La otra noche estuve soñando y tal. Soñé que era cartero. Tenía un mapa del distrito con mi ruta marcada en verde fluorescente. Pero por mucho verde fluorescente que hubiera o hubiese, me perdia una y otra vez. Al rato estaba soñando que una chica de unos doce años me la saboreaba complacientemente. Por amor al arte (ambas cosas).
Tras sueños inconexos como estos, siempre surge de la parte de atras de mi cerebro (la parte dedicada al retraimiento personal e incondescendiente) la misma pregunta: ¿son los sueños un reflejo del alma? A lo que sin duda tengo que responder con el sí mas rotundo y nauseabundo, despues de ver hoy el capitulo de Los Simpsons en el que Bart vende su alma por cinco miseros dolares. (¿por que tanto perogrullo yanqui?) (The united states of America)
Cabe destacar el papel revelador de Robin Williams en Insomnio como segunda respuesta posible a tanto interrogante.

Hoy hemos empezado a montar una cocina en una casa con una familia que me recuerda mucho a la familia de Spider. Abrumador todo. Justo el puto enchufe del frigorifico tenia que estar en el puto medio del lateral de madera de roble. (Just do it).
Tengo un nuevo logar de lectura en mi habitacion: El Sillón.


Chicoostra a 20 del Maldito Febrero de 1954

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