios, menos en el de Televisión Española y Antena3. Todo el mundo habla de tu libro y de la clase de persona que puede tener esas ideas tan maquiavélicas. Todos quieren informarse. Todos los programas de tertulias quieren contar con tu presencia a golpe de talonario. Sanchez Dragó incluso te la chuparía (tántricamente hablando). De repente descubres que María Teresa Campos siempre ha sido tu mejor amiga y está dispuesta a prestarte a su tetuda hija para tus juegos lascivos. De todo. Te pasa de todo. Y claro, tanta fama, aunque sea mala, hace que tus libros se vendan como rosquillas. Recientemente tenemos el ejemplo de Aznar y sus memorias. En ese aspecto, yo soy como Aznar: ambos escribimos libros de mierda que se agotan en las estanterias y nos forramos. Pero que quede claro, yo no tengo bigote (mi hija tampoco).
Así de simple y rastrera es mi vida laboral.
Tengo un ático de cien millones de pesetas en el centro de la ciudad, con una terraza de muchos metros cuadrados lleno de primeras marcas. Como dijo alguien en un libro que no recuerdo, las cosas ya no se describen al detalle. Simplemente se nombran las marcas. Pues bien, mi habitacion es Sony. Mi cuarto de baño Grohe. Mi cocina LG. Mi terraza es El Corte Inglés. Grácias chicos.

Tengo 39 años. Nací una soleada tarde de 1965. Concretamente la soleada tarde del 19 de Abril. No se si pasó algo interesante a nivel mundial, nunca he estado tan aburrido como para informarme de eso, pero me gustaría que ese mismo día unos rebeldes chinos hubieran lanzado un poco de agente naranja sobre los campos de arroz. O un tejano loco y barbudo, armado con su rifle de caza y su peto vaquero, hubiera acabado con un padre de familia honrado, por un puñado de dólares, es decir, banquero. Sería un buen pistoletazo de salida a modo de preságio sobre mí mismo.
Estudié la carrera de periodismo y justo al acabarla me di cuenta de que este puñetero mundo estaba agonizando e iba a reventar de un momento a otro. Es un mundo podrido y angustioso basado única y exclusivamente en el poder del dinero. Si tienes suficiente pasta para comer todos los dias en bares modernos y comprarte la discografía original de Prince, vales. Si no te llega para el metro o para ver la última de Amenábar, no vales. Así de claro y de sencillo. Me di cuenta que no se puede ser honrado y vivir bien al mismo tiempo. Es una puñetera cuestión de prioridades, suerte y morro.
Tras acabar la carrera con muy buenas notas (siempre he sido muy buen estudiante gracias a la mentalidad germana que me daba de comer a diario) encontré un trabajito como cronista de conciertos para una revista musical ahora muerta. Todos los fines de semana iba con mi cochecito (un Seat Ritmo de la época con alarma antirrobos. De las primeras alarmas que salieron al mercado. El sistema era primitivo a la par que rocambolesco. No existian los mandos a distancia de ahora, asi que, para desconectarla, tenías que, con una llave gordezuela como la de los candados de moto, accionar una cerradura que se escondia en los bajos de la parte delantera del coche, junto a la rueda derecha casi, lo cual hacía que nadie tuviera ganas de tener la alarma conectada, lo cual hacía que no sirviera para nada. Un mero reclamo publicitario. Hijos de puta.) a conciertos de toda índole. Bruce Springteen, Iggy Pop, David Bowie, Julio Iglesias... Tenía mi lugar privilegiado entre bambalinas. Era uno de esos tipejos enjutos que se podían ver en los laterales de los escenarios, detrás de los amplificadores y las guitarras de repuesto y os aseguro que el más rockstar de todos era Julito. Por cada pipa, tres adolescentes enfermas de sexo vácuo por lo menos. Me hubiera gustado hacer un agujero en la pared del camerino de Julito con una taladradora y poder ver todo lo que ese engendro hacía allí dentro en esa época. Menuda prenda.

Al cabo de dos años de conciertos para arriba conciertos para abajo, me cansé. Principalmente porque me pagaban una miseria alegando que había un millar de periodistas en la puerta esperando a que yo me fuera. Y eso es lo que hice, no sin antes mangar algunas cosas de la oficina a modo de pataleta.
Despues me puse a trabajar en un periódico. Sección nacional. No tardé mucho en largarme de ese sitio porque siempre me tocaban temas políticos y los muy cabrones me venian con el cuento de ?hijo-no-podemos-decir-las-cosas-tal-como-tú-las-ves-porque-nos-meteríamos-en-problemas? y me censuraban el sesenta por ciento de los articulos.
Luego comencé a escribir poesía destructiva de la época. Ya estábamos en los noventa, el fín del milenio y ,con un poco de suerte , del mundo. Recuerdo que me publicaron un librito de cien páginas con poemas del estilo Kurt Cobain. I hate myself and I want to die. Pero nunca se llegó a distribuir. Solo en las cuatro librerias bizarras a las que yo mismo me encargaba de llevar el material.
En una de esas librerias, el vejete dependiente me llegó a decir ?hijo, no nos traigas más libros del perturbado ese, que no se venden? y decidí que tenía razón: era un perturbado.
Luego, entre trabajos de pocos meses, empecé con los libros. Mi primer libro se llamó Mamá, mamá en el colegio me llaman asesino y contaba la historia de un niño de doce años, gordito y tímido, que mata y despelleja a Elena, la chica que le gusta. Con el pellejo, en el ultimo capítulo, prepara un consomé para él y su madre, una divorciada ninfómana. Nunca se me olvidarán las últimas palabras del libro:
Mientras daba un largo trago a su taza de consomé y notaba como se le erizaban los pezones y le palpitaba la vulva, le dijo:
-Hijo mío, tú si que sabes preparar un buen caldo caliente.

Ni que decir tiene que no me lo publicaron hasta unos años después, cuando ya era famoso por los libros de mierda siguientes, que podrían denominarse ?libros de encargo del señor Don Dinero?. Después de Mamá, mamá , escribí un libro de relatos. Alguno de terror, alguno de gángsters, alguno de tráfico de drogas en los que mezclaba a propósito y solo para joder, nombres franceses, moneda española, ciudades norteamericanas, comida japonesa actual y coches y ropas de los años cincuenta.
Ése si lo publicaron en su momento bajo, el título de Relatos aburridos para hacerse el interesante. Ahí fue donde conocí a mi actual editor, un tipo de barba blanca y gafas de pasta. Gordezuelo y cincuentón. Adorador de la generación beat y las comilonas en el restaurante Arts. Francisco Vázquez de Seoane. ¡Toma ya! (Algo importante que no debe olvidarse: El viejo Seoane fue el que le puso título al libro)



3


Son las dos y cinco minutos de este 4 de Septiembre. Estoy sentado sobre el asiento de mi BMW Z3 negro intenso. Llantas de aleación. Infitnitos airbags ultrasensibles. Neumáticos Dunlop ultima generación. Radiocassette Pioneer reproductor de mp3, wav, midi y mil formatos más que no alcanzo a comprender.
Voy camino del restaurante Arts, donde he quedado para comer con el viejo Seoane. Mi intención es introducirme en su cerebro hasta hacerle coger el teléfono y llamar al director de eventos de la Fnac. Que anule mi firma de libros prevista para esta misma tarde. Complicada tarea.
El restaurante Arts no es cosa de otro mundo. No es uno de esos restaurantes de ochocientos tenedores en los que hay un botones en la puerta dispuesto a aparcar tu coche si le dejas las llaves. No es uno de esos sitios con música clásica de fondo donde sirven crema de tomates secados al sol. Por suerte. Detesto esos sitios llenos de gente con bigote y camareros demasiado pelotas y demasiado falsos. Un buen camarero ha de ser falso, no lo niego, pero en su justa medida. No porque tu digas que la crema de langosta está asquerosa, un camarero tiene que sonreirte y prometerte otro plato. No hay que ser tan mierda.
El restaurante Arts es un sitio pequeño con no más de 20 mesas. Siempre se escucha de fondo la música de algún grupo inglés. Ya sean los Beatles o los Sex Pistols. Es un sitio descaradamente moderno pero con gusto. Nada de elementos decorativos de los años setenta. Todo muy actual y policromado. Uno de esos sitios donde en el lavabo puedes encontrar un expendedor de condones, al lado de un enome espejo en forma de ameba. Todo ello bañado con una luz azul, parecida a la de los autobuses. La zona de las mesas está bien iluminada. Nada de lamparitas con bombillas amarillas que lo unico que hacen es estorbar cuando cortas el solomillo a la pimienta verde con guarnición de patatas canarias cocidas con infinidad de verduras.

Aparco el coche en una calle cercana y entro en Arts. El señor de la puerta me saluda cortésmente y me pregunta si voy a comer sólo o tengo una reserva. Le digo lo oportuno y me señala con la mirada la mesa en la que se encuentra sentado el viejo Seoane. Ya se ha trasegado media botella de vino. Un rioja de excelente añada. Lleva un polo color azul marino con el cuello un poco descolocado. Siempre igual.
-Ponle una botella de buen vino al viejo Seoane y lo harás completamente feliz.
-Eh, no te había visto entrar. Llegas un poco tarde, como siempre. Pareces una princesa de cuento, cabrón.
-Eso intento. ?me siento enfrente de mi compañero de fatigas y le hago una señal al camarero para que se acerce. Como ya dije antes, no es uno de esos sitios llenos de camareros pelotas.
-¿Qué va a tomar? ? el camarero es el estereotipo de larguirucho desaliñado.
Le pregunto al viejo si ha pedido su comida ya. Respuesta: No. Tras mirar la carta durante casi diez minutos, el viejo dice con vista cansada
-Ñoquis de espinacas para mí.
-Canelones con setas y salsa de higo.
La pasta del restaurante Arts es la mejor de toda la ciudad.
En la mesa de al lado están comiendo una pareja de no más de 25 años. Él es un completo inutil. Ella tiene la cintura de un colibrí en celo. Ya me gustaría a mí azotarle las minitetas con una soga deshilachada...
Desde hace unos meses no dejo de pensar en el sadismo como válvula de escape. Me parece que es una de las aficiones más honestas que existen. No hay persona más sincera que la que admite ante una multitud que lo que verdaderamente le gusta es ver como la gente sufre debido a sus castigos con o sin razones. Pienso que la violencia está serigrafiada en nuestras células madre. Cierto es que hay muchos mas sádicos que masoquistas, una pena. Todo nos iría mucho mejor si nos dejáramos de tanta tontería en nuestras vidas cotidianas; las cosas son más fáciles de lo que parecen, solo hay que arrimarse a un buen sustento y dejarse llevar por la inercia. Todo lo demás, puede esperar. Hay tiempo para todo.
Entre bocado y bocado de deliciosa pasta italiana bien cocinada, el viejo Seoane y yo hablamos sobre el futuro de la literatura universal. Me dice que no tardará mucho tiempo en estallar todo como un petardo lleno de mierda, con sus evidentes salpicaduras. Luego dice que todo volverá a su cero prehistórico y habrá que empezar a reconstruirlo todo. Entonces ahí será cuando por pequeños detalles casi sin importancia, nos desviaremos del anterior rumbo y blablablá.... A partir de aquí pierdo el hilo y me limito a asentir o disentir cuando creo oportuno según sus gestos y su tono de voz carajillera. Yo no pienso eso. Yo creo que aún queda mucho por trastabillar (y si no mira mi cutre ejemplo de los libros de actualidad tergiversada), aún tiene que salir nueva gente inteligente que nos dirá que su mierda es mejor que toda la mierda anterior y nos lo creeremos con el pico cerrado y la mirada en el infierno. Todavía queda por emerger mucha gente con manuscritos sobre cosas que no interesan a nadie (como Corporación Dermoestética) tan matemáticamente escritos que solo podremos decir ?vaya...este tipo tiene razón, cómo escribe? sin pararnos a confesar que no entendemos ni media palabra. Realmente eso es lo que pienso; pienso que aún queda mucha gente por explotar y mucho dinero sucio que ganar. Puede que, incluso, mis nietos continúen engañando a críticos y criticuchos dándoles justo lo que necesitan escuchar pero con la rabia de épocas futuras. Porque a pesar de que todo está ya escrito, el ser humano es de naturaleza destructiva a la fuerza. Desde que perdímos los pocos instintos que teníamos no podemos hacer otra cosa que crear y crear y crear para luego tener algo que destruir, destruir, destruir.

Entre saltos de conversación, muy típicas del vejestorio, le digo que anoche estuve toda la noche vomitando y no tengo cuerpo para pasarme toda la tarde firmando ejemplares de mis libros. Que tengo la cabeza revuelta con un nuevo proyecto que tengo en mente y que intente por todos los medios posponer la cita para la semana que viene. Respuesta: rotundamente no.
-Pero, tío, la última vez ya tuve que llamar un día antes para decirles que te resultaba imposible ir al día siguiente y toda esa mierda que me contaste. John no te traga mucho, ya lo sabes, solo te contrata porque tiene que hacerlo y esas mierdas y no creo que vuelva a pasar por el aro. Además no se alegrará mucho, sabiendo como se las gasta el muy cabrón y sabiendo que lo vas a dejar tirado sin ningún suplente ni nada por el estilo para suplir tu puesto. No me seas quejica y apechuga. Seguro que anoche estuviste por ahí bebiendo en el bar ese de maricones toda la noche. Incluso puede que te subieras a la barra en plan Bar Coyote, no lo descarto.
-Joder, viejo, me cazas al vuelo. Sí, estuve toda la noche tragando chupitos pero, ¿y si realmente estuviera enfermo? John-enfermo-mental no tendría mas remedio que joderse y no contar conmigo...
-Y tú no contar con vender mas libros en la Fnac, y no estan las cosas para tirarlo todo por la borda porque sabes de sobra que tu último libro es una puta mierda, el peor de todos y no se va a vender ni medio si no es gracias a la campaña de publicidad de la Fnac en su puta revista snob. El mes pasado te sacaron en portada y se portaron bien en la entrevista, sabes que podrían haberte comprometido mucho más de lo que tú solito te comprometes, marica.
-De acuerdo, iré esta puñetera tarde a mirar moscas y a joderme el puto dedo firmando ...pero joder, si ni siquiera tengo una firma fija, jajaja, cada vez hago un garabato diferente.
-Sabes que eso te vende aún más, cabronazo, deberías haberte dedicado a la publicidad, engañarías a mucha más gente de la que engañas ahora.

El viejo Seoane ríe compulsivamente, tose, respirar por sus conductos atascados de tanto fumar y gime. Todo a la vez y con un solo gesto. Parece una cucaracha el cabrón y yo esta tarde voy a parecer un perro atropellado firmando libros en la Fnac. Por lo menos espero que no me hagan decir ni una palabra.
-Tenemos que estar en la Fnac a las cinco. Alas ocho acabas si no hay mucha gente. Si no es así te tocará quedarte una hora más.
-Joder, que no soy una puta rockstar haciendo bises.
-Yo diría que poco te falta, te metes mas mierda que muchos rockistas melenudos de los ochenta.
-cada día te pareces mas a Alfredo Landa en Don Erre que Erre. Te falta la boína.
-A ti te faltan dos buenas hostias bien dás. ?hace gesto de arrearme una hostia con la mano abierta pero se detiene y levanta la copa de vino manchada de ñoquis en los bordes. ? Brindemos por la camarera de aquella mesa.
-¡Por la Epil Lady de la camarera de aquella mesa!
-¡VIVA!



4


Después de comer cada uno se va por su parte no sin antes quedar para ir juntos a la Fnac por la tarde. El viejo Seoane se monta en su cacharro Mercedes de veinte años y se marcha haciendo mucho ruido. Yo me voy en mi BMW a casa. Aún me da tiempo a beberme una copa y a hacer unas llamadas desde el sofá de cuero blanco.
Estoy en contra de los telefonos móviles. Sólo lo utilizo para lo estrictamente necesario. No me gusta nada hablar por teléfono y mucho menos a través de un movil, con toda esa gente escuchando tus comentarios e imaginando posibles vidas mejores que las de todos ellos. No hay nada como estar en el sofá de cuero blanco de mi salón ultramoderno, equipado con todos los componentes electrónicos que puedas imaginar, y hablar por teléfono con los pies encima de la mesa de cristal de bohemia, regalo de una antígua novia modelo (siempre he sospechado que esa tía era algo más que modelo. Algo así como Gran Puta de Lujo. Porque una modelo no gana tanto dinero como para regalarle a un tipejo como yo, que conoces desde hace unos meses, una mesa baja de cristal de bohemia auténtica valorada en más de 500 mil pesetas. Y todo para poner los pies encima. Tremendo).
Una vez acomodado en mi casa, decido llamar a Andrea para tomar algo esta noche.
-puedes pasarte si quieres a las ocho por la Fnac y ya vemos que planes montamos.
-la Fnac ...¿el sitio ese de los libros?
-Me cago en toda tu puta madre, puñetera gran puta. ?digo todo eso en voz baja y tapando el micrófono del teléfono con la palma de la mano. No comments.
-sí, el sitio ese raro donde la gente lleva los libros que escriben sobre todo tipo de cosas, ya sabes.
-vale. Pues allí estaré.
Click.
Andrea es una imbécil total pero podría ganarse la vida perfecta y sanamente haciendo vídeos magistrales para DeepThroath.com. Pero no me hace caso y se dedica a vender pintalabios excesivamente caros a las ricachonas hartas de pintar la boquilla del cigarrillo de rosa. No es mala chica pero tiene menos inteligencia que un pajarito. Solo entiende de modelos, de pintalabios (ella los llama lipsticks), de coches caros, de comida japonesa y de fiestas privadas. Me temo que es carne de cañón pero me apetece verla, con un poco de suerte y si la invito a muchos cubatas de ron añejo ultracaro, puede que le aborde el interior de su garganta. Los piratas de Isla Mágica no son nadie en comparación con mis batallones de corsarios albinos y lechosos.
Paso el resto del tiempo intentando inventar nuevas novelas, o al menos nuevos conceptos abstractos para poemas incomprensibles. Creo que tengo ganas de publicar un nuevo libro de poemas. Si me abro paso en el mundo de la poesia extraña, puede que pueda dejar de escribir esas novelas de no menos de 350 páginas sobre actualidad manipulada. Aunque normalmente me lo paso pipa en algunos fragmentos mientras las escribo (como cuando Gallardón llora a moco tendido y se mea y se caga en los pantalones y se le agotan los ultimos segundos de vida como al negro de Terminator 2), pero a la larga te llena el cerebro de resentimiento, y de eso ya traía yo mucho de serie.
Además, ganaría el mismo dinero haciendo la cuarta parte de lo que hago.No se. De momento para mí no existe otra cosa que el bourbon y Bach en el reproductor, hasta que llegue la hora de ir a la Fnac a hacer el tonto un rato.
la vida y la muerte y la resureccion de la que tanto se habla y la reencarnacion de los setenta duran 50 minutos. Es curioso eso que digo de los nombres. eso que no tengo nombres predilectos ni preferidos, si no que una vez estan los nombres adjudicados, opino por encima como siempre, como si sirviera de algo. El hecho es que si, esa cancion que empezó a atronar desde la habitacion de mi madre me gusta. me gusta de la misma manera que me hubiera gustado saltar desde las torres gemelas para volar en lugar de morir asfixiado y/o quemado. me gusta de la misma manera que me puede llegar a gustar el vinagre o el sabor de las lagrimas que no son tuyas o casi casi cualquier cosa que no me gusta porque me hace daño o intenta doler. Detras de esa risa de perro atropellado (sic) que solté (soltamos) cuando empezó a sonar la dichosa cancion con tono jocoso, se esconden muchas cosas bonitas casi todas que al ser pasadas por el tamiz de mi mente enferma, sucia, sudada y pasada por agua, se tornan imposibles y dolorosas y desquiciantes. como cientos de pinzas de la ropa levantando mi peso. como aquel que se corta una falange con un formón esmerilado y eyacula sangre. Detras de todo eso tan trivial, y si forzamos un poco la maquina, cariñoso, hay mucho. mucho que me hace palidecer (si puedo hacer tal cosa, lo dudo). hace que mis minietapas que te conté, se den el relevo con mayor rapidez si cabe. ON / OFF . click click click click. hasta que se funde la bombillita de luz amarilla que oculto tras el inservible escudito del medievo mal colocado. Aquello que te dije del pellejo de las longanizas que se dan la vuelta y dejan la carne viva al exterior. Pues eso. Detras del pellejo solo queda una bombillita de luz amarilla que da el calor justo para hacerme sudar solo a mi. Injustamente. Ya sabes todo lo que sabes y no hay mas. todas las longanizas estan sobre la sarten ya, quizas solo falten los condimentos. la albahaca. la pimienta negra. aceite de oliva virgen extra. las palabras adecuadas. y tambien, jajaja, la eliminacion de aquello del "y yo tambien, yo mas" . el recurso facil, tu me entiendes. quizas solo sea cuestion de tiempo y/o entendimiento. de visualizacion y realizacion etimologicamente hablando. quizas llegue el dia en que pueda decir todo esto a la cara de la gente. que vulgar suena eso de gente cuando todo el mundo sabe a quien me refiero. bueno no todo el mundo. quizas todo mi mundo imaginario. mis amigos invisibles y mis pajas mentales fisicas y metafisicas y termonucleares. quien sabe, igual llega el dia en que las alas de los cuervos vuelvan a formar nuevos animales. quizas pueda llegar a querer dar explicaciones. creo que es cuestion de adaptacion, porque, hay que tener en cuenta que todo medio , para mi, es medio hostil porque mi ecosistema no se encuentra en este mundo. igual esta en el utero de mi madre o en los carros de mercadona. lo que está claro es que intento asimilar todo lo asimilable. aguantar todo y todo y todo y todo y lo que queda. pero sigo sin querer hacer nada. sigo queriendo estar siempre en mi edredon, en mi invierno perpetuo, leyendo libros tristes y aburridos. subrayar las cosas oportunas del tio henry miller, ese cabron. la simpleza del sopistant. estar tranquilo sin hacer absolutamente nada. y puede que sea porque no tengo la compañia adecuada.
no lo sabemos.
de momento solo podemos saber que el tiempo y la inercia en mi caso funcionan y que la vida y la muerte deberian durar 50 minutos.
como una mierda grande y pastosa me revuelco por el suelo con las manos dentro de los bolsillos del pantalon vaquero sucio y maloliente y azul y gastado y la niña de seccion me dice hola que tal, levantate del suelo , vas a poner perdido el suelo y yo solo puedo gritar en mi gruta de babas blancas como espuma de afeitar bigotes y mis costillas rasgan las vestiduras y mi estomago se ulcera a la velocidad del rayo y mi mente me dice que no postee a caballo ganador y yo le digo que no me gustan los animales que pueden matarte de una patada y la niña de seccion me está diciendo que se va a sacar un pecho, que se va a sacar un pecho que tiene que irse a casa y yo le digo que escupiré sobre su tumba y sobre la tumba de sus padres y que solo tengo en mente hacerle el maximo daño posible y que se aleje antes de que saque las manos de los bolsillos y me levante del suelo que lo estoy poniendo perdido. Y la niña de seccion dice que no diga tonterias que me levante de una putisima vez del suelo y que le ayude con ese grano que le ha salido en la teta derecha y yo grito al mismo tiempo que algunos hilillos de plastilina de babas caen sobre el suelo blanco y negro blanco y negro blanco y negro y mis piernas tiemblan cada una por su cuenta con su propio motor autonomo de gasoil y mi culo se tira pedos que no suenan y que son como pequeñas cargas de profundidad y mi espalda se contrae como el pellejo de una morcilla en la sarten caliente. La teta al aire con su pezon erecto al viento me dice que le quite el grano a la niña de seccion, que eso no se hace, que soy un cabron, que estoy loco, que no hago nada con mi vida, que mi vida es una putisima mierda, que mi vida no hace nada conmigo pero porque no puede que si no me multaria a mi mismo y yo no puedo dejar de babear, gritar y escuchar las voces dentro de mi cabeza que dicen que la niña de seccion tiene una teta muy botina, tiene un pantalon claro muy claro con cremallera semibajada y bragas rosas por detras y el pelo lacio casi como muerto pero sin estarlo y labios mojados a juego con sus bragas y el culo respingon como la novia del pato Donald y tiene las manos en las caderas y la teta derecha colgando fuera de su camisa semidesabotonada y de color verde campo en primavera con periquitos echando agua fria y potable que los niños beben mientras sus madres compran el pan. Y me dice que tengo que follarla como nunca la han follado por delante y por detras, lo mismo me tiene que dar. Y yo no puedo mas que gritar y pensar en pus, en costra, en sarna, en pelo negro y retorcido, en glandulas mamarias, en venas, en vasos linfaticos, en hormonas a qué sabran y en no tengo butano. No puedo levantarme porque soy un tetraplegico social. Y la niña de seccion se explota el grano con sus propios dedos que han tocado de casi todo. Han tocado pollas, han tocado chochos, han tocado carne y pescado, y bacalao, y piojos, y han tocado mierda de perro y de gato y pis de gato y pis de perro y su pelo y el pelo de su perro y la comida y la bebida que luego come y el interior de su vagina joven y caliente como el estrene de una cafetera para dos personas. Y su pus sale disparada contra el suelo en el que yo estoy tiritandogritando con los dedos encrispados y los pelos muertos. La niña de seccion se guarda la teta turgente y seca y de piel de gallina rellena de leche y glandulas en la camisa verde campo. Y yo descargo mis cargas de profundidad y no huelen casi a nada porque estoy hueco y seco. Y la niña de seccion dice que si no quiero levantarme que soy un hijo de puta que lo hago a proposito y que nunca podria pensar que yo podria ser como el resto de la gente y que se sentia tremebundamente decepcionada y que le estaba empezando a dar asco y que ya no podria llegar a sentir nunca mas nada por mi porque yo no demostraba ni el mas minimo apice de bondad, de caridad, de cariño y de felicidad y que yo no era nada hablador porque no tenia nada que decir porque me creia superinteligente y ella se sentia mal porque yo no le demostraba nada de lo que tanto alardeaba cuando estaba solo en mi casa mordiendome las uñas de los pies, y que no podia creer que me diera todo igual y que pudiera dejar que todo se fuera a la puta mierda sin decir nada; simplemente ahi tirado como un perro agonizando con la columna vertebral extrañamente doblada sobre si misma. Y yo no podia hacer mas que gritar y gritar mientras la niña de seccion se largaba para siempre porque soy un tetraplegico social y voy perdiendo aire por los miles de pinchazos que cada transeunte que pasar por la calle me realiza sin darse cuenta y me desinflo como un globo lleno de mierda que hace pfffffffff y deja paso a un felpudo humano que no se puede mover porque ha perdido todos los putos puntos percibidos al nacer con los cuales haces tus apuestas sociales con la gente que te encuentras.

no hay mas flores nonononononononono

noto que soy alguien que existe.
que ocupo un espacio
y el tiempo no me alcanza.

noto que hay ciertas similitudes.
que puedo llegar a entender casi cualquier cosa
menos el secretismo .

intuyo levemente que mi presencia es placentera
quizas de la misma forma
que no me gusta estar solo en el fondo.

noto que la edad es un grado
que hay que saber usar
a riesgo de parecer imbecil .

noto que la gente tampoco es para tanto
que son todos mucho mas simple
que lo simple que parecen ser .

como un cura pervertido que se pajea
a traves de la celosia del confesionario .

como todas las perchas, cuchillas, salivas
caderas, minifaldas, arañazos y pezones
que nombro .

noto que sigo teniendo mismo hueco vacio.
haga lo que haga .

las imbecilidades e hijoputeces de barra
no me ayudan en absoluto fuera de su ecosistema egolatra.
y todos lo sabeis .
haciendoos los remolones .
algunas con las manos en el pubis
otros con el pubis en las manos .

noto que tengo el mismo hueco de puzzle
escriba entrelineas o entre maderas.
noto que tengo el mismo hueco de madera,
entendiendo el rompecabezas
o disfrutando de tu lejana prohibicion.
entiendo que todo sea imposible
haga lo que haga .


6:40

cuando te das cuenta de lo poco que importas
se te ocurren cosas como botes de pringles vacios
esparciendo sus semillas

cuando sabes que el mundo es un puto pañuelo
¿que puedes hacer?
me temo que esperar a estar cuerdo.
si

el caso es esperar
como indomito trozo de mierda, si
como arrebatador acorde inventado
como tu
como yo
como nada
como una luna que es un pedrusco
pero miramos como tontos
como un "eres imprescidible"  a mi manera.
si
sigo pensando en cosas que nunca he vivido,
ya me conoces
tan fiel y tan cruel
como un perro lleno de garrapatas
como aquel antiguo faisan dorado
que jugaba al demacre

A estas alturas solo queda calma